Fin

Fin

Veía pasar los edificios a través de la ventana del taxi, tenía la mirada cansada como si no hubiera dormido la noche anterior. Aquel viernes, el día estuvo pesado, lleno de trabajo; como cada fin de mes. Pero Rick ya estaba acostumbrado a eso, lo único bueno es que al día siguiente depositaban los sueldos. Miro el reloj de su celular y la hora marcaba las 4 de la tarde.

–Llegamos joven —mencionó el taxista, sacándolo de sus pensamientos.
–Okay, gracias —dijo Rick mientras pagaba.

Bajó del carro y se introdujo en el edificio donde vivía. Rick ocupaba un departamento del primer piso, este era medianamente grande y a pesar de ser soltero, Rick tenía todo en orden y limpio. Abrió la puerta e ingresó a su hogar, dejo las llaves colgando en su lugar y avanzó a la sala, dónde se dejó caer en el sofá. Cerró los ojos y empezó a respirar lentamente, lo único que quería era descansar. Unos minutos después el sonido del celular lo distrajo; cogió el móvil y vio la llamada.

Se trataba de su jefe; Rick dudó en contestar, pero pensó que podría ser una emergencia y contestó.

–Aló —dijo Rick, un poco desganado.
–Hola Rick —respondió Boris, su jefe—. Oye, solo te llamaba para recordarte lo de hoy.
–¿Lo de hoy? —preguntó Rick.
–Sí, te espero en mi casa. No me vayas a fallar y menos en mi día —Rick había olvidado por completo el cumpleaños de su jefe.
–Estaré ahí, nos vemos en unas horas —mencionó Rick, tranquilamente.
–Vale Rick, te espero entonces —dijo Boris y colgó.

Ahora sus planes habían cambiado, Rick tenía planeado descansar todo lo que quedaba del día, pero no podía fallarle a Boris; aunque era su jefe, él siempre se había mostrado como un amigo frente a Rick y siempre lo apoyaba hasta en cosas mínimas. Era verdad que no lo conocía muy bien, pues Rick llevaba recién un año en la empresa. Lo único que sabía de Boris era que tenía una esposa, pero no hijos y que vivía muy bien. En aquella empresa corría el rumor de que Boris hacia fiestas cada fin de mes, en casa y que aquellas fiestas eran muy exageradas. Casi nadie podía confirmarlo porque ninguno había sido invitado a tales fiestas, a excepción de las cabezas de la empresa. Por esa misma razón cuando Boris invitó a Rick a su casa, a celebrar su cumpleaños, este último quedó muy sorprendido.

Rick salió de casa 2 horas después de haber hablado con su jefe, llevaba una botella de vino como presente pues no sabía que otra cosa llevar. Paró un taxi y subió. Mientras el carro avanzaba a su destino; Rick sacó el celular, los auriculares y se puso a escuchar música para que el viaje no se le haga tan largo. Rick no se sentía con ánimos de ir a esa fiesta, a pesar de ser relativamente joven ya había dejado esa vida de rumba y juerga, vida que solo le trajo problemas pues no lo había sabido llevar bien. Después de varios minutos el taxi llegó a la casa de Boris. La casa, no se podía ver por fuera ya que sus altos muros blancos no lo permitían. Rick pagó al conductor y bajo del auto. Giró hacia la casa, dio unos pasos y se encontró frente a una puerta de madera tallada. Buscó el intercomunicador y presionó el botón; mientras esperaba una respuesta del otro lado, miró la calle y se dio cuenta que estaba completamente vacía. Aquel lugar era una zona residencial de clase alta, pues las casas de alrededor lo hacían notar. Rick seguía esperando y no recibía respuesta, así que volvió a presionar el botón del intercomunicador; segundos después saco el celular y mandó un mensaje a su jefe, contándole que ya había llegado y que se encontraba en la puerta. Luego de pocos segundos la puerta hizo un sonido y se entreabrió, a la vez que por el intercomunicador se oyó la voz de Boris.

—Perdona por la espera Rick; tenía a la muchacha que nos ayuda con la casa, guardando unas cosas. Pasa por favor, ¡Ah! Estamos en el segundo piso, vente.

Rick no dijo nada y empujó la puerta lentamente. Ingresó y se encontró con un gran patio de césped, muy bien cuidado. Este tenía un camino en medio, hecho de una especie de piedra blanca muy bien pulida. El cual llevaba a la puerta de la casa en sí, casa que constaba de 2 pisos. La casa era hermosa y elegante. La música empezaba a sentirse. Rick empezó a ponerse nervioso. Mientras avanzaba por aquel sendero, se preguntaba si había alguien conocido con quien conversar aparte de Boris, o si, habría mucha gente ahí dentro, si estaba bien vestido, si el vino que llevaba estaba a la altura de la ocasión y así se iba martirizando. Ya le faltaba pocos metros para llegar a la puerta cuando esta se abrió y salió una mujer. Aparentaba unos cuarenta años, muy bien maquillada lo cual la hacía más hermosa, traía un vestido negro brilloso y unos zapatos de tacón. Rick se quedó viéndola y la reconoció, aquella mujer era la esposa de Boris. Rick la conocía, pues ella había ido varias veces a la empresa acompañando a Boris. Llegó hasta ella un poco temeroso. Nunca habían hablado, la presencia de aquella mujer era intimidadora y Rick lo sentía.

–Buenas noches, señora Alenka —saludó Rick.  
–Hola Rick, que alegría que hayas venido —mencionó la mujer, quien lo saludó con un beso en la mejilla—. Pasa, por favor.
–Gracias, traje esto para Boris —dijo Rick, mostrando el vino.
–Boris está en el segundo piso, sube por ahí —señaló las escaleras—. Te dejo Rick, tengo que atender algunos asuntos aquí.

Rick quiso agradecer, pero la esposa de su jefe ya se había ido. Empezó a observar el sitio donde estaba, este se encontraba casi repleto de personas, sin embargo, aún se podía caminar entre ellos. En una de las esquinas se encontraba instalada una barra donde se repartían los tragos, al costado de este se hallaba una larga mesa de bocadillos. La mayoría de personas estaban bien vestidas, los varones con traje y las mujeres con vestidos de todo tipo. Los mozos iban y venían, repartiendo tragos y bocadillos. Rick empezó a caminar hacia las escaleras, mientras lo hacía percibió que nadie notaba su presencia; hasta que empezó a subir los escalones, ahí notó que la mayoría de personas empezaban a verlo; así que apresuró su paso pues se sentía incómodo.



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Editado: 10.04.2020

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