Final Fantasy Xv: El Protocolo de lo Absurdo Real, Temp 1.

Arco 2: Hermandad Creciente. Capítulo 1: – El Refugio Silencioso.

9 de julio 756, noche.

La tienda estaba en silencio, apenas cruzada por el murmullo del viento y el crujir de las ramas. Noctis y Prompto estaban acostados, separados en sus lonas.. y un mundo de cosas no dichas.

Ya no había una tensión incómoda, ni secretos pesados entre ellos. Pero sí una sensación nueva, como si la cercanía fuera ahora más real, más sentida. Desde aquella confesión susurrada —"¿quieres tocar mi brazo?"— todo había cambiado. No por lo físico. Por lo compartido.

Prompto respiraba profundo. No fingía dormir. Solo escuchaba. Noctis también lo hacía. En su silencio, ambos parecían esperar que el otro rompiera esa calma.

—Ey —susurró Prompto, sin girarse—. ¿Estás despierto?

—Sí —respondió Noctis con igual tono—. No podía dormir.

—Yo tampoco...

Un largo segundo. Luego, una risa nerviosa.

—Esto de hablar en voz baja como si estuviéramos escondidos... se está volviendo costumbre —dijo Prompto.

Noctis giró apenas la cabeza, con una sonrisa que no se veía, pero se sentía.

—Supongo que sí. Se siente bien. Aunque ya no hay mucho que esconder, ¿no?

—Supongo que no… Es un alivio.

Hubo un momento de pausa. El tipo de pausa que antes hubiera estado llena de incomodidad. Pero ahora era solo eso: una pausa. Tranquila. Compartida.

—Gracias por no hacerlo raro —dijo Prompto al fin.

—¿El qué?

—Todo esto. Que me dejes ser como soy. Sin bromas. Sin burlas, Me siento... como si por fin pudiera respirar de verdad.

No hay nada raro en cómo eres —respondió Noctis, girándose hacia él, apoyando la cabeza en una mano—. Solo necesitabas espacio para mostrarlo. Es lo que hacen los amigos, ¿no? Darte ese espacio.

Prompto también se giró, encontrándose con su mirada en la penumbra.

—¿Y tú? —preguntó—. ¿Tienes algo que no has mostrado?

Noctis pensó un instante.

—Tal vez. Pero creo que contigo... empiezo a encontrar ese espacio también.

No necesitaron decir más. La noche siguió en calma, pero con una calidez nueva. No tan cerca como para rozarse. Pero lo suficientemente cerca como para saberse acompañados.

14 julio 756, mañana.

El sol brillaba alto sobre el claro donde acampaban. Por una vez, no había entrenamiento, ni caminata, ni monstruos que evitar. Era, como lo llamó Gladio con tono triunfal, "un día libre de verdad". Y para Prompto, eso significaba una cosa: tiempo.

Tiempo para pensar. Para estar cerca. Para comprobar si lo que pasó en la tienda —esas noches lentas, esos gestos tenues, ese permiso tácito— también vivía bajo la luz del día.

—¿Tienes algún plan? —preguntó Noctis, estirándose sobre una roca tibia.

Prompto, que estaba unos pasos más allá, con su cámara en la mano, lo miró como si la pregunta lo hubiera tomado por sorpresa.

—¿Yo? Nada muy emocionante. Tal vez fotos. Tal vez... sentarme. Respirar. ¿Y tú?

Noctis se encogió de hombros, pero no respondió. Solo cerró los ojos, dejando que el sol le calentara la cara. Un gesto sencillo, tranquilo. De esos que Prompto había empezado a admirar sin necesidad de decirlo.

Durante la mañana, no hablaron mucho. Caminaron un poco. Se separaron al buscar leña. Se reencontraron al pie del arroyo. Pero había algo diferente entre ellos: una familiaridad que no necesitaba bromas ni gestos exagerados.

—Ey, ¿quieres jugar? —preguntó Noctis mientras le lanzaba una pequeña piedra redonda.

Prompto la atrapó sin pensarlo.

—¿A qué?

—Tú sacas fotos. Yo trato de adivinar lo que pensabas cuando las tomaste.

—¿Eso es un juego?

—Ahora lo es.

La primera foto fue un tronco con una sombra alargada. Noctis frunció el ceño.

—Pensabas en la forma del árbol... ¿o en cómo esa sombra se parecía a Gladio cuando está molesto?

Prompto se rió.

—Casi. Era la forma. Pero buena teoría.

La segunda era una imagen de sus pies, mojados en el río.

—Estabas tratando de recordar cómo se siente algo fresco en medio de tanto calor —dijo Noctis, esta vez sin dudar.

Prompto lo miró, sorprendido.

—Sí.

A la tercera, una toma lejana del propio Noctis sentado bajo un árbol, hubo silencio.

—¿Y esa? —preguntó Noctis.

Prompto dudó. Bajó la cámara. Su voz bajó con ella.

—No pensaba nada... Tranquilo. Como si el mundo se hubiera detenido solo un poco. Es algo que no se ve a menudo..

Noctis no respondió. Pero algo en su mirada cambió. Se suavizó. Y cuando Prompto se volvió para guardar la cámara, Noctis dijo en voz baja:

—Me pasa eso contigo a veces. Como si todo bajara de volumen.

Prompto no dijo nada. No porque no supiera qué decir, sino porque por primera vez... no necesitaba agregar nada, Saber que él, con su parloteo constante y sus nervios, podía ofrecer esa clase de paz a Noctis, el príncipe sobre quien pesaba tanto, era una revelación. Era como ser un ancla, un lugar seguro en medio del caos

El resto del día pasó sin sobresaltos. Pero cuando el sol se escondía y el fuego comenzaba a chisporrotear, ambos sabían que algo había cambiado.

No era una confesión. No era una gran revelación.

Era confianza. Silenciosa. Mutua.

Y cada vez más fuerte.

16 de julio 756 mañana
La luz del amanecer se colaba perezosamente por la lona de la tienda, tiñéndolo todo de un oro tenue y adormilado. Fuera, el mundo empezaba a susurrar: el trino de un pájaro, el crujido distante de una rama. Dentro, Noctis y Prompto emergieron del sueño casi al unísono, el príncipe con un gruñido ahogado, el fotógrafo con un estiramiento tan exagerado que su saco de dormir pareció quejarse.

Prompto se incorporó, frotándose los ojos con el dorso de la mano. —Uhm, buenos días, ¿dormiste bien?

Noctis, aún recostado, lo miró por encima del hombro. —Como un tronco. Por primera vez en días, el ceño de Ignis no me persiguió hasta el sueño.



#527 en Fanfic
#2001 en Fantasía

En el texto hay: comedia, amistad, final fantasy xv

Editado: 21.09.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.