Final Alternativo

6

BRANDY

No es como si hubiera planeado esto.

De hecho, mi idea era evitarlo tanto como pudiera. Pero el encuentro en la cafetería sigue dándome vueltas en la cabeza y hay algo insoportable en la forma en que él me miró, como si esperara que fuera yo la que diera el primer paso.

Así que aquí estoy, frente a la misma cafetería donde trabaja. El cielo está nublado y el aire huele a tierra mojada. Aprieto la bufanda contra mi cuello y entro.

No hay mucha gente. Tacker está detrás del mostrador, acomodando tazas. Cuando me ve, se queda quieto, como si el tiempo se detuviera un segundo.

—Brandy —dice y la forma en que pronuncia mi nombre me da rabia.

Como si fuera normal, como si no hubieran pasado cinco años.

—¿Podemos hablar? —pregunto, directa, antes de que pueda cambiar de opinión.

Sus cejas se levantan un poco. —Sí, claro.

Me señala una mesa al fondo. Caminamos hasta allá en silencio. Él se sienta primero, yo después.

—¿Qué quieres saber? —pregunta al fin, como si supiera que he estado preparando esta conversación desde hace años.

Cierro las manos sobre mi regazo. —No quiero saber nada. Quiero que me expliques. —Mi voz suena demasiado seca—. Te fuiste, Tacker. Sin decir nada. Ni un mensaje. Ni un adiós.

Él baja la mirada, sus dedos tamborilean en la mesa. —No sabía cómo quedarme —responde.

No sé si quiero gritar o reírme. —¿Y eso qué significa? —pregunto.

—Significa que si me quedaba, no iba a seguir aquí —dice despacio, mirándome a los ojos esta vez.

El corazón me da un salto. Entiendo lo que quiere decir.

No lo dice con drama, lo dice con esa frialdad que usaba cuando hablábamos de sus peores días.

—No era tu decisión irte sin despedirte de nadie —replico—. No era tu decisión dejarme así.

—Brandy… —suspira—. No quería que me siguieras.

—¡Pues claro que te habría seguido! —Mi voz se rompe un poco y me odio por eso.

Él se inclina hacia mí. —¿Escuchas lo que dices? Pasabas horas de tu vida cuidando de mí, calmándome cada vez que estaba por explotar. No era justo para ti.

—No me importaba si era justo o no, solo quería que estuvieras bien.

Su mandíbula se tensa. —Y yo quería que no te destruyeras conmigo.

Cierro los ojos un segundo.

No quiero llorar aquí.

—¿Sabes lo que fue para mí? —pregunto, abriendo los ojos de golpe—. Llegar a tu casa, hablar con tu mamá que tampoco sabía nada, buscarte en cada lugar donde solías estar. ¿Sabes cuántas noches pensé que estabas muerto?

Él traga saliva. —Lo siento.

—No. —Niego con la cabeza—. No puedes solo decir “lo siento” y esperar que todo esté bien.

—No espero que esté bien. —Se pasa una mano por el cabello—. Solo quiero que sepas que… sigo aquí. Que tal vez no merezca otra oportunidad, pero no quería desaparecer para siempre.

Miro hacia la ventana, al cielo gris.

Pienso en todas las veces que soñé con este momento, con gritarle, con pedirle que me devolviera los años que se llevó. Y ahora que está aquí, lo único que siento es cansancio.

—No sé si puedo perdonarte —digo al fin.

Él asiente. —Está bien. No tienes que hacerlo hoy.

Sus ojos son más claros de lo que recordaba. —Solo… —mi voz baja—. No vuelvas a irte sin decir nada.

Por un segundo, parece que va a sonreír, pero no lo hace. —No lo haré.

Me levanto.

Él no intenta detenerme, pero se queda mirándome mientras me acomodo el abrigo.

Cuando salgo, el aire frío me golpea la cara y me siento rara. Reviso el celular: otro mensaje de William.

Voy a pasar por el pueblo en Navidad. Quiero verte.

Lo bloqueo otra vez. Luego miro el cielo.

Quizás no estoy lista para ninguna de estas conversaciones.

Camino de regreso a casa, sintiendo que Tacker y yo todavía tenemos un capítulo pendiente, uno que no se puede cerrar en una sola tarde.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.