-¿Qué haces aquí?- pregunto cuando noto a Eliájh recostado en una gran piedra con los brazos cruzados sobre su pecho y una seriedad inquebrantable.
Llevaba pantalones de vestir, pero su camisa llevaba la falda por fuera y sus mangas estaban remangadas hasta el codo. Una pequeña porción de su pecho quedaba a la vista gracias a los dos botones sin hacer que dejó.
-Vigilo que la segunda dama más importante de este lugar, no se meta en problemas.
Entrecierro los ojos y decido finalmente no darle pelota.
-Como quieras. Cuando te aburras, sabrás el camino de vuelta al castillo.
Y la cosa hubiese ido bien, de no ser porque aunque estuviese aburrido (cosa imposible de saber debido a su permanente gesto serio) no se fue del lugar. Y lo que más me molestaba era que su silencio era incluso más desesperante que si se atreviera a hablarme; pero no, solo estaba allí estático detallando cada uno de mis movimientos en el agua.
El lugar que había encontrado desde temprano era realmente hermoso y amplio e incluso a pesar de que el día anterior había llovido torrencialmente el agua allí estaba completamente limpia. Lo que me había tentado y finalmente inducido a quitarme la ropa y darme un buen baño.
Peor era bastante difícil disfrutar del lugar si cada vez que pasaba de una esquina a otra veía al caballero allí de pie listo para salvarme en caso de un ahogo o yo que sé.
-¡Ayyy! ¿Podrías parar? Ni siquiera Alan me acosa de esta manera- me quejé manoteando en el agua cual niña pequeña.
-Solo porque no sabe en dónde estás.
Bueno, eso tenía sentido. Me tragué mis ganas de debatir y me di la vuelta. Por suerte había traído algo para comer, así que aproveché para desplazarme hasta el lugar donde había dejado mi pequeño refrigerio y justo cuando estaba llegando lo vi de nuevo allí, frente a mí, justo al lado de mi comida.
Intentando ignorar su mirada y absteniéndome de pedirle que me alcanzara el pequeño bolso, salí con toda la dignidad que pude del agua.
Y ahí fue cuando comencé a gozar por fin el momento, pues Eliájh no pudo disimular la mirada que me recorrió de cuerpo completo.
En el agua era fácil mantenerme oculta, pues las rocas en el fondo hacían que todo se viera oscuro, además la falta de luz solar debido al recién llegado invierno influían también a mi favor.
Ahora fuera del agua, únicamente con un brasier y un cachetero la cuestión era diferente.
-Lo lamento, pero la ropa interior de la época no me va- sonreí socarronamente llamando su atención. La carcajada que dejé salir fue totalmente espontánea e incontenible al ver la expresión del caballero, sus labios abriéndose lentamente y sus ojos detallando cada parte con detenimiento.
Finalmente pareció reaccionar y tras un carraspeo y clavar la mirada en el suelo, se giró.
-Tal parece que no tiene ningún inconveniente a la hora de mostrar sus…
-Sus…- incité para no terminar con su incomodidad.
- Vengo del siglo XXI ¿qué esperabas? Además, esto es mucha ropa para lo que acostumbran a usar y…- agregué divertida- no es como si nunca hubieses visto a una mujer en traje de baño ¿o si?
-Estás en ropa interior.
-¿Realmente existe alguna diferencia?
Se quedó callado.
Tomé el bolso donde traía la comida y me senté en una roca justo a su lado.
Varios minutos después olvidé a Eliájh y me distraje mirando la belleza del paisaje, ni siquiera había notado que había comenzado a temblar.
Me sobresalté cuando noté una toalla sobre mis hombros.
-Espiabas- acusé viéndole de reojo cuando se sentó a mi lado, por lo menos pude ver su disimulada sonrisa.
-Solo a ti se te ocurre bañarte en un río recién llegado el invierno.
-Es lo que le da sentido a mi vida- murmuré sobándome los brazos para entrar en calor.
-¿Congelarte hasta los límites de la hipotermia?- aventuró, le miré y supe que a pesar de su gesto serio, intentaba bromear.
-¿Qué quieres que te diga? Soy toda una osada- me defendí entre risas- pero… a la parte seria, lo que quise decir es… cuando quiero algo lo consigo, cuando se me antoja algo lo tomo, ya sabes, no tengo límites. Obviamente cosas que influyen positivamente en mí, no le voy a eso de las drogas o los planes suicidas- aclaré- es más bien…superar mis miedos. ¿Quieres uno?- pregunté cuando no supe que más decir, era tan difícil explicar mis pensamientos.
Eliájh fue a tomar el sándwich que le ofrecía, pero en ese instante mi estómago rugió- puedo esperar a llegar al castillo- comentó absteniéndose de tomar el paquete de mi mano.
-Ya te lo ofrecí, debes recibirlo y… comerlo, obviamente.
-Podríamos compartir- aventuró- tú pareces necesitarlo más que yo.
-Uhhh, ya tuteamos- tomé el sándwich y lo partí por mitad- me agrada eso. Serio das miedo- esta vez su sonrisa medio me dejó ver sus dientes.
-Oh por Dios, esto debe ser un milagro, Eliájh, acabas de dar signo de humanidad con esa sonrisa… ya me empezaba a preocupar- me burlé y él negó con su cabeza desviando la vista al suelo.