La tienda está en absoluto silencio. El soplido del viento entre los árboles parece arrastrar murmullos.
Noctis se revuelve bajo su manta. Prompto frunce el ceño incluso dormido. Ambos están profundamente dormidos.
Y entonces…
La pesadilla empieza.
Están en un salón de trono inmenso, de mármol blanco y columnas que se elevan hasta perderse en la neblina.
Todo está en silencio, excepto el tic-tac lejano de un reloj invisible.
Ambos están allí, vestidos con trajes ceremoniales negros, con cuellos altos y brocados dorados. Frente a ellos, una multitud callada. Hombres y mujeres de gala. Lunafreya al frente. Regis al costado. Cid incluso.
Y al centro de todo, sobre un estrado: Ignis, vestido con su uniforme real, ajustado, elegante. Pero el detalle que los hiela es ese mismo lente monocular, brillando con la luz celestial.
Ignis levanta una mano con un guante blanco.
Habla con voz amplificada:
—“Se inicia la demostración real de vínculo físico.”
La multitud asiente con gravedad.
Gladio, a la derecha, se cruza de brazos.
Lunafreya, serena, sonríe con aprobación.
Entonces Noctis da un paso adelante, con un pergamino en mano, temblando.
—Yo… como príncipe heredero… juro realizar… el contacto real… del bíceps…
Todos lo observan.
Prompto, que está en una tarima elevada, uniforme sin tirantes, con luces, flexiona como en cámara lenta, mientras los coros de fondo entonan algo en latín.
Todo es majestuoso. Y aterrador.
Noctis avanza con la mano estirada…
La toca. El bíceps.
Un ¡DING! suena. Como de microondas.
Todo se detiene.
Ignis señala con el dedo (ese dedo), y dice:
—“¡Inaceptable! La presión del toque fue inferior al 32.1% del protocolo C.3 del tratado regio de contacto físico. Repita.”
—¡¿Qué?! —grita Noctis, mientras la multitud murmura y lo juzga.
Lunafreya se pone de pie, alza un cartel gigante: "APROBADO… CONDICIONAL."
Gladio ríe. Y entonces, el techo se parte en dos, y un bíceps gigantesco desciende del cielo, como una deidad, palpitando con luz propia.
La voz de Ignis, multiplicada como un eco:
—“El bíceps absoluto ha llegado. Y ninguno está listo para tocarlo…”
Ambos despiertan al mismo tiempo.
—¡¡¡AAAAHHHHHH!!! —gritan los dos, sentándose de golpe.
El sudor frío en la frente. Respiración agitada.
Se miran entre sí, jadeando.
—¡¿Tuviste también el sueño del salón de trono?! —dice Prompto.
—¡Sí! ¡Y estabas flexionando frente a todo el mundo! ¡¿Y el bíceps gigante del cielo?!
—¡¡Sí!! ¡Y Lunafreya con el cartel! ¡Y los cánticos!
Ambos se abrazan brevemente, como quien sobrevive a una invasión alienígena.
Silencio.
Noctis, tembloroso:
—…Creo que necesito… café. Muy fuerte.
Prompto asiente:
—Y una nueva identidad. En otro continente.
Y en la distancia, se escucha algo.
Clink.
Un sonido metálico...
Ignis estira el brazo desde fuera de la tienda y cuelga algo en el gancho de la entrada.
Un reloj antiguo de cadena.
La aguja se acerca a la hora.
El entrenamiento especial... está por comenzar.
La tienda está en silencio. Solo se escucha la tela crujir por el viento nocturno, y de vez en cuando el chillido lejano de algún bicho nocturno. Prompto y Noctis están sentados sobre la lona, aún con la cara pálida por la pesadilla compartida. Sus sacos abiertos, el pelo revuelto, y las manos aún temblorosas.
Noctis mira el reloj colgado por Ignis, que cuelga exacto al centro de la entrada de la tienda.
—Faltan… once minutos, Prompto.
—¿Once minutos para morir? —dice Prompto, ajustándose las rodillas contra el pecho—. ¿O para arrodillarme mientras tú le tocas el bíceps a Ignis vestido como Vader?
—Ni lo digas —Noctis se pasa la mano por el rostro—. ¿Por qué nosotros?
—Porque no escapamos cuando aún podíamos…
Silencio.
Entonces Noctis se pone de pie, estira los brazos con lentitud. Sus músculos duelen, pero su dignidad más.
—Voy a… a prepararme. Si esto va a ocurrir, necesito mentalizarme. Respirar. Controlar el temblor en mis dedos.
Prompto se pone en pie también, lo mira con gravedad:
—¿Vas a practicar el toque?
—Voy a ensayar el saludo respetuoso y firme —dice Noctis con solemnidad—. Y luego, el toque controlado en zona superior del bíceps. Presión suave. Pulgar separado. Como me dijo Gladio una vez… para que no parezca raro. Ni clínico. Ni... traumático.
—Eso fue muy específico.
—Lo es. Lo es todo ahora.
Prompto asiente. Luego él también se pone derecho. Levanta un dedo al aire.
—Y yo practicaré mi expresión. Me pondré de rodillas como dijo… pero mostraré respeto, pero no sumisión. Admiración, pero no obsesión. Quiero que mi mirada diga: “Respeto el entrenamiento… pero aún soy libre.”
Noctis lo mira y asiente con respeto.
—¿Qué pasa si... fallamos?
—Entonces Ignis dejará de ser Ignis... y será Lord Ignis: Devastador de la Dignidad Real.
Ambos tragan saliva.
El reloj hace tic.
Faltan tres minutos.
Entonces escuchan afuera... pasos.
Lentos. Rítmicos. Firmes.
La sombra se dibuja detrás de la lona.
La silueta de Ignis.
Alto. Brazos cruzados. Paciente.
El reloj suena. La hora ha llegado.