Brenda ha pasado una noche horrible, no ha dormido nada. Ahora incluso tiene más problemas que antes de conocer a Lucas; ahora tiene un ser que se está creando en su vientre, fruto de su amor con él, un amor que solo ha sido verdadero para ella, un amor de mentiras, de falsas palabras y con una falsa pasión. Se siente vacía.
No sabe cómo ha podido caer en las manos de una persona como él, no sabe por qué no se dio cuenta, tal vez estaba demasiado ciega con ese amor.
Ella lo ha entregado todo, a cambio de nada.
Pero tiene que pensar, ahora no es solo ella, ahora tiene que luchar más que nunca por ese bebé que viene en camino. No puede perder su trabajo, lo necesita, y sabe que está sola. Ahora se da cuenta de que no sabe nada de Lucas, ni dónde vive, ni dónde trabaja, de dónde es, todo mentira, hasta su propio nombre.
Ese padre no querrá nunca a ese hijo; ese hijo es de ella, no tendrá padre; eso le duele mucho a Brenda.
Por momentos vio que su vida cambiaba, que todo iría bien: el amor de su vida y ella, junto a su bebé, fruto de su amor.
Pero aquellas desgarradoras palabras de Lucas hacia ella, con aquella mirada fría y de odio, aquel carácter, aquellas organizadas palabras, negándolo todo, dejándola por los suelos, mostrándola como una persona inútil y débil, aquellas palabras es lo único que había sido verdad en esa relación; en aquellas palabras es donde Lucas había sido sincero.
Brenda se siente como una estúpida, engañada y humillada; ha sido utilizada, nada ha sido real, ha perdido su tiempo, ha perdido a quien consideraba una persona importante en su vida, de quien estaba enamorada.
Ahora Brenda, con el corazón roto de dolor, le cuesta creer que todo sea así; piensa que está en una pesadilla de la que desea despertar, pero no es así, está despierta, mirando al techo y maldiciéndose a ella misma por haber sido tan estúpida.
Por no haberse dado cuenta de que todo eran excusas y solo estaba con ella cuando le daba la gana, ahora, pensando tranquilamente, las cosas le empiezan a cuadrar, pero ahora ya es tarde, ahora ya está embarazada de ese ser tan repugnante.
Lo odia con todas sus fuerzas y le alegra por una parte el saber que no va a volver a verle, que jamás sabrá de él, y que ella y su bebé no tendrán noticias de esa persona en su vida.
Tendrá que ir a su trabajo a hablar con sus jefes. Ahora es pronto, pero según vayan pasando los meses, su barriga crecerá y ya no podrá estar de camarera, sirviendo las mesas en la hamburguesería.
Le da vergüenza, se siente mal consigo misma, pero debe sacar fuerzas, aunque no las tenga, y dar la cara hacia las nuevas circunstancias que van a pasar en su vida.
Antes tiene que ir a clase; ya son casi las tres y llega justa de tiempo. Entra en el aula, todos están sentados en sus pupitres, el profesor entra y cierra la puerta.
Le pone un examen sorpresa, sin avisarles; a todos les pilla por sorpresa, todos quedan atónitos ante la decisión del profesor.
El profesor manda que se separen los unos de los otros dejando espacio entre ellos. Brenda y Margaret se miran...
Cada alumno ya tiene las preguntas en el folio que le ha entregado el profesor; esa nota se evaluará con la asignatura del examen final de junio, antes de las vacaciones de verano.
Brenda tiene buena memoria y cada día repasa todos los apuntes; esa mañana no, porque no ha dormido, ni tampoco ha repasado nada, pensando en el problema que tiene encima en estos momentos.
Las preguntas no parecen muy difíciles y no le ha costado contestarlas, aunque no está segura de haber hecho un examen tan bueno como a ella le gusta.
Al salir de clase, Margaret va detrás de ella y la llama.
—¡Espera, Brenda! ¿Dónde vas, tan rápida?
—Voy a casa. ¿Qué tal tu examen? ¡Vaya sorpresa! Lo he hecho regular, creo yo.
—¡Mira ya, somos dos! Yo opino igual. ¿Has hablado ya con el padre de la criatura?
—¡Sí! Pero... No quiere saber nada, me ha engañado.
—¿Cómo que no quiere saber nada? También es su hijo, su responsabilidad.
—No, Margaret, él se ha burlado de mí, soy una de tantas que ha caído en sus brazos. Ni siquiera se llama Lucas.
—¡Qué sinvergüenza, qué bastardo! Le tenían que hacer a él lo mismo.
—Sí, bueno... ¡Ya no tiene remedio, me di cuenta demasiado tarde! Ahora estoy embarazada y sola.
—¡Embarazada sí, sola no! ¡Jamás! ¡Estoy contigo! Para lo que necesites, Brenda, ¡cuenta conmigo para lo que sea!
—¡Gracias, Margaret, lo sé, amiga...
Ambas amigas se despiden. Brenda se dirige hacia su apartamento para ponerse el uniforme de trabajo y marcharse hacia la hamburguesería. No sabe cómo va a plantearle el problema a Alan y Eli; sabe que son buenas personas, se han portado siempre bien con ella, pero esto es diferente, es un asunto difícil y ni tan siquiera sabe cómo empezar...
Va caminando hacia su trabajo, le tiemblan las piernas, le agobia la situación, no sabe qué va a suceder, no sabe qué va a ser de ella a partir de ahora.
¿Qué pensarán los jefes de Brenda de esa situación?
¿Perderá su trabajo y se verá en la calle?