✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧Jardín✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧
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Kalina se sintió en las nubes mientras caminaba junto a Alaric hacia el lugar de celebración. Él la guiaba con confianza, sus manos en los bolsillos, y ella no podía evitar sonreír al recordar la actuación. El murmullo de la escuela quedó atrás, y pronto se encontraron en un pequeño jardín escondido, un lugar que parecía sacado de un sueño.
El jardín estaba lleno de flores azules que brillaban bajo la luz del atardecer, creando un ambiente mágico. Ambos sabían que había algo especial en ese espacio lleno de vida y color.
- Es hermoso aquí, ¿verdad? – Dijo Alaric, mirando a su alrededor con asombro.
Kalina asintió, sintiendo una calidez en su pecho. -. Sí, es como si el tiempo se detuviera.
Se sentaron en un banco de madera que estaba rodeado de flores, y la brisa suave traía consigo el dulce aroma de las flores. Kalina se sintió tranquila, como si todas sus preocupaciones se desvanecieran en el aire. Mientras conversaban sobre sus intereses, la música, y sus sueños, la conexión entre ellos se hacía más fuerte.
- Siempre quise encontrar un lugar así – Dijo Kalina, disfrutando de la serenidad del momento -. Un lugar donde pudiera ser yo misma, lejos de las expectativas.
- Yo también – Respondió el de mechas azules, con una mirada pensativa -. A veces, parece que todos esperan que seamos algo que no somos.
Kalina sintió que esas palabras resonaban profundamente en ella. En ese jardín, lejos de las miradas y las críticas, podían ser auténticos. Alaric se volvió hacia ella, y por un instante, el mundo a su alrededor desapareció. Sus ojos se encontraron, y Kalina sintió un cosquilleo en el estómago.
- Tu actuación fue increíble, Princesse. Tienes un don que deberías compartir con el mundo -. Dijo él, rompiendo el silencio con una sonrisa genuina.
- Gracias, Alaric. No podría haberlo hecho sin el apoyo de mis amigas… y de ti – Respondió, sintiendo un rubor en sus mejillas.
Mientras hablaban, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas. La luz dorada iluminaba las flores azules, creando un efecto casi etéreo. Alaric tomó un pequeño ramillete de flores y se lo ofreció.
- Para ti – Dijo, con una sonrisa traviesa -. Para recordar que siempre hay belleza en lo que somos.
Kalina tomó las flores, sintiendo que ese simple gesto significaba mucho más. -. Son perfectas. Gracias, Alaric.
La conversación fluyó entre risas y miradas cómplices. Kalina se dio cuenta de que no solo había encontrado un espacio seguro en el jardín, sino también en la compañía de Alaric. Había algo mágico en su presencia, algo que hacía que su corazón latiera con más fuerza.
Finalmente, el crepúsculo comenzó a envolverlos en una suave oscuridad, y Kalina supo que ese momento marcaría un antes y un después en su vida. Allí, entre las flores azules y las risas compartidas, había encontrado no solo un amigo, sino a alguien con quien podría explorar sus sueños. Sin darse cuenta, el jardín se convirtió en un símbolo de nuevas oportunidades, un lugar donde podían florecer juntos, dejando atrás sus miedos.
Transcurrieron los días y la conexión entre Kalina y Alaric se volvió cada vez más fuerte. Se veían a menudo en el instituto, pero era en aquel jardín de flores azules donde realmente podían ser ellos mismos. Cada tarde, se encontraban allí, compartiendo risas y sueños, y el tiempo parecía detenerse.
Kalina comenzó a sentirse más segura de su talento, y con el apoyo de Alaric, se dedicó a practicar cada vez más. Él la animaba a seguir explorando su voz y a experimentar con diferentes estilos de música. A menudo, ella lo sorprendía cantando algunas de sus canciones favoritas, y él siempre respondía con admiración.
Un día, mientras estaban en el jardín, Alaric la miró con una seriedad que la tomó por sorpresa.
- Princesse, tengo una idea. ¿Qué te parece si organizamos un pequeño recital aquí? Solo nosotros y algunos amigos. Sería un buen lugar para mostrar tu talento.
Kalina se sintió un torbellino de emociones. La idea la emocionaba y, al mismo tiempo, le daba miedo. -. No sé... ¿Y si no les gusta?
- No pienses en eso. Lo importante es que lo disfrutes. Y estaré contigo en todo momento – Dijo él, con una confianza que la tranquilizaba.
Después de pensarlo un momento, Kalina asintió. -. ¡Está bien! ¡Hagámoslo!
Ambos comenzaron a planear el recital, invitando a sus amigas y a algunos compañeros. Kalina eligió varias canciones que quería interpretar, y cada vez que se encontraba con Alaric en el jardín, ensayaban juntos. Él la ayudaba a afinar su interpretación, y su apoyo incondicional la llenaba de confianza.
El día del recital llegó, y el jardín estaba decorado con luces suaves que iluminaban las flores azules. Sus amigas, emocionadas, llegaron para apoyarla, y Kalina se sintió abrumada por la energía positiva que la rodeaba. Cuando subió al pequeño escenario improvisado, vio a Alaric entre el público, sonriendo y dándole un pulgar arriba.
Comenzó a cantar, dejando que la música fluyera a través de ella. La emoción y la alegría de estar rodeada de amigos y de su especial conexión con Alaric la llenaban de energía. Al finalizar su última canción, el jardín estalló en aplausos y vítores.
Kalina sonrió, sintiéndose más viva que nunca. Alaric se acercó a ella, sus ojos brillaban de orgullo.
- ¡Lo hiciste increíble! Estoy tan orgulloso de ti – Dijo, abrazándola.
En ese momento, Kalina se dio cuenta de que el recital no solo había sido una oportunidad para mostrar su talento, sino también un paso hacia su verdadero yo. Allí, en medio de las flores azules y el amor de sus amigos, encontró una parte de ella que siempre había estado oculta. Y con Alaric a su lado, se sintió lista para enfrentar cualquier cosa que viniera en el futuro