Final Fantasy Xv: El Protocolo de lo Absurdo Real, Temp 1.

Arco 4: La Gran Confesión, Pesadillas y Caos. Capítulo 1: – El Inicio del Juicio.

27 de julio 756, mañana.

Noctis y Prompto salieron lentamente de la tienda, el sol aún bajo en el horizonte. El aroma del desayuno que Ignis había preparado ya llenaba el aire. Se sentaron en sus sillas plegables alrededor del fuego. El príncipe mordisqueaba una tostada sin mirar a nadie; Prompto ni siquiera podía levantar la vista del plato.

Gladio, frente a ellos, los miraba como un padre que acaba de encontrar la contraseña de la laptop de su hijo adolescente. Ignis, por su parte, solo bebía su té con la mirada fija en el vapor. El silencio se volvió denso, roto solo por los bocados y los tragos. Luego, la sentencia:

—En una hora, entrenamiento. —La voz de Gladio fue cortante, casi solemne—. Prepárense.

Prompto casi se atraganta con su panqueque. Noctis bajó la mirada como si hubiera fallado una misión real. Pasaron los minutos. Se alejaron del campamento, sentándose detrás de unas rocas, cerca del bosque.

—¿Crees que… que nos va a hacer correr con pesas? —preguntó Prompto.

—No. Peor. Creo que me va a hacer tocarte enfrente de él.

¡¿QUÉ?!

—Lo dijo anoche: "Entrenamiento real". ¡Ese es Gladio! ¡Si dice algo, lo hace!

Tengo miedo.

—Yo también.

Y así, cuando la hora llegó, ambos se pusieron de rodillas frente a Gladio. Hicieron dogeza. La tierra tembló de vergüenza. Gladio estaba parado como una montaña, brazos cruzados. Ignis, a un lado, con una taza aún en la mano, observaba con media ceja alzada. Hasta que…

¡CLINK!

Los lentes de Ignis resbalaron por su nariz y cayeron al suelo. Nunca lo había visto, ni siquiera cuando Noctis pidió perdón por haber perdido el Tridente de Lunafreya. Nunca.

Y entonces... la Gran Confesión:

Prompto y Noctis, aún con la frente pegada al suelo, dijeron a dos voces:

—¡Todo empezó con una pose! ¡Solo una! ¡Una noche!

—¡Y luego siguió otra, y otra, y no podíamos parar!

—¡Y él lo palpaba, y yo flexionaba, y él sentía el músculo, y yo apretaba más!

—¡No era intencional! ¡Fue solo… natural!

¡Noctis durmió en mi bíceps!

—¡Y yo lo usé de almohada sin darme cuenta!

—¡Y luego Gladio nos vio! ¡Pero no sabíamos que lo había visto!

—¡Y luego sí lo supimos! ¡Y ahí fue peor!

Gladio exhaló largo.

—Prompto… eso no es para lo que te entrené. No es para impresionar al príncipe. Es para el campo de batalla… ¡Para los enemigos!

Silencio.

Y entonces… ¡PAM!

Un golpe a dos cabezas, como cuchillo descendiendo en diagonal. El eco resonó como el bambú en jardín japonés tocando piedra mojada. Perfectamente sincronizado.

Ambos cayeron hacia adelante, con un quejido: —¡Itaaaaiii…!

Gladio cerró los ojos y se recompuso. Con voz seria, extendió un dedo hacia Prompto:
—Tú. Te voy a arreglar.
Y luego a Noctis:
—Y tú. Aprenderás cómo se toca un bíceps. Con respeto. Con precisión. ¡Como un verdadero caballero de Lucis!

Ignis murmuró desde un costado:
Esto es el final de la civilización.

El Entrenamiento Más Absurdo.

Gladio, con la solemnidad de un monje shaolin, daba instrucciones con tono grave. Prompto se quitó la chaqueta frente a él, y el sol iluminó su brazo.

—Muy bien. ¡Flexiona!

Prompto flexiona el bíceps. Gladio observó con mirada crítica.

—¡Más ángulo en el codo! ¡Contrae desde el hombro, no solo desde el antebrazo!

Noctis observaba, boquiabierto. Gladio se giró hacia él.

¡Tú! ¡Príncipe! ¡Ven aquí! Coloca la mano justo aquí. —Señaló el punto exacto en el pico del bíceps.

Noctis, temblando, obedeció.

—Ahora. Aprieta suavemente. Siente cómo responde el músculo. ¿Lo sientes? Esa es la respuesta. Esa es la conexión.

Ignis ya ni observaba. Estaba sentado bajo un árbol leyendo su libro en voz alta, solo para tapar el sonido de lo que oía. Gladio levantó la voz:

¡Esto no es vulgaridad! ¡Es devoción! ¡Es respeto mutuo entre guerreros!

Prompto, ya avergonzado, musitó:
—¿Y esto… servirá en combate?

Gladio respondió:
—No lo sé. Pero si alguien te ve hacer esto en batalla… Probablemente huyan.

El sol ya estaba alto. El “Entrenamiento Real” había comenzado oficialmente. Noctis y Prompto estaban de pie, espalda recta, como si Gladio fuera el mismísimo Cor. Gladio caminaba de un lado a otro como un sargento.

¡¡Postura!! ¡Flexión controlada! ¡No es un show, es una técnica! ¡Noctis, no toques como si tuvieras miedo de romperlo, pero tampoco como si fuera una roca que quieres partir!

Prompto temblaba, sudando más por la vergüenza que por el esfuerzo.

—¡Y tú, Prompto! ¿Qué es esa contracción floja? ¡Ese bíceps es tu escudo! ¡Tu orgullo! ¡Mírame a los ojos cuando flexionas, soldado!

¡¡Sí, señor!!

Noctis casi se desmaya.
—¿¡¿Dijiste “sí señor”?! No es un pelotón, Prompto!

—¡Perdón, me salió automático!

Ignis… Ay, Ignis estaba sentado bajo el toldo, con los codos sobre las rodillas, manos cruzadas sobre la boca, los ojos bien abiertos detrás de sus lentes. Hasta que… los bajó lentamente. Miró todo. Y exhaló.

Esto es ridículo

Pero no se fue. No. Se quedó. Como quien mira un tren a punto de descarrilar y ya no puede apartar la vista.

Gladio seguía:
—¡Ahora cambio de ángulo! ¡Noctis, posición de observación tres! ¡Desde arriba, con presión en la inserción del deltoides!



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En el texto hay: comedia, amistad, final fantasy xv

Editado: 21.09.2025

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