Fire Island 1º ( 1° libro Hasta que te conocí )

Capítulo 14º En tus brazos

Es por la tarde y Brenda sale de la universidad. Hace un día muy frío a la salida; sin ella esperarlo, se encuentra a Lucas.

Se acerca, le coge por el cuello y lo besa.

—¿Qué haces aquí? Son las cinco de la tarde.

—Te estoy esperando; recuerda que esta noche te voy a buscar a tu apartamento.

—Sí, lo sé, no me he olvidado.

—¿Te recojo a las doce y media? ¿Te viene bien? —O prefieres un poco más tarde, sobre la una.

—Yo salgo de trabajar a las doce, pero me tengo que preparar, mejor sobre la una.

—¡Perfecto! A la una entonces, me parece buena hora.

—Y eso, que mañana tengo mi primer examen; a las tres de la tarde espero que se me dé bien, estoy estudiando mucho.

—Seguro que sí, además te vas a relajar esta noche un montón; irás al examen perfecta.

—Ja, ja, ja, no te creas, estoy supernerviosa, quiero tener buenas notas desde el principio.

—No te preocupes, relájate, seguro que apruebas.

—Espero que así sea —le dice Brenda, convencida.

—Bueno, nos vemos esta noche, guapísima; estate preparada.

—A la una estaré lista, no te retrases.

—¡Nos vemos! —le dice Lucas sonriente.

—Hasta luego —se despide ella.

Lucas se sube en su Mustang GT y se pierde entre el tráfico en la oscuridad.

Brenda continúa por la avenida hacia su apartamento; no se ve a nadie por las calles, pero lucen bien bonitas, por el colorido de los adornos de la Navidad, en los escaparates de los comercios.

A ella le gusta, pero recuerda que esta es la primera Navidad que va a pasar sin sus padres y eso la hace entristecerse.

Por fin llega a su apartamento.

Como cada día, Otto la recibe dando saltos de alegría y subiéndose sobre ella; Brenda se alegra de llegar a casa y tener ese recibimiento.

Sale al parque a sacar a Otto; hace muchísimo frío, pero le tiene que sacar. El perro corretea de un lado para otro; al final regresa donde ella, le ata la correa y de nuevo regresa al apartamento.

Brenda tiene que prepararse para ir a trabajar; busca un abrigo más grueso y un gorro de lana para ir más abrigada.

—Bueno, Otto, me voy a trabajar. ¡Pórtate bien! —Dirigiéndose a Otto con una sonrisa.

El perro la mira con cara de tristeza, pues sabe que Brenda se va de nuevo y se queda solo.

Al cabo de un rato, por fin llega a la hamburguesería, con las manos heladas y la nariz colorada.

—Buenas tardes, señor Alan —le dice a su jefe, que está tras la barra sirviendo unos cafés.

—¡Buenas tardes!, Brenda —veo que hace frío.

—¡Sí, muchísimo! Estoy helada —le dice frotándose las manos.

—Te prepararé un cafecito bien caliente, ahora mismo.

—Oh, ¡muchas gracias! Me vendrá muy bien.

—Ahora mismo te lo pago, Alan; creo que llevo dinero suelto.

—¡De eso, nada! No tienes que pagarlo, te invito yo.

—¡Muchas gracias! —Señor Alan.

Brenda se pone en la esquina de la barra y se toma el café con leche bien caliente que le ha preparado su jefe.

Y se pone a trabajar, junto a su compañera Dina.

Es una hamburguesería que tiene muchos clientes y no hay día en que haya un poco de tiempo para descansar; todos los días son iguales, siempre está lleno.

Unos clientes tras otros, las mesas se van vaciando y se llenan de nuevo con otros clientes.

Llega la hora de la salida, son las doce y Eli ha preparado unas hamburguesas, hoy para todo el personal con patatas fritas; las ha metido en una bolsita y a cada uno le ha repartido la suya.

—¡Para ti, la tuya! Aquí tienes, Brenda —le dice la dueña y cocinera.

—¡Muchísimas gracias! —le responde Brenda.

Brenda sale de su trabajo; en la calle hace un frío tremendo, se sube el cuello del abrigo para protegerse más del frío y camina lo más rápido que puede.

Al final, llega a su apartamento, coge el ascensor y llega a su planta.

Abre la puerta y Otto ladra de alegría.

Brenda va a la cocina, saca la hamburguesa y las patatas y se sienta a cenar; coge un poco de agua para beber.

Otto la mira deseando que su dueña le dé un pedacito de carne.

—¡Toma!, pero un poco solamente; no quiero que te siente mal. Ahí en tu plato tienes tu pienso de pollo y verduras.

El perro coge el trocito de carne y se lo come, se relame todo el hocico y mira a Brenda moviéndole la cola.

Tras terminar, lo recoge y limpia todo.

Va a su habitación, hace mucho frío, y no sabe qué ponerse para estar guapa, estar guapa para él.

Decide ponerse unos pantalones vaqueros y un jersey de lana blanco, sin nada de ropa interior, un abrigo grueso azul marino de lana forrado de borreguito, un gorro de lana y una bufanda de igual color que el abrigo por el cuello, sus botas altas negras y su bolso; el pelo recogido en una alta coleta, se maquilla y se pinta los labios de un rojo llamativo.

Baja en el ascensor, hacia el portal; quiere estar ahí para cuando llegue Lucas.

Brenda espera a Lucas impaciente.

—¡Ya estoy aquí! El tráfico está fatal —le dice.

—Acababa de bajar, no te preocupes.

—¡Vamos, sube al coche! Y cierra la puerta, esta noche sí que hace frío, de verdad.

Brenda cierra la puerta del coche, arranca y se pierden por el fondo de la avenida...

Tras un rato de conducir, llegan al apartamento de Lucas.

—¡Por fin! Hogar dulce hogar —dice él.

—Aquí se está muy calentito, ¡da gusto! —dice ella.

—Voy a abrir una botella de champán; vete para la habitación, quítate la ropa y métete en la cama.

Brenda hace caso, se dirige a la habitación, se quita la ropa, se suelta la coleta y deja suelto su largo cabello pelirrojo que le ondea hasta la cintura. Se queda desnuda dentro de la cama, esperando a Lucas.

Lucas aparece con dos copas y la botella de champán en la mano y las coloca sobre la mesita de noche; allí las sirve y le da una copa a Brenda.

Lucas se quita, primero los pantalones, luego la camisa y luego su ropa interior, hasta quedarse desnudo frente a Brenda, que le mira en todo su esplendor. Él se mete en la cama con ella.




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