MILES SAMMERS
Mis sienes palpitaban copiosamente, las extremidades de mi cuerpo pesadas podían considerarse el ancla de un buque carguero, mis ojos se negaban a cumplir la simple orden de abrirse.
La hazaña de enfocar el exterior fue lograda pero mis retinas quemaban por el contacto con la luz, cerré mis parpados y una consecución de flashbacks refulgieron en mi cabeza embotada, recuerdos de una multitud de personas, licor y Cassie...
¡Por todos los infiernos!
Era un hombre altivo, orgulloso, con 1/4 parte de egocentrista, que sabia controlar los impulsos, ¿como diablos termine borracho como una cuba? .Y para mi enfado involucre a Cassie, en lo que fue el movimiento mas estúpido para tratar de impresionar a una chica.
¿Que pensaría ella de mi justo ahora?
Posiblemente refutaría su idea de esconderse, esfumarse y desaparecer de cualquier parte del mundo en donde me atreviera a poner un pie.
-La he cagado- dije mirando el hormigón de la habitación
-Bastante para ser sincero.
Perfecto, seguía bajos los efectos del alcohol.
Me incline sobre los mullidos almohadones, esperando que fuera la pantalla de tv la que empezara a hablarme sin estar siquiera encendida. Pero para la tranquilidad de mi cordura y para mi molestia, la voz tenia un cuerpo y rostro humano, uno que conocía muy bien.
-Oliver- gruñí
-¡Te ves como la mierda!- enfrente sus ojos oscuros.
- tu... te ves como siempre- dije tratando de ignorar los raídos y desgastados pantalones de mezclilla y la fina camisa de algodón que usaba, tenia esta costumbre de parecer un mendigo.
Oliver Sammers me analizo perspicazmente, sus lentes de nerd estaban pasados de moda pero los lucia bien, su estructura ósea no poseía rasgos de la mía.
Éramos muy diferente a pesar de ser hermanos.
Medios hermanos
-¿Que haces aquí?- pregunte
-Tu novia, pidió que me quedara hasta que despertaras- contesto- y ya que lo has hecho, me voy.
-Espera.. - se detuvo- Cassie te llamo
El negó.
- Te lo explicara cuando la veas, y deberías darte prisa, envió un mensaje hace unos minutos de que se dirigía hacia aquí.
Mierda. Pensé
¡La Maldita Boda es hoy!
Salte de la cama, arrepintiéndome de las decisiones de la noche anterior, no volvería a tomar whisky en las rocas en mi vida. Oliver siguió recostado en el marco de la puerta, su teléfono timbro y se enfoco en el mientras yo trataba de reorganizar mi mente.
-Esta en la puerta- anuncio con una sonrisa maliciosa, en otro día molería a golpes ese cínico gesto por el simple deseo de hacerlo, pero hoy tenia un motivo completamente diferente.
-Un momento- lo retuve por el hombro- desde cuando recibes textos de mi novia- No pude evitar el tono filoso que escurrió de mi garganta.
-Desde anoche, cuando ella saco tu culo borracho de tu maldito club, sabia que me agradaba la primera vez que la vi en la oficina, y me llevo a preguntarme ¿que verías tu en una chica con cerebro?- arqueo la cejas
- ¡No te atrevas Oliver!, te quiero lo mas lejos posible de Cassie- rugí como un león altivo.
- ¿Por que? la desecharas tarde o temprano, puedo estar ahí para recoger sus pedazos, bien sabe Dios que me encantan tus sobras.
Lo tome del cuello de la camisa y lo empuje a la pared mas cercana, ejerciendo una fuerza brutal me contuve para no asfixiarlo y cegarle la vida.
- ¡Cassie es mía! no dejare que nadie que no sea yo le ponga una mano encima, es mi mujer!- grite
Y vaya que se sintió bien decirlo.
Oliver esbozo una sonrisa completa.
El timbre del apartamento reverbero por las paredes del lugar.
- Mejor toma un baño, me encargare de atender a mi "futura cuñada"- con esas palabras se zafo de mi agarre y desapareció por la puerta.
Imbécil.
Escuche enseguida la voz de Cassie a través de la madera, ansiaba pegar mi oreja como una cotilla en la puerta, pero tenia que empezar a prepararme si quería lucir medianamente decente.
Entre a la ducha y puse la temperatura del agua lo mas fría que permitía el dispositivo moderno que regulaba la frecuencia y cantidad, lave mi cuerpo vigorosamente con la esperanza de dejar que saliera por la escotilla de la bañera cualquier rastro de licor. Volví a la habitación con una toalla en la cintura, saqué el traje negro elegido para ese día, luche con la camisa y la corbata unos minutos. Mi forcejeo se detuvo al oír las risas provenientes de la recepción, Oliver podía ser encantador si se lo proponía, me impulse al otro lado del armario para tomar el blazer y los gemelos de diamante y salí de la habitación, en 8 zancadas estaba allí.
Oliver se inclinaba sobre Cassie en el sillón de cuero, solo podía ver la espalda de ella y el perfil de mi hermano que desaparecía poco a poco hacia su rostro.