Flawless

Hades

 

 

Ya dentro del baño, decidí por el bien de mi cordura, limitarme a limpiar todo rastro de suciedad en mí. Así que con todo el orgullo del mundo deslicé fuera de mi cuerpo mi preciado pijama de Dragón Ball Z.

Cabe resaltar que estaba vuelta mierda. Y no literalmente, o sea, tenía parches de colores verdes, rojos, amarillos y otro tanto marrones.

No me importaba si me quedaba sin uñas y sin dedos en el proceso. Tenía que dejarla impecable. Y si para eso debía dejar a un lado mi orgullo —y de paso el asco— pues lo haría. Le metería mano a la ropa hasta que por lo menos la cara de Vegueta pudiese reconocerse.

Casi me voy de culo cuando la puerta se abrió dándole paso a Abril en el proceso.

- ¿Necesita ayuda señ…

Pero la chica se quedó muda cuando me recorrió el cuerpo con la mirada.

Muy bien, eso era raro.

- ¿Crees que podrías ayudarme con el cabello? - pregunté intentando ignorar su mirada- es corto, por lo que no va a ocasionar muchos problemas.

La chica se limitó a hacer lo que le pedí y cuando estuve humanamente aseada me limité a disfrutar del agua tibia en la tina.

-Cariño- dijo de repente mi abuelo, dando golpes suaves en la puerta del baño.

Murmuré un simple “Ummm” en respuesta pues estaba a punto de quedarme dormida.

>> Te he dejado algo de ropa en la cama. Soy consciente de que no te gustan los vestidos, por lo que mañana saldremos de compras. Mientras tanto usa eso como pijama. A las ocho te espero para cenar abajo.

Sopesé mis opciones.

O me quedaba en la habitación con mi mal humor, dejándome ahogar en un vaso de agua. O iba al comedor y abastecía mi cuerpo de la mejor manera que sabía.

Supongo que no podía luchar contra mi estómago, el cual ante la sola mención de comida se puso a rugir cual león hambriento.

-Demonios- resoplé derrotada.

Abril se había llevado mi pijama y mi ropa interior con algo de curiosidad al ver el tipo de prensas que usaba. Por más de que le insistí que yo podía lavarlas perfectamente no me dio cabida para hacer valer mi palabra y de todas formas se la llevó.

Por otro lado, no sabía si agradecer el no traer tennis o por el contrario maldecir mi mala suerte al andar descalza en casa.

Al salir del baño en lo primero que reparé, fue en el gran enterizo extendido sobre la cama, también había un camisón y otras prendas que no supe de su utilidad sino hasta que Loren llegó a salvarme la noche ante mis inminentes lamentos.

-No me jodas. Yo no me voy a poner eso, ni hoy, ni nunca- afirmé al ver las intenciones de mi hermana con un corsé en la mano.

-Vamos, no seas nena.

-Loren, es de noche. Luego de cenar voy a subir a dormir, no voy a salir a ningún lado.

Finalmente, cuando supe diferenciar la ropa interior de las demás prendas, bajamos lentamente las escaleras.

-Oye Loren, tengo una duda.

-Dímelo- respondió mi hermana acomodando un mechón de cabello tras su oreja. Por supuesto que ella no había perdido oportunidad para ponerse un aparatoso vestido abultado — que por supuesto, le quedaba perfecto—.

- ¿Es normal que la chica que destinó el abuelo para ayudarme me mire raro cuando me voy a bañar?

Muy bien, eso sonó extremadamente raro.

Loren no esperó ni un segundo para prácticamente troncharse de la risa.

>>No le veo la gracia, la verdad- comenté con gesto neutro.

Cuando mi hermana se dignó a comportarse como la mujer hecha y derecha que era, se dispuso a secarse las lágrimas que se le habían escapado ante el ataque de risa.

-Ay Leah. No lo entiendes ¿verdad? – como única respuesta junté mis cejas en un claro gesto de “ilumíname ¡oh sagrada sabiduría!”, entonces mi hermana sonrió controladamente y dijo en voz baja: - ¿No te has mirado en un espejo?

Eso me dejó incluso más desubicada que antes.

>>Ay mujer. Eres todo músculo y fibra. Compara tu cuerpo con el mío y dime qué notas de diferente.

-Oh por favor ¿es en serio? - claramente tenían los estereotipos bien definidos. Mi hermana se limitó a asentir como si fuese lo más normal del mundo.

-Supongo que jamás había visto una chica que no fuese la delicadeza en persona- comentó con sarcasmo- y por supuesto, con su espalda, brazos y piernas llenos de tatuajes.

Okey. Eso tenía más sentido.

-Te dije que no me gustaba esta época- me quejé.

-Yo no te obligué a venir- fue lo único que respondió. Eso definitivamente me sacó de quicio.

Ignoré su intento de disculpa y me deslicé por el bonito tallado que tenía las escaleras como pasamanos hasta llegar al primer piso en menos de un par de segundos.

Cuando estuve abajo pude sentir la atención de todos sobre mí. Y por todos me refiero al abuelo, a Catrina, a Abril, a Jasmine y a varios señores que se encargaron de servir la cena.

Agradecía que me miraran raro por el traje que llevaba del abuelo y no por mis tatuajes. No me imaginaba lo que diría Catrina cuando los viera.



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En el texto hay: hermanas, amor, peleas poderes oscuros

Editado: 26.07.2018

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