Al salir del trabajo por la noche, Brenda va caminando hacia su apartamento, cuando Lucas la sorprende.
—¡Hola, nena! ¡Súbete al coche!
—¡No, no, no tenemos que hablar... Lucas!
—¡No he podido venir antes! ¡Tengo mucho trabajo! Y no puedo abandonarlo, ¡¡mi padre me mataría!!
—¡Pues tenemos que hablar! ¡Es muy importante!
—¡Dejémoslo para otro día! ¿No echas de menos mis brazos, mis caricias, nena?
—¡Lucas, no tengo ganas de jugar, tenemos que hablar ya! Luego tardó mucho en volver a verte.
—Te prometo… que, a partir de hoy, vendré más a menudo. ¡Me escaparé para estar contigo!
—¡En serio! ¿Me quieres escuchar? ¡Por favor!
—¡Está bien! Sube al coche y hablamos...
Brenda abrió la puerta del Mustang GT rojo y se subió; sentándose cómodamente y mirando a Lucas, comenzó a hablar.
—¡Estoy embarazada, vamos a tener un bebé! Podemos vivir juntos, ¡por fin!
—¿Qué dices? ¿Qué me estás contando? ¡Eso no puede ser!
—¡Sí, Lucas, he dado positivo en el test de embarazo!
Lucas sale del coche, con las cejas fruncidas, con mala cara, saca el ser despreciable que lleva dentro y se dirige hacia Brenda, la hace salir del coche y la coloca frente a él.
—¡Mira, niña estúpida! —¡Aborta ese bebé, yo no lo quiero!
—Pero... pero... es nuestro Lucas. ¿Cómo puedes pedirme algo así?
—¡Deshazte de él! —¡Ni quiero a ese bebé, ni te quiero a ti! No te he querido nunca, solo eras un juguete para mí, una diversión.
—¿Pero...? ¿Estás bromeando, no?
—¡No, estoy hablando en serio! ¡No me vas a volver a ver! Ya me he cansado de ti, ya no me sirves para nada, haz con tu vida y con ese crío lo que te dé la gana. ¡Te odio! ¿En serio, pensabas que estaba enamorado de ti? Tonta ilusa, ni tan siquiera me conoces.
—¡Por Dios, Lucas! Cómo puedes hablarme así.
—¡Aquí te quedas! No sabes quién soy, no me conoces, has caído en mis brazos, como muchas otras, ¡solo que ellas fueron más listas que tú! ¡No se quedaron embarazadas! Las abandoné yo, cuando quise...
—¡Esto parece una pesadilla! —¡No, es verdad! Tú te entregabas a mí, al igual que yo a ti; éramos uno, había sentimientos y pasión, eran besos, caricias, no puede ser...
—¡Todo mentira, todo fingido, mis besos, mis caricias, todo era una patraña, para aprovecharme de ti, burlarme de ti, solo me lo pasaba bien con el cuerpo de una mujer! ¡Ya no me volverás a ver! Por cierto, no me llamo Lucas. Adiós, basura, no vales nada, ¡hasta nunca!
Lucas se sube a su coche y con gran velocidad desaparece; no piensa volver. Su juego con Brenda, ahora que está embarazada, ha terminado; ahora Lucas va pensando en conquistar a otra mujer.
Va satisfecho, ha gozado de Brenda, la ha hecho suya, la ha engañado y se ha despedido de ella causándole aún más dolor, tratándola como un desperdicio que ha usado y ya no necesita; es tan cruel, despiadado y frío que se ha sentido plenamente satisfecho. Odia el bebé que lleva dentro y la maldice a ella.
Pero no le importa; él ha ganado la partida. De eso se trata la vida de Lucas, de engañar mujeres, que caen rendidas a sus brazos, y que terminan en su cama.
Un mujeriego, que no puede dejar de serlo, una persona sin escrúpulos, con un corazón negro y vacío, un hombre con dos vidas, un prometido millonario a punto de casarse y un villano cruel, gozando de mujeres, tratándolas como si fueran marionetas y consiguiendo trofeos de cada mujer que cae en sus garras, que ni tan siquiera se llama Lucas...
¿Qué será de Brenda ahora?
Ella se veía viviendo con Lucas y con el bebé, como una familia, pero él se había lanzado sobre ella, gritándole que la odia, que no tenga el bebé y que jamás volverá a verlo.
A Brenda le retumban esas palabras: "Te odio, no quiero al bebé, ni a ti, no te he querido nunca, solo has sido un juguete para mí".
¿Qué decisión tomará ella?