Flames

Capítulo 1

 

HEART HILLS

MONTANA

12 de Noviembre

2015

 

Ser nueva, a veces es excitante, abrumador, otras aterrador y jodidamente estresante.

En mi caso, algo muy parecido, nunca fui de esas personas habladoras, se podría decir que soy tímida y reservada con las personas que no conozco; debemos añadir que eso por alguna razón se incrementó a partir de lo que ocurrió hace un año.

En conclusión estoy malditamente nerviosa, pero hasta la mierda, incluso siento como mis manos comenzarán a temblar en cuanto de un maldito paso en ese instituto.

Y odio esa sensación, odio sentirme asustada ante algo que debería ser normal.

Lo único que logra calmar mi mente es la ronca voz del cantante de uno se mis grupos favoritos. 

Mi madre solía decirme que tenía gustos atrofiados para mi edad, pues la mayoría son grupos setenteros.

— ¿Elisse?¡Elisse! — La voz de mi padre me saca de mi atontamiento, giro mi cabeza quitando mi auricular derecho para poder escucharlo, su ceño está ligeramente fruncido.

— ¿Qué? — Pregunto confundida, su rostro se relaja y cierra los ojos, sé que se debe a que siempre está preocupado por mi.

Desde el accidente solía pasar mucho tiempo callada, dentro de mi propia mente. 

Y algunas veces, era difícil sacarme de ese estado.

— Cariño, sé que estás asustada, pero ya verás como pronto te acostumbras — Ahora era yo quien frunció el ceño, eso era una misión difícil para mi.

— Hasta luego papá, te quiero — Dije antes de dar un beso en su mejilla y salir del viejo Chevrolet.

Miré al imponente edificio.

Para ser un pueblo tan pequeño tenía un instituto bastante grande.

El camino de cemento que llevaba hasta la entrada estaba algo estropeado con ciertas grietas y huecos en los que fácilmente te podrías tropezar y hacerte mucho daño.

Ahora entiendo porque Helena estudiaba en casa. 

Si tuviera que venir con su silla por aquí no llegaría jamás a clase.

Caminé por el destrozado pavimento hasta subir unas escaleras, un escalofrío me recorrió el cuerpo, hacía algo de viento y frío, eso porque estábamos a principios de invierno, seguramente moriría por congelación antes de acabar el mes, estaba segura.

También estaba segura de que cuando saliera de aquí llovería, y no había traído nada para protegerme de la maldita lluvia.

¡Perfecto!

Cuando entré en el edificio había adolescentes caminando y corriendo acelerados por los pasillos, en verdad era una sensación realmente agobiante, ¿cómo podría aguantar aquí todo un año?, gracias a dios estaba en último curso. 

Crucé con desespero el pasillo, me alcé sobre mis puntas intentado ver los carteles que indican dónde estaban las malditas clases y oficinas, tenía que ir a dirección a por mi horario y mis libros.

Había demasiadas personas y yo no es que fuera la chica más alta del mundo; me rendí tras dar varios saltos y escuchar varias risas a mis costados, gruñí, por lo que caminé con la cabeza gacha hasta un lateral del pasillo dejando paso a los acelerados estudiantes. 

Quizás tiempo atrás hubiera entendido su emoción por el primer día, sin embargo, ahora sólo trataba de adivinar porque tantas sonrisas.

Estaban entrando al lugar donde permanecerían encerrados horas, ignore mis pensamientos y mantuve mi vista fija en el esmalte negro e mis uñas comenzando a quitarlo yo misma.

Cuando la multitud del pasillo cesó un poco logré ver los letreros, y resultaba que la maldita oficina de dirección estaba en mi cara y no la había visto.

Abrí la puerta y allí había un chico siendo atendido, genial, tendría que esperar.

Sujete mi carpeta contra mi pecho y comencé a golpear muy suavemente con mi pie el suelo, me dedique a observar la figura que tenía delante de mí. 

Quien fuera, era alto, muy alto, me sacaba una cabeza y medía o si no es que más.

Tenía el cabello completamente negro, era lo más oscuro que había visto en mi vida, seguramente sería teñido, estaba despeinado, lo tenía notablemente más largo arriba que en la zona de los laterales, vestía entero de negro, y podía ver por encima del cuello de su chaqueta un tatuaje, algo extraño porque desde aquí solo se veían líneas sin sentido.

Me pilló desprevenida cuando este giró y me observó mirándole, tenía gafas de sol puestas, pero podía ver algo de sus ojos, no podría decir el color exacto, pero eran claros, muy claros.

Sus facciones eran muy marcadas y varoniles, lucía sexy, no iba a negarlo.

— Piensa en voz baja — Dijo cuando pasó a mi lado para salir casi en susurro, ¿acaso lo había pensado en voz alta?

¡Soy estúpida!

Sentí todo mi rostro arder de la vergüenza.

Su voz me había causado un escalofrío por todo el cuerpo. 

A su alrededor había un aura, no diré que "peligrosa" pues un adjetivo justo sería siniestra.

Cuando este desapareció tras la puerta, me quedé helada unos segundos antes de caminar al mostrador.

— Hola — Salude a la amable mujer de avanzada edad que atendía el lugar, ella con una cálida sonrisa me dio todo lo que necesitaba, y me indicó el pasillo en el que era mi primera clase, antes de salir le sonreí y agradecí, había sido muy amable y no merecía mi usual mal humor.

Caminé siguiendo las indicaciones que esa amable mujer me dió y llegué al aula en la que pasaría el resto del año.

Toqué la puerta, pues la clase comenzó como hace cinco minutos.

Un hombre con un rostro serio, sin pelo en la zona central de su cabeza y con una enorme barriga me abrió la puerta.

— Usted debe ser la nueva compañera ¿no? — Asentí con la cabeza




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