Flawless

la barba te queda faltal

ALAN

- ¿Estás seguro? – pregunté cuando Carlos se atravesó en mi camino y por poco le patea mi caballo.

-Totalmente. Catalina es… es Catalina.

Obviamente sabía de lo que me hablaba.

Catalina era la mujer de la que más se hablaba en todo Londres. Hermosa de pies a cabeza, pero también manipuladora. La había conocido en una de las muchas fiestas que Carlos organizaba en la mansión y aunque en un principio su belleza me dejó anonadado, cuando hablé con ella su encanto se desvaneció.

Su principal interés era la política. Más por saber los nombres de aquellos señores acaudalados que por gusto propio y aunque insistió muchas veces en perseguirme, terminó por desviarse hacia Carlos quien aún joven dejó que su belleza le deslumbrara.

Ha formado su pequeña fortuna en base a lo que puede sacar de su belleza, no le juzgo, pero no es mi tipo.

El que Loren aceptara tener una cita con ella solo puede significar problemas. Lo más probable es que la pobre chica esté llorando ya.

-Vamos.

El viaje en carruaje se me hizo eterno, pero algo se encendió en mi cuando un jinete pasó a toda pasta por nuestro lado. Mi corazón se detuvo cuando creí reconocer a Hades, pero era imposible, Robert no dejaba que ese caballo saliera y no conocía a nadie que pudiera montarlo.

A nadie, excepto…

-Pues si que llevaba afán ese tipo- Carlos disimulaba su nerviosismo hablando de temas aleatorios, pero el movimiento constante de sus piernas y la forma de estrujarse las manos le delataba.

No dejé de sentir esa extraña sensación en todo el camino y justo cuando paramos frente al lugar en el que Robert había dicho que la habían invitado mi corazón comenzó a palpitar debocado.

-¿Pasa algo?- la mano en mi pecho hizo que me detuviera de golpe, Carlos me miraba con preocupación, como si yo fuese el que estuviese en su lugar.

Negué con calma y entonces algo llamó mi atención.

En el otro extremo de la calle avanzaba con presura Catalina, iba con su séquito de seguidoras y por la expresión de su rostro parecía como si le hubiesen abofeteado tan fuerte que ni siquiera se planteaba una venganza.

Con un sutil movimiento de cabeza le señale la dama a Carlos, quien anonadado volvió la vista de inmediato a mí y luego la desvió hacia la entrada del prestigioso restaurante.

Ambos nos apresuramos a entrar y paramos en seco al escuchar el grito que dejó escapar Loren. Podía reconocer el timbre de su voz a metros, aunque no era precisamente un grito lo que acabábamos de escuchar, sino una enorme y sonora carcajada.

La chica se encontraba en el extremo de una enorme mesa con vista hacia la puerta por donde acabábamos de entrar, pero tenía los ojos cerrados y se sujetaba la panza como si su vida dependiera de ello.

-Bueno, esto es raro- la preocupación de Carlos fue reemplazada por algo muy similar a los celos.

Frente a ella, se encontraba otra persona. Por el aspecto de su ropa desde ese ángulo tenía todo el aspecto de un jovencito de aspecto mas bien delgaducho y atlético, un jinete. Llevaba un extraño sombrero que no me dejaba reconocer su perfil.

Pero luego escuché su voz y noté que estiró sus piernas en toda su extensión. Yo reconocería esas piernas en cualquier lado, sin o con pantalones.

Era Leah.

Solo ella daría ese aspecto de jovencito.

-Oh mierda ¿no es…

La pregunta de Carlos no llegó a culminarse pues mis pies ya se encontraban dando un paso al frente.

-Leah- exclamó mi primo con franca sorpresa. Yo por otro lado, aunque había avanzado por inercia no salía de mi estupefacción. Ella se veía tan hermosa…

Intenté recordar todo lo que había sentido cuando se fue, ese dolor que se había instalado y hasta el día de hoy no había desaparecido, pero cuando fui a apoyarme precisamente en este, cuando me detuve a su lado y ella me miró… cuando pensé en reclamarle de la peor manera o por lo menos mirarla con desprecio; ella me miró, el brillo que yo solo creí existente en mi imaginación resplandeció en sus ojos y habló.

-Alan- murmuró y el dolor en mi pecho se esfumó.

 

LEAH

 

-Alan- lo que creí iba a sonar como algo monótono y desinteresado sonó débil y cursi.

-Ya te echábamos de menos- continuó Carlos luego de que saludó a Loren con un beso en el dorso de la mano- pensé que te demorabas más.

-Pues si quieres me voy- finalmente me atreví a desviar la mirada del rostro de Alan.

-No- dijeron los 3 al tiempo.

Loren porque sabía que yo sería capaz de hacerlo, Carlos porque creía que me había ofendido y Alan… bueno, con él no sabía cuál era el motivo.

A estas alturas esperaba que me odiara o me reclamara.

Sin embargo, lo único que parecía no querer dejar de hacer, era mirarme.

-Bien, fue un estupendo desayuno almuerzo. Creo que era lo que me merecía luego de que ustedes dos dejaran a su suerte a mi hermana- y aunque mi tono era jocoso, lo último simplemente tenía que calarles dentro.



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En el texto hay: hermanas, amor, peleas poderes oscuros

Editado: 26.07.2018

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