Capítulo 3
Frente a mí solo hay hojas, ramas y árboles. No sé cómo explicarlo pero al ver a mi alrededor se siente como si yo fuese la única persona en este lugar y a su vez como si miles de ojos estuviesen viendo y asechando.
Sin decir nada ella sale de lo que era un baño y ahora es un árbol hueco.
-Andando- es la única palabra que sale de su boca.
* * *
Llevamos horas caminando, le falta poco al sol para ocultarse y estoy totalmente agotada. Todo lo que veo a mi alrededor es totalmente igual que al inicio, no quiero morir pero ya estoy harta de todo esto, además…
Ella se detiene abruptamente y me hace una seña con su mano para callarme.
-¿Qué suced…
Siento su mano tocar mi boca para callarme mientras que mi rostro se torna de un tono rojizo.
Al verme tan sorprendida ella me da con su mirada un perdón y quita lentamente su mano de mí, saca poco a poco una daga de su cinturón y justo cuando voy a hacer un escándalo. Esa sensación. Algo. Hay algo.
La volteo a ver y se nota su preocupación, hay algo a nuestro alrededor pero aun no logro ver que es, solo lo siento, es ridículo, pero hace frio, y se puede sentir desesperación. Tristeza.
Veo ramas moverse en todas partes y ya no sé si estoy alucinando sombras o si enserio las hay.
No entiendo para nada lo que sucede aquí, pero Lizet se mueve cuidadosamente y procedo a imitar sus pasos. Estoy muy asustada y no dudo que la ansiedad comience a hacer efecto en unos segundos.
Ella me enseña una nota: NO HAGAS RUIDO. MUEVETE RAPIDO. NO HABLES.
Puede que entienda absolutamente nada de lo que sucede, pero no pienso arriesgarme a hacer algo de lo cual me arrepienta después. Callada me siento más segura… ¡¿QUE DEMONIOS ES ESO?!
Siento como mi cuerpo se siente débil y por poco me desmayo, pero no pienso caerme, hacer ruido, y dejar que esas horribles cosas me coman.
Sea lo que sean esas cosas. Son espantosas. Son altos; y eso a lo que le llamamos rostro, ellos no lo tienen y, ni hablar de sus oídos, son simplemente dos orificios gigantes.
Es escalofriante.
Miro a Lizet a los ojos y todo lo que emana ella es simplemente tranquilidad. Ella calma mis nervios y me hace sentir segura, parece ser que ha hecho esto cientos de veces, el único problema aquí, es que ahora tiene que cargar conmigo.
*****
Pasamos un lago, mis pies se mojaron pero ellos ya no nos siguieron. Ni una sola de esas cosas ha cruzado el rio detrás de nosotras.
-¿Qué eran ellos? -digo con miedo en mi voz.
-Claro, olvidaba que estando encerrada en esa torre no veías a los dowmps -¿Dowmps?- esos seres son... sombras, sombras que huyen del agua, quizá no vean pero esos malditos agujeros que tienen como oído los hacen peligrosos. Muy, peligrosos.
Tengo mis pies cansados y, desde que me explicó acerca de los dowmps, nadie ha hablado. Así que decido arriesgarme y hacer una pregunta.
-¿Y cómo es que te ganas la vida?- mierda, mi voz tiembla.
-Pues siendo yo -me dice casi sin pensar- ¿Y su majestad qué hacía en su torre para entretenerse?
-Mmm, pues nada, hablar sola, comer y claro, ver a las personas intentando rescatarme. Hasta que llegaste tú. -creo que es la primera vez que hablo con ella sin titubear, se siente bien a decir verdad.
Me entretengo en sus ojos por unos segundos y ella me devuelve la mirada, no estoy segura pero creo que un rubor intenso me invade el rostro al ver como ella me da una pequeña pero hermosa sonrisa.
Es demasiado extraño pero se siente como si todo esto estuviese planeado desde un inicio y, fuera parte de mi destino. Nuestro destino.
Quizá simplemente es mi imaginación pero no puedo pensarlo más porque ella me distrae hablándome:
-Queridísima realeza y nobleza, soy consciente de que no soy la mejor persona para hablar y ser amable o amigable; pero pasaremos mucho tiempo juntas y creo que estaría bien al menos saber cuál es tu nombre.
-Genial. La persona con la que debería de casarme y vivir para siempre no se sabe ni si quiera mi jodido nombre- demonios ¿Lo dije o lo pensé?
-¿Me vas a reprochar tu vida entera o me dirás tu nombre?- me dice con tranquilidad
-Me llamo Lucia, pero me gustaba que me dijeran Luci.- o eso creo. Intento recordar momentos felices con mi nombre en labios de alguien más pero de nuevo ella interrumpe mis pensamientos.
-Pues no me lo preguntaste pero tienes más cara de Stella- me dice sonriendo esta vez mostrando sus dientes delicadamente.
Vaya, sí que es hermosa.
La caminata ha sido demasiado larga y no le veo cara de parar pronto, espero que al menos un poco de charla me haga olvidar el dolor que ya siento en mis pies.
-¿Me puedes decir a dónde vamos?