¡Hola a todos!
¡No puedo creer que ya estemos en el final de la primera temporada de “El Protocolo del Absoluto Real”! Es una locura, ¿verdad? Para mí, ha sido un viaje increíble, y honestamente, me he reído muchísimo escribiéndola.
Todo empezó con una idea chiflada:
¿qué pasaría si a Prompto se le ocurriera una obsesión con sus bíceps, y Noctis terminara siendo su cómplice? ¡La respuesta, como vieron, es puro desastre cómico y un montón de momentos que me sacaron carcajadas mientras los escribía!
Adoré cada parte de este proceso. Desde ver a Prompto crecer y ganar esa confianza tan suya, hasta cómo Noctis, nuestro príncipe algo gruñón, se fue abriendo a esta amistad tan peculiar. Y ni hablar de Gladio e Ignis... ¡esos dos son el combo perfecto para añadirle ese toque de “padres exasperados pero adorables” a la mezcla! Siempre me preguntaba qué nueva ocurrencia se les ocurriría para “entrenar” a los chicos.
Lo que más me llevo de esta primera temporada es cómo algo tan aparentemente tonto —como la flexión de un bíceps— pudo convertirse en el motor de una amistad tan profunda y real. Esa conexión entre Noctis y Prompto, esa forma en que se apoyan y se entienden, incluso en las situaciones más vergonzosas, es lo que hace que todo valga la pena.
¡Nos vemos en la Temporada 2! ¡Prepárense para más risas, más bíceps legendarios, mas caos, mas malentendidos y un sinfín de momentos absurdos que solo ellos podrían vivir!
muchas gracias por leerlo!.