Flavio y el Ángel Caído (libro 4)

8b Estás al descubierto

En la casa de Catalina todos estaban reunidos en la sala esperando que el director de las Fuerzas Místicas del Orden explicara la razón de su visita. Oculto por Antón, Rafael estaba preparado detrás del Director para controlar cualquier cosa contra la familia. Leónides los miraba con cierto aire de superioridad, como si su presencia fuera suficiente como para intimidarlos. El abuelo descortésmente rompió el incómodo silencio.

—¿A qué debemos el honor de su visita? –preguntó con ironía.

—Pues verán, uno de nuestros agentes está desaparecido, y nuestros registros nos indican ustedes fueron los últimos en verlo.

—Usted se refiere al agente Derek –preguntó AJ.

Augusto lo miró asombrado, era casi imposible creer que su nieto no se hubiese referido a él como Dumbo u orejón, y que, además, se mostrara tan cortés con el Director.

—Así es, y creemos que ustedes podrían ayudarme a saber dónde está.

—¿Qué insinúa? –preguntó Augusto ofendido.

—Nada, sólo eso, que estamos tratando de localizarlo.

—Yo pienso que usted es un hombre muy ocupado para encargarse personalmente de estas cosas, ¿no le parece? –preguntó Olga.

Augusto la miró asombrado, el sarcasmo no era el fuerte de su esposa, y allí estaba ella, toda fría y calculadora.

—En realidad ninguno de mis agentes quiso venir a interrogarlos, y eso es comprensible.

—Y eso por qué, siempre los hemos recibido con cortesía, mientras que ellos se han portado como unos bastardos sin gloria. Perdone usted, el embarazo me hace decir cosas sin sentido.

Los ojos de Augusto no podían abrirse más viendo a su hija, una maestra de tercer grado, usando esas palabras, «debo estar soñando, si eso es» pensaba mientras miraba a cada miembro de su familia, que veían serenamente al Director.

—Debo admitirlo, a veces mis agentes se comportan un poco bruscos, son impredecibles, pero…

—¿Un poco brusco? Mira rana… –dijo Augusto antes de ser interrumpido por su esposa.

—Augusto cariño, no trates así al señor Director, él realmente se muestra preocupado por su agente, ¿no lo ves?

La cara del abuelo se llenó de sangre, sus ojos se brotaron de rabia, y cerró sus manos formando puños, saltó del sofá y gritó.

—¡¿Qué les pasa a todos ustedes?!

—Abuelo por favor, no nos avergüences –dijo AJ.

—Pe…pero… –balbuceó Augusto y se volvió a sentar en el sofá totalmente confundido.

—Tranquilo amor –dijo Olga mientras le daba unas palmaditas–. ¿Cómo podemos ayudarlo?

—Entregándome a su yerno, estoy convencido de que él tiene a mi agente, o lo asesinó.

La sala se llenó de silencio, se podía escuchar como el viento se colaba por las ventanas, acompañado del cantar de algunos pájaros. Augusto al ver que a nadie le molestó lo que había dicho Leónides, se volvió a levantar furioso y gritó:

—¡¿Es que nadie va a decir nada?!

Aprovechado el grito del abuelo, Rafael emergió de una estela de humo negro que apareció detrás de Leónides, se acercó sigilosamente al Director y le murmuró al oído:

—Lamento decirle que Flavio está muy lejos de aquí, muy lejos de sus manos.

El Director saltó de su sillón y giró para ver quién le había murmurado. Al ver a Rafael, trató de ocultar su asombro y dijo.

—Agente Rafael, me alegra verlo de nuevo.

—Imagino que sí.

—¿Usted sabe dónde se encuentra Flavio?

—En un lugar donde ni usted ni yo podemos buscarlo, bueno al menos yo no puedo, ¿no cree?

—No sé a qué se refiere.

—Me parece que sí, pero eso no importa ahora.

—¿Por qué no se ha presentado en las oficinas de la FMO?

—Los agentes han hecho un buen trabajo sin mí, así que decidí tomarme unas vacaciones.

—¿Quién se cree que es? El primer día que usted apareció en esta casa, debió reportarse conmigo.

—¿Usted se refiere al día que el agente Derek quiso matar al señor Augusto y a su esposa? Que interesante, él ha sido el único agente que me ha visto en esta casa, así que supongo que él en persona se lo debe haber contado.

—Claro que no, le ordené tácitamente que no se acercara a Augusto hasta tener pruebas, y eso fue después que el agente Derek llevara al abuelo al asilo Buena Ventura. Nadie lo ha visto después de eso, y como le dije a la familia, se sospecha que Flavio lo tiene o lo mató.

—Yo creo que usted si lo vio después que lo desobedeciera, y estoy seguro que también puede averiguar dónde está. Ahora escúcheme, deje de acosar a esta familia, no me obligue a reportarlo con la junta directiva.

—¿Y piensa que ellos le creerán a usted por encima de mí?

—No sería la primera vez, ¿no es cierto?

—Usted es un cretino, vaya inmediatamente a las oficinas a reportarse.



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En el texto hay: fantasia, angelesydemonios, persecuciones

Editado: 09.07.2020

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