29 de Marzo, 2016
¡Dios mío! ¿Por qué a mí?
Y adivinen quien agarró un resfriado de muerte.
Bueno, yo no, pero si agarré un resfriado.
¡Primer día! Y ni siquiera me presenté.
¿Qué tan irresponsable me hace eso?
Y ¡TARAM! Iban a despedirme en mi primer día de trabajo.
Corrección, no iban a despedirme, solo estoy exagerando, ya que en cuanto la señora Johnson, mi ahora jefa, me llamó para preguntarme si me había sucedido algo, no pude simplemente pasar por alto que su preocupación no era solo por el trabajo, sino por mí ¿Y para qué mentir? Ella es un verdadero ángel.
Tuve que decirle que me había sentido mal después de haber llegado a mi casa con tremenda lluvia.
¿La gente normal no se enferma por eso? Yo si.
Y no voy a mentir, al menos no me mentiría a mí misma, no otra vez.
Estoy cansada, estoy agotada y agobiada... y lo único en lo que pienso es qué demonios haré si sigo así ¿Hay alguna razón para que en este momento esté tan estancada? Supongo que en parte es culpa de mis propios pensamientos, teniéndolo todo, menos una mentalidad decente, al parecer. Esto es deprimente y no lo digo solo por decirlo, lo digo porque ya estoy tan molesta conmigo misma que no me provoca siquiera mirarme en el espejo, al menos no hoy, no mañana o pasado mañana.
Hay algunas cosas que el tiempo no puede curar, heridas que no se pueden cerrar, cicatrices que no terminan de sanar y corremos con la esperanza de que algún día eso va a cambiar.
Supongo que hay más de una razón para que todo esto me ocurra justo ahora, pero ¿por qué? ¿En qué me ayudará después? ¿Qué sacaré de todo esto? Algunas veces me despierto con el temor de que nada de lo que haré valdrá la pena.
Y sólo me pregunto cuando va a terminar este ciclo enfermizo.
El ciclo de la autodestrucción.
No es justo que llore por las noches ocultando mis sollozos para que nadie los escuche.
Que sonría por las mañanas como si no me sintiera tan desgastada.
Y lo que más me agobia es que lo tengo todo y yo estoy aquí llorando por la falta de amor de mis padres, porque a veces me siento tan sola y porque no sé desde cuando comenzó este extraño sentimiento que me corroe por dentro y me quita la respiración la gran mayoría del tiempo.
Si, muchos dirían que esto es inconformidad y si, lo es, no se engañen, pero desde hace tanto tiempo, lo único que he pedido todas las noches antes de dormir es que me llamen y solo me digan: Te quiero.
Creo que con eso ya estaría mejor, pero sé que eso nunca pasará y que tal vez cuando lo haga (si es que eso de alguna manera llega a ocurrir) puede que sea muy tarde y que yo me haya cansado de esperar tanto.
¿Me hace eso una mala hija? No puedes ser tan mala si nunca han estado al pendiente de ti, a menos que sea para comunicarte alguna fiesta del trabajo ¿no? Mi historia con mis padres aún me hace retorcer las entrañas, sobre todo por el hecho de que la mayoría de veces solo quiero escapar de esta casa, de esta ciudad, de este país... estar lo más lejos posible de mis progenitores... y al mismo tiempo... ahg... al mismo tiempo, ansío tanto que lleguen a casa, me abracen y solo digan que me han echado de menos.
Supongo que la mayoría de los hijos que crecemos distanciados de nuestros padres sentimos eso, ese vacío que nos da una especie de ansiedad y nos hace querer correr muy lejos.
Y ellos sólo siguen ignorando el daño que nos hacen, sin saber que para nosotros es como tener todo y a la vez nada.
¿De qué me sirve tener mucho dinero (que ni siquiera es mío ¿eh? Sino de mis padres), si no tengo el amor de ellos?
Si mi madre publicaba fotos de sus viajes a diario.
Si mi padre publicaba fotos con su secretaria.
¿Qué hay de mí?
Después de todo, tenía a muchas personas que me amaban, al igual que yo a ellos, pero seguía en esta fase de querer tener a mis padres conmigo.
Supongo que el tiempo de llorar por ellos ya se estaba acabando.
Al igual que mi paciencia.
Ya no puedo seguir con esto.
No puedo.
No quiero.
*-†-*-*-*-†-*-*-*-†-*
- ¿Kate? - me desperté con un sobresalto, un escalofrío recorriendo mi espalda y haciéndome respirar con dificultad, mientras abría y cerraba los ojos a cada rato para quitar su imagen de mi cabeza y no me hiciera soltar un grito por la pesadilla que acababa de tener con él, con Ronald. -Ven, déjame tomarte la temperatura - Nana se puso a mi lado y puso un termómetro en mi boca mientras mi mirada se desviaba hacia la puerta al creer ver una silueta, pero estaba tan mareada que me dejé caer en la almohada - Otra vez esas pesadillas ¿no es así?
No hice más que asentir.
Se quedó un rato largo mirándome como si me examinara, como si con solo una mirada pudiera ver todo aquello que me estaba agobiando aparte de un simple resfriado y del hecho que parecía quejarme por todo y no valorar la vida tal y como la conocía.
Si, una de las cosas que más ansiaba era cambiar mi mentalidad tan destructiva, pero ¿por dónde empezar? ¡Carajo! Esto ya se me estaba saliendo de las manos y necesitaba hacer algo al respecto lo antes posible, antes de que fuese demasiado tarde y pudiera lastimar a alguien.
- Pequeña rubia, mi madre comentó que estabas resfriada.- pego un salto en cuanto escucho su voz.
- ¿Qué haces aquí?
- Katherine - Nana me dio un golpecito en la mano - Este guapo caballero estuvo preguntando por ti toda la mañana y te trajo algo de sopa. Sé más educada.
- Lo siento, nana. Hola Aidan ¿Qué te trae por aquí? - forcé una sonrisita inocente pero volteé la cara viendo como mi nana achicaba los ojos para poder ver los números del termómetro - Dámelo a mí, andas muy ciega estos días - me dio un bastonazo y luego me puso el objeto frente a la cara, pude ver como Aidan contenía la risa, lo que produjo ciertas mariposillas locas y drogadas en mi estómago - Whoa, no tengo nada de fiebre ¿Puedes creerlo? - pero no, nana me lo quitó y luego se lo dio al chico que no dejaba de mirarme.