CASSIE KELLER
El mas hermoso tono opalino se escurrió por mi piel en una cascada de suavidad, evalué con ojo crítico el reflejo de una chica de formas planas que parecían resaltar con más confianza en la prenda que su falso novio escogió
¿Debería permitirle escoger mi atuendo para la boda?
¿O todo mi guardarropa?
¡¡Diablos si!!
Permaneciendo mas tiempo dentro del vestidor deslice las manos por mi propio cuerpo reajustando la fina tela como mejor me parecía, una exclamación se ahogo en mis labios. El corte del atavío era vaporoso y suelto, rodeaba mi cuello con donaire creando una pequeña abertura en forma de diamante entre mis senos, bordeaba desde mis caderas a mi cintura dejando un trozo de piel en mi espalda levemente descubierto.
Un golpe en la puerta me hizo saltar dentro del diminuto cubículo, la voz de Miles se hizo oír desde el otro lado.
-Se nos hará tarde Cassie- hablo
Fieras emociones me asaltaron el vientre, quería saber que opinaba del vestido.
¡Quería...no!. Deseaba que me dijera que estaba hermosa.
Esta revelación trajo consigo un puñado de nuevos sentimientos que arañaron desde mi bajo vientre hasta el corazón, cubriendo un cosquilleo cada espacio entre mis costillas, pulmones y otros órganos.
Cabizbaja, en símbolo de timidez, abrí la puerta y me lance fuera del vestidor...
Impacte de lleno contra un solido, cálido y masculino cuerpo. Apartándome con delicadeza, tomando mis brazos con sus manos a cada lado, los orbes de Miles tal como en la oficina volvieron a examinarme.
Cerré mis ojos a la espera de su veredicto.
-Beldad- susurro- Estas hermosa.
Mi cuerpo tembló ante su escrutinio y palabras, mi corazón dio vueltas y amenazo con salirse de mi pecho. Estaba soñando, no había otra explicación para escena tan irreal. El trance duro varios minutos una nebulosa de felicidad desconocida me envolvió y un cálido sentimiento se instalo. Valientemente busque los ojos de Miles, nuestras miradas se enlazaron magnéticamente.
La dependienta nos extrajo a la realidad volviendo con el recibo de la factura de compra, mis orbes casi se salen de sus cuencas cuando capte unos muchos ceros en la misma, pero antes de poder decir algo Miles hablo.
-Necesitamos un par de zapatos y algunas joyas-comento como si nada.
¡Zapatos! ¡Joyas!
¡Que parte no entendió de la última diatriba!
Si bien, los tacones que llevaban eran simples me parecían que combinan a la perfección con el vestido, eran cómodos y no me jugarían una mala pasada, no podía permitirle el cambiarlos y las joyas...
¡Bueno eso no está en discusión! Estaba medianamente loca pero no tanto...
No era una aprovechada o una caza fortunas. No dejaría por nada del mundo que este hombre me comprara joyas. Y fin del asunto.
Mire a la dependienta quien esbozaba una sonrisa como si fuera la mañana de navidad.
-No necesitamos nada mas- negué, me volví a Miles ensayando mi papel de novia cariñosa- Cariño, sabes que me encanta ser avasallada por tus atenciones pero llegaremos tarde, mi familia se preguntara en donde estamos.
La profundidad en de azul en sus irises, se tiño de incomprensión, aumentado mi tenacidad y subiendo mi grado de encanto use la mirada que Kim kardashian usaba cuando deseaba algo, agradecí mentalmente por todas y cada una de las temporadas de la popular serie televisiva.
Con la guardia baja por mi actuación dulce, Miles asintió, y luego de despedirnos de las mujeres del local, solté su brazo, al cual me enganche durante mi representación.
-¿Que fue eso? - me miro
Me encogí de hombros
- ¿Fue una treta?
- Puede ser-respondí
- ¿Usaste ardides femeninos para sacarme de esa tienda?
-¡No lo digas así!, me haces sentir como una especia de Jezabel, solo te he convencido para que mi deuda no crezca.
Una sonrisa ladina se curvo en su rostro.
- No se de que hablas-fingió
Bufe.
- Puedes considerarlo un agradecimiento por invitarme a la boda- negocio
- Te dije desde el primer momento que no quería tu dinero.- resople
- De acuerdo- alzo ambas manos en señal de rendición- lo discutiremos luego, ahora es momento de ir al almuerzo.
Retrocedimos sobre nuestros pasos para volver a la oficina, rodeamos el edificio para ir al estacionamiento, el cual era tan sofisticado como el inmueble; pasamos varios puestos hasta llegar a un reluciente Lamborghini platinado.
-¿Este es tu coche?
- Uno de mis favoritos,¿ por que?
-¿De tus favoritos? , entonces ¿cuantos tienes?
Sonrió