La mañana avanza lentamente mientras la tensión no deja de crecer en los corazones de Noctis y Prompto. Después de desayunar en silencio, aún con la carta de Luna como una losa sobre sus hombros, ambos se acercan a Ignis, quien se encuentra revisando unos utensilios de cocina con su elegancia habitual.
Noctis, algo serio pero sin perder la compostura, se detiene frente a él.
—Ignis… ¿usted llamó o envió una carta a Luna?
Ignis apenas levanta la vista, su expresión serena.
—No, señorito… no he enviado carta alguna a la Señorita Lunafreya. —Hace una pausa elegante, luego gira suavemente sobre sus talones para alejarse un par de pasos—. Aunque debo confesar… lo de anoche, lo de “Sebastián”... fue solo una pequeña broma.
Se aleja con su usual tono educado, como si no pasara nada.
—¡¿¿Qué?!? —dicen Prompto y Noctis al unísono, con la mandíbula a medio caer.
—¡Ignis! —insiste Noctis, con una mezcla de nervios y urgencia—. Hace unos días llegó una carta de Lunafreya, le respondí… y justo ayer llegó otra. Dice que vendrá al campamento en unos días. Y está entusiasmada por el "evento"… —hace comillas en el aire con los dedos, tragando saliva—. ¡Ignis! ¡Ella no sabe lo del entrenamiento del bíceps!
Ignis se detiene en seco.
En el silencio, se escucha el leve viento sacudiendo las lonas de las tiendas.
Lentamente, se da vuelta hacia ellos… y por primera vez, el pulso de la elegancia se rompe.
Los lentes le tiemblan en el rostro.
Caen.
Su compostura también.
Los tres se quedan en silencio.
Prompto retrocede un paso. Noctis parpadea, sin saber si acaba de ver lo imposible.
Ignis, aún mirando al frente, en shock, solo murmura:
—¿La Señorita… vendrá aquí?
La escena queda congelada.
Un mayordomo sin lentes. Un príncipe al borde del colapso. Un rubio que parece haber visto un fantasma.
Noctis y Prompto se miran como si acabaran de activar sin querer una invocación prohibida.
Ignis, aún en silencio, se agacha lentamente a recoger sus lentes. Pero, cuando intenta ponérselos, sus manos tiemblan. Los limpia con un pañuelo... y los guarda. No dice una palabra más, simplemente se gira y se marcha hacia su tienda con una elegancia afectada, como si estuviera reconstruyendo su dignidad paso a paso.
Prompto y Noctis quedan solos junto a la fogata, que chisporrotea suavemente. Prompto da una vuelta sobre sí mismo y agarra su cabello con ambas manos.
—¡¿Qué hacemos ahora?! ¡¿Nos va a ver haciendo… lo del entrenamiento?! —dice en un susurro angustiado—. ¿Y si llega con Cindy… o Iris… o Aranea? ¡Estoy muerto! ¡Muerto tres veces!
Noctis se sienta sobre una caja vacía, dejando caer la cabeza entre sus manos.
—No sé qué es peor… que venga, o que nos pregunte “cuál es el evento” y tengamos que… explicárselo.
Prompto da dos pasos y se detiene, se gira hacia Noctis y lo señala como si hubiera recordado algo importante:
—¡Tenemos que planear algo! Algo serio. Una estrategia de supervivencia. ¡Un nuevo protocolo real de emergencia tipo bíceps–nivel uno!
—¿Con nombre y todo? —murmura Noctis.
—¡Claro! —dice Prompto—. “Operación Camuflaje Muscular”. ¡Entrenamos sin que parezca que entrenamos! ¡ yo Flexiono sin flexionar! ¡Actuamos casuales!
—¿Y cómo entrenas los bíceps sin flexionar?
Ambos se quedan en silencio.
—…tenemos que practicar eso —susurran al mismo tiempo.
De pronto, Gladio se asoma a lo lejos, viendo a ambos con las manos en la cabeza y murmurando cosas raras. Se rasca la nuca y dice:
—¿Y ahora qué les pasa a esos dos?
Noctis y Prompto están escondidos detrás de unas cajas, cada uno con una lata vacía en las manos. Se miran con solemnidad.
—Bien… —susurra Prompto—. Entrenamiento bíceps–nivel uno, camuflaje activo. Flexión silenciosa.
—¿Estás seguro que esto funciona?
—¡Confía! Lo vi en una serie. ¡Cuando alguien finge estar ocupado con otra cosa, nadie nota lo que hace de verdad! —dice mientras sostiene la lata al frente como si limpiara su superficie—. Solo sigue el movimiento y tensa el bíceps… ¡pero finge que estás lustrando!
Noctis intenta imitarlo, mirando su propia lata con sospecha.
—Esto es lo más tonto que he hecho…
—¡Pero nadie sospecha! —dice Prompto mientras flexiona discretamente y mueve los hombros como si bailara el ritmo de la limpieza—. ¡Mira! ¡Estoy trabajando! ¡Mira mi desempeño!
En eso, Gladio aparece caminando con una rama en la boca, como si hubiera salido a buscar leña. Los ve… lustrando latas. Se detiene. Los observa. Ellos no se dan cuenta aún.
—…¿Qué están haciendo?
Noctis y Prompto se congelan como estatuas. El silencio es total.
—¿Están… puliendo latas?
Prompto improvisa como si su vida dependiera de ello:
—¡Es… parte del nuevo régimen real de sostenibilidad energética! ¡Reciclaje de combate!
—¿Reciclaje de…? —Gladio frunce el ceño—. ¿Dónde está Ignis?
Ambos se miran.
Noctis, con vergüenza, responde:
—…Recogió sus lentes… y se fue a pensar. A su tienda. Desde que leyó la carta…
—…la que dice que Lunafreya viene al campamento… —agrega Prompto—. Con posibles invitadas… femeninas.
Gladio abre los ojos como platos.
—¡¿Qué?!
Noctis guarda silencio por unos segundos.
—…Eso explica por qué lo vi escribiendo frenéticamente con una pluma… y quemando hojas de papel. Estaba murmurando algo como “esto arruina mi ecuación de eficiencia de protocolo”.