Habían decidido hacerlo ese día. Ya le tocaba al mayor recibir la primera dosis de la vacuna contra el covid-19 y Heesoo ansiaba porque su tierno novio estuviera a salvo.
El menor creía en todo lo que respecta a la medicina debido al miedo que desarrolló tras ver la cantidad de muertes que se provocaron en pocos meses. El encierro lo tenía súper ansioso, por lo que Dojun tuvo que ayudarle a relajarse un poco.
A decir verdad, el alfa también tenía miedo, miedo de que las personas que más amaba contrajeran este virus, por lo que al momento de hacer las compras, tanto él como Heesoo se cubrían muy bien con sus mascarillas y llevaban a mano una botellita de alcohol individual.
—¿Estás listo? —Dojun salió del baño con una toalla en la cintura y asintió. Se acercó a su novio y depositó en su frente un tierno beso para que éste se calmara.
—Ya puedes entrar. —Heesoo asintió y corrió al baño. Ese era el día y estaba muy ansioso.
Tras unos cuantos minutos, el beta salió del baño y prosiguió a colocarse algo casual. Dojun ya estaba en la cocina preparando algo rico, que consta en los huevos revueltos que aprendió a hacer ante la maestría de Heesoo y a hervir el agua... aún le faltaba más por aprender y por su novio, lo haría todo.
—Aquí está tu cédula de identidad, los frasquitos de alcohol, las mascarillas de repuesto... —Dojun sonrió -como siempre-, al ver a s novio tan atentó por la salud de ambos.
—Ya está listo el desayuno.
Heesoo se acercó a la mesa y se sentó al lado de Dojun mientras posaba una de sus manos en la del más grande.
—Espero que estas vacunas ayuden a que todo esto pase.
Dojun acarició la mano de Heesoo y la alzó hasta sus labios para besarla.
—Todo estará bien. Ya salimos de lo peor.
Y era cierto. Ambos habían luchado contra esta enfermedad sin decirle o notificar a nadie. El primero en caer fue Dojun, quien al estar dos meses encerrado en su casa, decidió ir a su empresa a ver cómo estaba todo por allá, debido a que sus empleados habían tomado la decisión de ir a pesar de las contingencias, ya que necesitaban el dinero.
Jamás pensó que alguien de ahí fuera asintomático, por lo que al llegar el fin de semana, un mensaje le llegó al celular notificándole al alfa sobre el caso de aquel chico que se había contagiado, y al notar ciertos síntomas raros en él -ya que no se enfermaba frecuentemente-, decidió tomar cartas en el asunto, salió de su casa en dirección a un lugar muy concurrido por las personas en esas últimas semanas. Al volver a su casa, solo optó por alejarse de Heesoo y encerrarse por las dudas, en la pequeña oficina donde trabajaba hasta tarde para no molestar a su querido beta.
Al inicio, Heesoo estaba muy confundido por el repentino aislamiento al que se sometió su novio, por lo que después de un tiempo, se acercó a la habitación y se sentó en el suelo.
Lo recordaba como si no hubiera pasado mucho de ese día.
(•••)
—¿Amo? —Llamó el menor, más la única respuesta que recibió fue un silencio que lo ponía nervioso. —¿Estás bien? No has salido de ahí desde que llegaste.
Dojun se encontraba en el pequeño sofá que se hallaba en aquel lugar, acurrucado con una manta, con una mascarilla puesta en su rostro, a pesar de estar en su propia casa, deseando que su novio no lo viera de esa forma.
—¿Puedes abrir? —Dojun negó para sí mismo y soltó pequeñas lágrimas. —Estoy preocupado, por favor.
Sabía que lo estaba haciendo mal. No quería que Heesoo se preocupara, pero su miedo lo estaba superando.
—Estoy bien, Heesoo. —El menor sonrió al escuchar la voz del alfa, pero su sonrisa se desvaneció al notarla un poco decaída.
—¿Por qué no sales? —Dojun frunció su ceño y secó sus lágrimas. Con la manta aún sobre sus hombros se acercó a la puerta y recostó su espalda en esta.
Tenía miedo de contagiar al ser de luz que le había enseñado lo que era el amor de verdad, pero lo necesitaba junto a él.
Ambos estaban en la misma posición.
—Solo estoy esperando una información. Luego veré si salgo. —Heesoo no entendió a que se refería.
¿Una información? ¿Y según sea la respuesta su alfa saldría de aquella habitación?
A veces la mente te puede jugar en contra, o no, pero esta vez, su mente viajó a todas las posibilidades y no dejó de lado la razón por la que se encontraban encerrados desde hace tres meses.
—Amo...
—No quiero que te preocupes, todo estará bien. —Heesoo volteó su rostro y miró fijamente a la puerta.
—Dime que no es cierto.
Sus delgadas manos habían empezado a temblar. Porque lo sabía, ya lo sabía.
—Solo... solo es una sospecha. —La voz de Dojun sonó más firme, sabía que estaba siendo un poco cobarde, después de todo algunos aspectos nunca cambian, aunque uno tratara con todo lo que tiene de dejarlo atrás. —Solo esperemos un rato más.
Heesoo asintió para sí mismo y volvió a dejar caer su espalda en la puerta.
A lo lejos, escucho unos pasitos acercándose, y apretó sus labios al ver a la pequeña cachorra que se acercaba sin saber ni razonar ante lo que sus papis estaban viviendo, o mejor dicho, sin tener uso de razón a lo que pasaba en el mundo en general.
Heesoo le extendió su mano y cargó a su rayito de sol que recién despertaba. La abrazó y sollozó en el lugar.
Él era fuerte, la sociedad lo había fortalecido durante años, más estar en esa situación le hacía pensar en muchas cosas malas que podían pasar a futuro.
Dal, al sentir la tristeza que inundaba el ambiente, pasó su lengua por las mejillas de Heesoo y soltó un pequeño ladrido.