Flavio y el Ángel Caído (libro 4)

14b Luego de 4 años de dicha

La ciudad de Puerto Mérida gozaba de la mayor tranquilidad, desde que Rafael había sido nombrado Director de las Fuerzas Místicas del Orden, hacía cuatro años atrás. Todo marchaba bien, los hechiceros criminales no lograban descifrar el origen de los aciertos de la FMO, cada día les era más difícil ocultarse de los agentes. La nueva cárcel para los demonios y ángeles del infierno, aquellos nacidos en cuerpos de hechiceros, funcionaba bien. La mayoría de los agentes, e incluso la sociedad mágica no entendía el propósito de esa nueva cárcel, si los criminales que estaban en ella podían ser prisioneros en la cárcel de criminales comunes. La academia era dirigida por un ángel del infierno nacido en un hechicero, y sabía seleccionar a sus egresados para los hechizos de detección. En general, se seleccionaba aquellos que tenían hermanos o familiares allegados que fueran ángeles o demonios, de esa manera los hechizos que Asmael le había dado al Director, el de evasión de demonios, y el de detección de ángeles y demonios, quedaban a buen resguardo. Con contadas ocasiones se elegía a un hechicero ordinario para entregarle los hechizos, aquellos que el ángel de alas blancas recomendaba.

Pero la felicidad no siempre es continua, tiene baches que se deben superar para retornar a ella, aunque el caprichoso destino a veces elige no dejarnos salir del bache. Eso formaba parte del balance del universo, y ningún ser sobre el mundo estaba excepto de este balance, y a Rafael le estaba por llegar un bache difícil de superar. Todo ocurriría una hermosa mañana en la casa de Flavio Andrés. Desde que los chicos estaban creciendo, se reunían a nadar en una piscina desmontable que armaban en el patio trasero, y cada sábado se reunían ambas familias a disfrutar de la piscina, y toda la diversión que los chicos inventaban ese día.

Ese día era especial, estaban celebrando los cinco años de Joshua Josué, o JJ como AJ obligaba a llamarlo. Los mellizos habían cambiado mucho su aspecto, AJ estaba irreconocible, cada día se parecía más a su abuelo Augusto, y no sólo en lo físico. Su hermana se había convertido en una hermosa joven de 15 años, y todavía todos recordaban como había bailado su primer vals con su padre, en su reciente fiesta de presentación en la sociedad mágica. Los hijos de Rafael habían entrado en la pubertad, y ya comenzaban a cambiar su timbre de voz, Lucero se veía hermosa en su traje de baño color azul cielo, y ya no usaba el pelo recogido en una cola, lo había recortado para caer sobre sus hombros, y el corte escalonado realzaba su belleza y el hermoso color castaño de su pelo. AJ quería prendarse de la belleza de Lucero, pero su natural repudio se lo impedía, los hechiceros normales y los ángeles nacidos en el infierno no eran compatibles entre sí, y mucho menos los ángeles y demonios, «es como que un elefante quisiera enamorarse de una jirafa, no es algo natural» le explicaba Augusto a su nieto. El cumpleañero se acercó corriendo donde estaban su hermano y su abuelo conversando, y los interrumpió.

—Arturo, ven a bañarte conmigo en la piscina.

—Que te cuesta llamarme AJ –protestó el mellizo.

—Me gusta más Arturo, ven vamos a la piscina –dijo JJ mientras jalaba a su hermano tratando de que lo acompañara.

El mellizo murmuró un hechizo y comenzó a aparecer un sillón de plástico transparente debajo de su hermano, y creció hasta que JJ quedó totalmente recostado, casi inmóvil, y el joven mago poderoso, alzando los brazos, lo elevó por los aires y al igual que un globo sostenido por una cuerda lo arrastró con él a la piscina. El cumpleañero iba sonriente y divertido sobre su sillón elevado en los aires, mientras Olga se acercaba a ellos preocupada de que el niño se cayera a esa altura.

—AJ ten cuidado, no dejes que tu hermano se caiga, él aún no sabe conjurar hechizos.

—No te preocupes abuela, está metido dentro de una burbuja para que no se caiga al suelo.

—Cómo quieres que lo sepa si tus burbujas siempre tienen tontas calaveras estampadas en ellas.

—Abuela por favor, cómo crees que voy a encerrar a mi hermano en algo así, ya tengo suficiente con LC y su trabajo, como para soportar a otro hermano más liado con la muerte.

—Cuidado con que tu hermano se caiga al piso, ponle algún estampado de ositos a la burbuja para quedarme más tranquila.

—¡Qué te pasa Abuela! Tampoco quiero idiotizar a mi hermano con esas patrañas, déjalo ser por favor.

—No sé, no me siento tranquila viéndolo así.

—Ya estamos llegando a la piscina, tómate una soda o algo.

Al llegar al borde alto de la piscina, AJ transformó el sillón en un tobogán de agua, en el que se deslizó JJ hasta caer a la piscina, mojando a Lucero y a su hermana que conversaban tranquilamente.

—¡AJ eres un idiota! –protestó LC, mientras Lucero se reía de la graciosa cara que el mellizo ponía para burlarse de su hermana.

—¡Otra vez! –gritaba JJ emocionado.

El mellizo levitó a su hermano hasta el extremo más alto del tobogán, y de nuevo entre risas se deslizaba para entrar al agua y mojar a todos dentro.

—¡Otra vez! –volvió a pedir JJ.

—¡No señor! Estás molestando a todos –protestó LC.

—Porfis –suplicó JJ con ojos de cachorrito.

—La última, ¿está bien? –dijo la melliza resignada.



#18035 en Fantasía
#3830 en Magia
#10564 en Thriller
#4245 en Suspenso

En el texto hay: fantasia, angelesydemonios, persecuciones

Editado: 09.07.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.