Ignis entrecerró los ojos mientras recorría la tienda con la mirada. La mesa rota, la lámpara colgando de lado, las marcas de quemaduras en la lona por los hechizos fallidos y, en medio del caos, Prompto, Noctis y Gladio de pie como si nada hubiera pasado.
Silencio absoluto.
—... —Ignis exhaló lentamente, su sombra alargándose con la luz tenue de la tienda. Su postura cambió, su aura se volvió densa.
—Modo Darth Ignis: activado.
-suena La Marcha Imperial…-
De repente, se escuchó un ¡CLACK! seco y firme: la mano enguantada de Ignis golpeó las cabezas de los tres con una precisión quirúrgica. Un sonido idéntico al bambú golpeando piedra en un jardín zen japonés retumbó en la tienda.
¡Tok! ¡Tok! ¡Tok!
—¡¿En qué estaban pensando?! ¡¿Destruir la tienda como un trío de moogles poseídos por un flan gigante?! —reclamó Ignis con voz grave.
Los tres se arrodillaron en perfecta sincronía, haciendo una dogeza impecable con sus frentes contra el suelo, como si fueran discípulos rogando por su vida.
Ignis se giró hacia Gladio lentamente.
—Tú... fuiste el primero en huir... ¿no? —dijo con voz casi sin aire, como un cazador contemplando a su presa.
—¡Espera, espera! ¡Yo solo—! —empezó Gladio, pero ya era tarde.
Ignis lo tomó del cabello con elegancia aterradora y comenzó a arrastrarlo hacia la tienda, como un velociraptor que había cazado su cena. Gladio extendía la mano hacia Prompto y Noctis con ojos como platos, boca abierta, cara de “¡sálvameeee!”.
—¡CHICOS! ¡DÍGANLE QUE TODO FUE IDEA DE PROMPTO!
Ignis seguía arrastrándolo sin inmutarse.
Los otros dos solo podían arrodillarse y mirar la escena. Justo cuando Ignis y Gladio cruzaban la entrada de la tienda, Ignis volteó el rostro. Lentes brillando intensamente. Sonrisa malévola. Y shhhp, la lona se cerró por sí sola como si tuviera voluntad propia.
El silencio volvió por un segundo... hasta que el cielo nocturno comenzó a cubrirse de nubes.
Prompto y Noctis miraron al firmamento. Las nubes formaban una imagen... lentamente... sus cabezas se inclinaron como cachorros confundidos.
Una sonrisa gigante... unos dientes perfectos... ¡era Gladio! Un ojo cerrado como si gruñera, y su pulgar levantado como si aprobara el castigo. Era... ¿una bendición?
—F por Galdio... —susurró Prompto, impresionado.
—¿F que...? ¿Qué es eso...? —preguntó Noctis, desconcertado.
Prompto lo miró y le puso la mano en el hombro.
—Mejor alejémonos...
Caminaron lentamente hacia su tienda. Pero cuando estaban a medio camino…
-la música suena aun mas fuerte-
¡REEEEEAAAAARRRRRGHHH!
Un chillido gutural, mezcla entre velociraptor y gremlin poseído, retumbó desde la tienda de Ignis.
Ambos se detuvieron. Gotas de sudor recorrieron sus frentes. La fuerza —invisible pero innegable— comenzó a rodear sus cuellos como una serpiente. Se giraron lentamente.
Desde la tienda de Ignis, se veían destellos azules y violetas iluminando las paredes. Sombras proyectadas desde dentro mostraban a Gladio en dogeza temblorosa y a Ignis... ¡disparando rayos desde los dedos al suelo! Un espectáculo que habría hecho orgulloso al mismísimo Palpatine.
-la música termina-
—¡¿ESTÁS VIENDO ESO?! —gimió Prompto.
—¡NO DEBERÍAMOS ESTAR VIENDO ESO! —gritó Noctis.
Corrieron hacia su tienda, se lanzaron sobre sus lonas y cerraron el cierre con desesperación.
Ambos cayeron boca arriba, mirando al techo con el corazón latiendo a mil.
—Este día... —susurró Prompto con voz temblorosa— fue legendario.
—O... el principio de nuestro final —añadió Noctis, jadeando.
—¿Crees que sobrevivamos hasta la carta?
—...Solo si no usamos más magia por hoy.
Y así, con la tienda temblando por los rayos de Darth Ignis y Gladio soltando gritos ahogados de arrepentimiento, la noche siguió su curso, dejando a Prompto y Noctis temblando... y esperando que mañana fuera ligeramente menos explosivo.