La tienda de campaña quedó en silencio. Ambos miraban la bandeja como si fuese un artefacto maldito… o sagrado. El guiso de Daggerquill estofado aún despedía un leve vapor, como si respirara. Era inquietante. Era… tentador.
Prompto fue el primero en romper el silencio:
—Bueno… si Sebastián se tomó la molestia de hacer esto…
—No digas ese nombre en voz alta —dijo Noctis, aún en trance.
—Perdón… —bajó la voz—. Pero hay que admitir que huele bien…
Noctis suspiró.
—No puedo creer que estemos diciendo esto… pero… ¿vamos a comernos un Daggerquill?
—¡Bromeas, pero se ve mejor que los de los restaurantes de Insomnia!
Ambos se acercaron lentamente, como arqueólogos frente a una reliquia peligrosa. Prompto agarró una cuchara de metal. La sostuvo con ambas manos.
—¿Juntos? —preguntó, como si fueran a saltar desde una cornisa.
Noctis asintió.
—Juntos.
Al primer bocado, se miraron con sorpresa.
—¡Questo... è buonissimo!! —dijo Prompto en un idioma extraño.
Noctis lo miró, levantando una ceja.
—¿Hablas raro?
—Tiene jengibre, pimienta negra… ¿es esto… tomates?
—¡¿Y cúrcuma real?! ¡Ignis está loco, pero cocina como un demonio gourmet!
Siguieron comiendo. Bocado tras bocado. Era picante, potente, perfectamente balanceado, como si estuviera diseñado para nutrir exactamente los paladares más exigentes.
Hasta que llegaron al cartelito comestible.
Noctis lo sostuvo entre los dedos, leyó en voz alta:
—"No hay ganancia sin dolor. Cortesía de Sebastián."
Se miraron.
—Esto es un mensaje, ¿verdad? —dijo Noctis, con el ceño fruncido.
—Un aviso. —dijo Prompto.
—Como una firma.
—Como… una maldición.
Ambos tragaron saliva al mismo tiempo.
—¿Lo comemos? —dijo Prompto.
—Ya estamos hasta el cuello —resopló Noctis.
Y se lo comieron.
Un silencio cósmico cayó sobre la tienda. Se recostaron en sus colchonetas, sus estómagos llenos y sus mentes girando.
—¿Y si… Ignis es un demonio mayordomo? —susurró Prompto.
—Ya no descarto nada. Mañana puede aparecer con alas de murciélago y lo acepto.
—¿Crees que ahora pueda sentir mis pensamientos con “la fuerza”?
—Mejor no pienses nada.
Una hora después...
El cielo estaba oscuro, tachonado de estrellas, pero la tienda principal de entrenamiento estaba iluminada por lámparas colocadas estratégicamente por Ignis. El suelo estaba impecablemente despejado, una lona extendida marcaba el área central del campamento, como si fuera un tatami ceremonial.
Prompto y Noctis llegaron puntuales… pero arrastrando los pies. Aún sentían el curry revoloteando en sus estómagos y la escena anterior no ayudaba. Sin embargo, ambos estaban vestidos con ropa de entrenamiento, toallas al cuello y una mezcla de temor y resignación en sus rostros.
Ignis apareció desde la oscuridad como un espíritu vengador… o un presentador de programa de cocina victoriano. Aún llevaba puesto el traje negro con líneas elegantes, aunque ahora con los lentes normales en su lugar. Su tono era seco, afilado, y con un dejo melodramático.
—Bienvenidos al entrenamiento especial nocturno para la dignidad perdida de Lucis.
Gladio cruzaba los brazos, apoyado en un árbol cercano, observando todo con la expresión de alguien que no sabía si intervenir o pedir palomitas.
Ignis caminó con precisión hacia el centro de la lona, con sus pasos firmes y pausados.
—Príncipe, ha dejado que la preocupación lo consuma. Prompto... usted permitió que su bíceps dominara la narrativa. Es hora de reestablecer el equilibrio. Por tanto... se procederá al “entrenamiento espejo”.
Prompto y Noctis se miraron como si acabaran de escuchar la invocación de una criatura mitológica.
—¿Entrenamiento espejo...? —susurró Prompto.
Ignis continuó:
—Príncipe Noctis, usted será quien flexione esta vez. Prompto, usted ejecutará la inspección visual y táctil. Con precisión, sin exageración, sin... exhibicionismo.
Noctis abrió los ojos como platos.
—¡¿Yo qué?!
Ignis simplemente ajustó sus guantes de cuero sin mirarlo.
—Sí, príncipe. Esta vez... usted mostrará.
Prompto intentó contener una risa nerviosa, pero luego se ahogó en su propia garganta al ver la mirada que Ignis le dirigió.
—Y usted, Prompto... será evaluado por su compostura. Esto ya no es una broma adolescente. Es un ejercicio de temple.
Ahora. Comiencen.
Gladio dejó escapar una carcajada al fondo, apenas audible, mientras cruzaba los brazos aún más fuerte.
Noctis, como si fuera a la ejecución, levantó el brazo con torpeza. El bíceps estaba allí, moderadamente marcado, tenso por el frío y los nervios. Prompto tragó saliva, dio un paso adelante y levantó la mano lentamente, como si se acercara a un artefacto prohibido.
Sus dedos hicieron contacto.
Silencio.
Ignis observaba con una libreta en mano.
—Demasiado tímido, Prompto. Necesito precisión.
Prompto aumentó ligeramente la presión de los dedos.
—Noctis... el brazo, más firme. No estás pescando. Estás representando a Lucis.
Noctis flexionó con más fuerza.
La tensión en el aire era tal que hasta los grillos dejaron de sonar.
—¡Suficiente!
Ignis dio una palmada seca. Ambos retrocedieron como si una chispa hubiera saltado.
—Han demostrado progreso... pero también, fragilidad emocional. Requieren más disciplina. Por tanto...