MILES SAMMERS
La esclarecedora noche pasada, mas una visita a mi madre, pusieron en orden mis sentimientos.
Acepte que de una manera poco ortodoxa y en corto tiempo, Cassidy Keller se había vuelto la dueña de mi corazón, con sus frases sin filtro entonadas en sarcasmo, con su vulnerable interior recubierto con un muro inexpugnable como el que mismo tenia.
Si ella pudo atravesar mis barreras yo también podría colarme en las suyas.
Decidido, hice un cambio de última hora al plan anteriormente ideado, todos mis esfuerzos renovados serian para enamorar al pastelito de fresa que era Cassie...
No tenia conocimiento del seguimiento de las relaciones oficiales, posterior a lo acontecido en mi pasado no me negué a enamorarme de nuevo pero lo veía como una circunstancia difícil de lograr. Pero ahí estaba entregándome esta vez a una mujer no a una niña.
Inicie mi conquista llamando a una de las tiendas mas exclusivas de la ciudad, no sabia cual era la flor favorita de Cassie, (tome nota mental para preguntarle en el futuro cercano) pero cuando la tienda envío las opciones por correo, supe que los nomeolvides serian perfectos, las rosas significaban amor pero no quería asustarla, algo me decía que si enviaba rojas la haría correr hacia que elegí una tonalidad mas clara y añadí un detalle adicional, los bombones y chocolates estaban sobrevalorados, ahora las fresas silvestres eran quizás una excentricidad pero lo mas adecuado .
No pude concéntrame en toda la mañana y mucho menos después de recibir su llamada, sabia que actué como un idiota en la línea no quería imaginar como estaría ante su presencia.
¡Contrólate un poco Sammers!
Enfrentar a Cassie cuando creía que lo que sentía era una mera atracción era fácil, ahora que aceptaba la magnitud de mis sentimientos los frenéticos latidos de mi corazón eran difíciles de tranquilizar.
-Calma Miles-repetí-eres un hombre, no te pones nervioso por chiquilladas como esta.
Recorrí el espacio de la oficina varias veces hasta decidirme a abrir la puerta y gritar a alguien que me trajera un café, cuando hale la hoja de madera, Cassie estaba del otro lado. Se veía sorprendida, su mano izquierda en el aire preparada para tocar.
El gesto me pareció enternecedor.
- Hola-dije
-Hola
- Pasa- me hice a un lado
Cassie traspaso el umbral y me deleite con el balanceo de sus caderas un detalle en el que no había reparado antes.
Los jeans fueron la mejor creación de la historia. Pensé
Cerré la puerta y la alcance en el escritorio le indique una de las sillas e incapaz de tomar asiento me mantuve en pie a su lado.
-Te gustaron las flores- hable. Sin saber como iniciar la conversación, pensaba haberme librado de la timidez cuando termine el instituto; pero maldita fuera si ella no me hacia sentir como un estúpido adolescente.
-Si,- asintió- ¿Miles te pasa algo?
-¿A mi?
- ¿Te noto un poco diferente?
Reí nervioso
-No pasa nada
-¿Seguro?- volvió a insistir sospecha grabada en su expresión
-Si, estoy seguro, solo cambie el enfoque de uno de mis proyectos, pero no es nada por que preocuparse. - asumí el mejor tono de negocios que podía fingir
-entiendo y disculpa si ayudarme te esta causando problemas.
- ¿de que problemas hablas? , además los dos obtendremos beneficios de nuestra unidad- si seria productivo, la diferencia radicaba en que mi objetivo final había cambiado.
- Te tomaste la molestia de enviar flores, ¡no era necesario que lo hicieras!.
-No fue una molestia- fruncí el ceño- ¿lo ves así?
-Un ramo tan hermoso ha de haber sido costoso...
Enarque una ceja
-¿Esto es por el dinero?-Asintió. ¿Por que justo en el mundo tuve que enamorarme de la una chica que creía que debía retribuirme por todo?, ¿por que simplemente no se dejaba avasallar de regalos como otras mujeres?
-Dije que pagaría por todo así que necesitare las facturas del vestido y de las flores..
¡DIOS!
¡Esta chica era increíble!, ¿que tenia que hacer para que comprendiera que no iba a permitir que me pagara ni medio centavo?
- Cassie , ambas cosas considéralas un regalo.
- No puedo...
-Cassie ...
- Miles- se puso en pie- somos dos casi extraños que están fingiendo tener una relación por un solo motivo, la boda, ahora no tienes derecho alguno a hacerme regalos carísimos y...
-¡BIEN!- grite - si somos casi desconocidos entonces conozcámonos mejor.
Ella negó.
-Imposible
-¿Por que?-gruñí
-Porque cuando la boda pase, yo volveré a Vancouver y nunca nos volveremos a ver.