Noche.
tienda de noctis y prompto.
Despues de un largo dia, llegan a su tienda agotados, se preparan para dormir, pero noctis se da un pensamiento.
—Espera —dijo de pronto, rompiendo el silencio que se había instalado en la tienda. La luz de la luna apenas entraba por una pequeña rendija, dejando a ambos en penumbra.
Prompto, que ya estaba acomodándose en su saco, se enderezó un poco.
—¿Sobre qué? ¿Todavía con lo de los protocolos de Ignis? ¿La coronación con bíceps? Noctis, creo que ya es hora de que lo dejemos ir.
Noctis soltó un leve bufido, pero no fue de frustración, sino de cansancio.
—No. Sobre... lo que dijo Gladio. Sobre el entrenamiento.
—¿El "Sí, señor"? —Prompto se rió un poco, aunque la risa sonó forzada.
—No. La otra cosa. "Eso no es para lo que te entrené. No es para impresionar al príncipe." —La voz de Noctis era baja, casi un susurro.
Prompto se quedó quieto. El recuerdo de la burla le trajo de vuelta una sensación de vergüenza y el nudo en el estómago.
]—Ah... eso. No importa. Gladio solo estaba bromeando. Ya sabes cómo es.
Noctis giró su cuerpo para mirarlo de frente en la oscuridad.
—No. No fue una broma para ti. Lo vi en tu cara. Y eso me hizo pensar… si alguna vez me enojo contigo, ¿qué harás? ¿Te alejarás un tiempo? ¿O vendrás corriendo a abrazarme como un hermano mayor? ¿O menor?
Prompto lo miró fijamente un momento, sin saber si reírse o pensarlo en serio. Bajó la mirada, rascándose la nuca.
—No sé… —dijo al fin—. Tal vez un poco de todo. Si te enojas, probablemente me pondría nervioso, no voy a mentir. Tal vez te dé espacio… o tal vez me aparezca con una soda y te diga "hazme matonismo pero no me ignores".
Noctis alzó una ceja, sin esperar esa respuesta.
—¿En serio?
—Sí. Porque aunque actúes como el tipo callado y “cool”, eres importante para mí. ¿Es raro?
Noctis se quedó callado un momento.
—No. Es honesto.
Prompto sonrió con algo de alivio.
—Además, no es dependencia… es... no sé. ¿Lealtad? ¿Confianza? No me pasa con cualquiera, eh. Si fueras solo el príncipe serio que frunce el ceño, hace rato habría pedido cambio de grupo.
Noctis sonrió apenas, desviando la vista.
—Agradezco que no lo hayas hecho.
—De nada, Su Majestad. Ahora... ¿vas a dejarme darte un abrazo fraternal o vas a convertirlo en un combo de evasión y magia de hielo?
—…Solo si no aplastas mis costillas con esos bíceps.
—¡Sabía que los notaste!
Noctis bajó lentamente los brazos, miró al suelo por un momento, y luego alzó la vista hacia Prompto, un leve suspiro saliendo de sus labios.
—Ok... vamos a probar ese abrazo fraternal —dijo con voz un poco más baja—. Aunque aún me siento... vergonzoso. Y nervioso.
Prompto lo miró con los ojos un poco más abiertos, como si no esperara que Noctis diera ese paso.
—¿En serio? ¿Tú? ¿El príncipe de piedra?
Noctis le lanzó una mirada rápida.
—Toda mi vida he sido gruñón. Cerrado. Silencioso. Solo tenía a mi padre… y a Luna. Pero incluso con ellos... había distancia. Obligaciones. Silencios que uno finge que están bien.
Se acercó un poco, sin mucho drama, como si cada paso fuera más difícil de lo que parecía.
—Quizá... necesito algo diferente. Algo que no sea una misión o un destino. Tal vez un poco de cariño, del bueno. ¿Más allá de lo formal, sabes?
Prompto sonrió suave, casi con ternura. Luego, con calma, dio un paso adelante.
—Entonces prepárate, porque no soy de los que abrazan con protocolo.
Y sin esperar más, lo abrazó despacio pero con firmeza, dándole un apretón fraternal, cálido, de esos que no dicen “pobrecito” sino “estoy aquí”.
Noctis, algo rígido al principio, dejó que sus brazos subieran con torpeza y devolvió el gesto. No sabía bien cómo se hacía eso, pero sí sabía que no se sentía mal.
De hecho… se sentía sorprendentemente bien.
—Gracias, bro —susurró Prompto, sin aflojar el abrazo aún.
Noctis cerró los ojos un segundo.
—…Igualmente.
Después de varios minutos en silencio, separados ya del abrazo, Noctis se pasó una mano por el cuello, como intentando procesar lo que acababa de ocurrir. Miró a Prompto con una expresión diferente. No de superior, ni de líder… sino de alguien que acababa de ganar algo que no sabía que necesitaba.
—Vaya… —dijo al fin—. Eso fue... diferente. No lo esperaba. Pero sí… creo que acabo de encontrar un hermano.
Prompto sonrió, tímido, frotándose la nuca con una mezcla de alegría y vergüenza.
Pero entonces Noctis entrecerró los ojos, como si algo lo hubiera alcanzado de golpe.
—¡Espera un momento!
Se volvió hacia él más serio..
—¿Dijiste hace rato eso de… "hazme matonismo pero no me ignores"?
Prompto se tensó un poco, como si lo hubieran pillado con algo que no quería explicar.
—Eh… ¿yo? Bueno… eso fue más una broma, sabes...
Pero Noctis negó con la cabeza, lento.
—No. No es solo una broma. Eso… suena a algo más profundo. ¿Por qué dirías eso? ¿Acaso... quieres que descargue mi furia en ti? ¿Eso te haría sentir mejor? ¿Eso es lo que crees que mereces?
Su tono no era acusador, pero sí intenso. Casi dolido por dentro.
—¡Te afectará en el fondo, Prompto! Y eso que nos conocemos de hace años.
El silencio cayó unos segundos. Noctis no se detuvo.
—Y sin embargo, lo aceptas todo. Aunque diga algo incómodo, una palabrota, incluso si accidentalmente te empujo, por decir un ejemplo, o me molesto... ¡ni te quejaras! ¿Por qué?
Noctis dio un paso adelante.
—¿Quién te enseñó que está bien sufrir así? ¿Fue en la secundaria? ¿Fue cuando... estabas más pesado? ¿Sufriste?
Prompto bajó la mirada. Su sonrisa ya no estaba. Respiró hondo, pero no respondió de inmediato. El aire se volvió más denso entre ellos, como si estuvieran en medio de una verdad que ambos sabían que ya no podía esquivarse.