Fiorella:[una vida sin miedo]

4: A escondidas

Fiorella:

En realidad no se si soy terca o perseverante, es difícil notar la diferencia cuando se trata de uno mismo, es un tanto complejo ver virtudes o incluso errores. Mi gran dilema es saber ¿Quien soy?.¿Para qué soy buena?.¿ Que aportaré al mundo?, esas preguntas rodean constantemente mi cabeza y la única respuesta que logró darle es:

<< No lo sabrás sin intentarlo>>.

Aunque no lo crean esa repuesta para mi es un avance, antes solía hundirme en mi cama para llorar y deprimirme sin lograr formular una posible solución a mi problemática, hasta que hace dos años, precisamente en mi cumpleaños, esa repuesta llegó a mi con un soplido de aire fresco:

<<Inténtalo>>.

Recuerdo que ese día sentí una emoción voraz invadir me, me sentí capaz de todo y de pronto las dificultades no existían, me sorprendí haciéndome reproches de arrepentimientos, sin embargo han transcurrido dos años desde entonces, y  aquí...

Estoy en el mismo sitio de aquella mañana soleada. Llevo más de media hora enfrente de las rejillas sin poder colocar un pie afuera, de solo pensarlo mi cuerpo empieza a temblar, siento un vacío en el estómago, mis manos sudan y sin darme cuenta contengo la respiración.

Abro la puerta de rejillas que deja ver el largo camino verdoso adornado con arboles y arbustos, normalmente este paisaje debe evocar una sensación de paz y tranquilidad, pero para mí...

Para mí ese paisaje se torna oscuro, un césped tan verdoso se vuelve césped de cenizas, los troncos de los árboles son grises, sus ramas retorcidas sin ningún rastro de hojas;a medida que avanzó hacia la salida, mi visión se va torna más oscura, siento un frío recorrer mi cuerpo, las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, y cuando por fin, solo falta un paso para dejar el palacio atrás, mis manos se aferran a la rejillas.

Justo ahí suelto toda la respiración con nudo en la garganta me dejo caer hasta tocar el suelo, mis manos siguen aferradas en las rejillas, las lágrimas trazan una línea por mis mejillas, mis ojos aún puestos en el sendero, de esa manera la ira y la frustración presentan ante mí.

Bajo mis manos las empuño, tenso mi mandíbula, contengo un grito, respiro profundo, golpeo mis puños sobre mis rodillas, dejo escapar un quejido entre sollozos, junto mis piernas hasta tocar mi pecho y ahí me hundo a llorar, sola, tratando de no hacer ni el más mínimo ruido.

¡Esta es la Peor sensación del Mundo!.

Llorar en silencio, ahogando cada grito de desesperación, cada quejido de dolor, así me he recordado lo patética que soy . Es como si ni siquiera tu pudieras darte el lujo de verte destruida, como ni si quiera uno mismo pudiera demostrarse debilidad, como si nosotros mismos seamos insuficiente para poder ver todas nuestras grietas. En definitiva no hay peor lucha que la tenemos con nosotros, porque aunque nos esforzamos en ocultarnos esa debilidad, es imposible que no sepamos donde atacarnos.

No se vale romperse... Digo en voz alta.

Fabrizio:

Dante se ha tardado mucho tiempo en llegar a la orfebrería, doy gracias al cielo que Simonetta se ha quedado ayudarme con los pedidos y citas de hoy, aunque creo que lo hace para evadir una situación que tarde o temprano tendrá que enfrentar o mejor dicho tenemos que enfrentar.

Sí sea cual sea la la decisión de mi hermano, no lo dejaré solo y menos ahora que sé que De Santis es el padre de Simonetta, ya esto no me gusta para nada.

Recuerdo que cuando éramos niño él y el Padre Donato nos ayudaron en aquella noche fría de la calle gracias a ellos no pasamos más que unas cuántas horas sentados en un banco de la plaza,en ese momento fue cuando De santis apareció ,rondaba la calle en lo que era su normal <<Guardia nocturna>> y allí nos vió, se acercó a nosotros, nos preguntó que nos había sucedido, nos quedamos en silencio, esa noche ni si quiera podía levantar la cabeza, miraba fijamente al piso, sentía vergüenza, lástima de mi, no quiera ver a mi pequeño hermano que estaba a mi lado porque no sabía como iba hacerle frente a lo que seguía después de abandonar mi casa materna. Dante me siguió preguntárselo dos veces, lo único que estaba claro esa noche es que no había marcha atrás. El general al parecer comprendió mi silencio y no me pregunto nada más, en cambio tendió una mano hacia mí y dijo:

Vamos y sin más en esa noche fría, me brindo algo que no sabia que necesitaba, me brindo orientación, sí esa noche, en aquella banca, esta pérdido en una tormenta que cegaba mi visión por completo y allí fue cuando aprendí una importante lección: Somos instantes, los seres humanos no reducimos a ellos, simple en un momento respiramos y al otro ya no, por ello sé que si de minutos se trata la vida, no es bueno dejar que el miedo te consuma cada segundo de ella.

Yo era el mayor ejemplo de eso basto una palabra para despertar todo el caos que me llevó aquella noche a la calle, luego a dormir en la iglesia y después a asumir con todo y temor cada acto que había cometido. De Santis, no es el hombre más sentimental de Giorgiana, pero sí el mas apasionado con lo que hace, odia con fervor las injusticias, en su vocabulario esa terminología, suele transformarse en error, para él en la vida no hay espacios para ellos.

Fue por esa razón que nunca le confesé que había sucedido esa vez en mi casa, pues arremetería contra mis padres, sin importarle nada, ni nadie. El único que que sabe todo lo que sucedió y vivimos en mi casa materna es el Padre Donato, a quién no pudimos ocultarle nada. Hace dos años De Santis viajó en sus oficios como general de la Monarquía constitucional de Víctor Manuel II, a lo que alguna vez se le conoció como: Las dos Sicilias.

___Dante ha tardado mucho ya. ¿ No crees?__ Comenta Simonetta interrumpiendo mis pensamientos.

___De hecho sí___Consteto__De haberse quedado dormido, estaba muy cansado__Miento, se de sobra que esta más despierto que nunca. ¿Qué estará haciendo ese imbécil?.




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