Escuché las bombas explotar, las puertas abrirse y a las personas que estaban fuera de la iglesia gritando. Me quedé extrañado cuando escuché muy claramente el sonido de cuerpos cayendo al piso, metales chocando entre sí y el sonido de mi cabeza estampada contra el suelo. Sentí chorrear un líquido por mi oreja y luego pasando por mis cejas hasta bloquear mi vista. Solo veía rojo. Al instante también dejé de sentir cada parte de mi cuerpo, ni siquiera sabía si seguía en el piso puesto que había perdido completamente el sentido del tacto. Mis pupilas cayeron sin mi consentimiento y empecé a sentir un sabor espeso en mi boca que estaba semi abierta, un sabor a sangre. Esperé a que terminara, quería que, sea lo que estuviera pasando, sea un terrible y mal sueño. Pero no era así.
- Horacio...
Ese era mi nombre. Sí, lo era. Una voz que no reconocía en ese momento me estaba llamando.
- ¿Quién eres?.
Cuando pronuncié esas palabras, me di cuenta que ya podía hablar.
- A ver, Horacio, deja de hacer el gilipollas y levántate.
Abrí los ojos al instante, era Volkov.
- ¿V-Volkov? U-usted... ¿Estoy soñando?.
Mi cerebro estaba hecho un caos. Pensé en cómo era posible que Volkov estuviera aún con vida, frotando mis ojos sin creerlo, cuando el EMS dijo claramente que las posibilidades de que sobreviviera eran muy pocas. ¿Al final sí estaba bien? ¿Se había recuperado?
- ¿Volverá a decirme que soy un ángel o se va a levantar de una buena vez?.
Sin dudas era él. ¡Era Volkov!.
Me levanté velozmente y lo abracé. Enserio era él.
- Pensé que lo había perdido para siempre. - no pude evitar decir.
Fruncí el ceño cuando me di cuenta que Volkov no me había alejado. No le había pedido permiso, y era raro que me dejara abrazarlo sin su consentimiento. Fue entonces que dejé de abrazarlo y lo observé a detalle. Estaba vestido con prendas claras casi blancas. Ese no era su estilo. Alcé mi vista analizando su rostro. Confirmado, sí era él.
- ¿Se va a quedar callado, Horacio?.
Volkov estaba sonriendo, como si le alegrara verme. Su sonrisa era sumamente maravillosa. No puedo evitarlo, este chico me tiene loco.
- ¿Por qué repite tanto mi nombre? ¿Y por qué se viste así?. - dije señalando su atuendo.
- ¿No te gusta? Es el nuevo Viktor Volkov. Un ruso feliz, sin prejuicios, sin luchas, libre y.. al lado de la persona que tanto esperaba volver a ver. Te estaba esperando, Horacio.
Tomó mis manos.
Mis mejillas se tornaron rojas, repitiendo cada palabra que había pronunciado en mi cabeza. Sentí mi rostro arder y, al mismo tiempo, Volkov apretando mis manos llamando mi atención.
- ¿Se encuentra bien?. - me preguntó, preocupado y burlón a la vez.
- S-sí y-yo...
Soltó una de mis manos y puso un dedo en mis labios. Quedando fijo en mis ojos.
- Usted es demasiado para mí ¿no se lo había dicho?.
- Em.. N-no...
- Lamento no habérselo dicho, en todo caso. Me refiero.. Me sienta mal no haberle dado una oportunidad antes. Pero ahora sé que es lo que realmente quiero.
Sonrió y se arrodilló. Yo estaba sin saber qué decir o qué hacer. Besó una de mis manos y me observó con detenimiento. Casi podía escuchar mi corazón y el de él palpitando fuertemente.
- Lo quiero a usted, Horacio.
- V-Volkov...
Mis ojos inconscientemente se aguaron, y Volkov se levantó de inmediato. Me abrazó y me susurró al oído.
- Al fin puedes ser quien eres, puedes ser mi Horacio, el Horacio que tanto me hace feliz y al que amo. Puedes ser tú. Y yo al fin puedo ser yo.
- ¿L-lo está diciendo en serio?.
Sonreí cuando empezó a asentir varias veces con la cabeza y una sonrisa en su bellísimo rostro.
En ese momento me quedé pensando y me di cuenta de muchas cosas.
1. No estábamos en Vinewood.
2. Yo también vestía con prendas claras.
Y 3. Cada uno tenía un aura puesta sobre nuestras cabezas.
- ¿He muerto?.
Volkov tomó mi rostro, viendo como empezaba a tener pequeños espasmos de pánico, e hizo que lo volviera a ver a los ojos. Sus ojos eran realmente hermosos.
- Eres libre. SOMOS libres, solo piensa en eso, que al fin estamos los dos siendo felices.
Tenía razón. Me sentía bien, me sentía feliz. Volví a estar calmado cuando me dijo eso.
- "Me gustas ¿Te gusto?". - pronunció casi riéndose.
Le di un pequeño empujón y me reí también.
- Me gustas. - le contesté.
Se acercó a mí y me dio un suave y delicado beso en los labios. Todo era justo como lo imaginada. No muertos pero.. entienden mi punto ¿Verdad?.
Apreté mis manos con las suyas mientras correspondía el beso. Me alejé de él con una sonrisa, y él estaba igual de contento que yo.
- ¿Nos vamos?. - me preguntó dando un beso en una de mis mejillas.
- Vámonos. - dije sonrojado.
Miramos al frente y empezamos a caminar a la par. Hacia una luz que resplandecía en demasía y que, raramente, recién había notado.
Fue el fin de una era de dolor.
Y el comienzo de una hermosa travesía.
Semper Fi.
Fin.