✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧La tormenta✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧
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La semana siguiente transcurrió entre risas y nuevas promesas. Kalina, con el apoyo de sus amigas y el visto bueno de sus padres, comenzó a organizar su tiempo entre la música y las responsabilidades familiares. Sin embargo, la tranquilidad no duraría mucho.
Era un lunes por la mañana cuando Maxwell decidió que era hora de hacer su movimiento. Había estado observando desde las sombras, y no podía soportar ver a Kalina feliz con Alaric. Esa mañana, se acercó a su grupo de amigos, un grupo que siempre estaba dispuesto a causar problemas.
- ¿No les parece que deberíamos hacer algo para arruinarles la diversión a esos frikis? – Propuso Maxwell, con una sonrisa maliciosa.
Sus amigos asintieron, entusiasmados por la idea. Ellos eran como sombras de Maxwell, siempre dispuestos a seguir su ejemplo.
Maxwell sabía que lo que planeaba era cruel, pero eso era lo que más le excitaba. No podía soportar la idea de que Kalina pudiera ser feliz sin él. Con una idea en mente, se dirigió a su objetivo: la clase de música.
Mientras tanto, Kalina y Alaric estaban ensayando en el aula, disfrutando de la conexión que habían cultivado. Kalina estaba más motivada que nunca, y la música fluía de manera natural entre ellos.
- Eres increíble Princesse – Dijo Alaric, sonriendo mientras tocaban una melodía que ambos habían creado juntos.
Kalina se sonrojó, sintiéndose animada por sus palabras. -. Gracias, pero no sería lo mismo sin ti. Me alegra que estés aquí.
La música llenó el aula, pero su felicidad se vio interrumpida cuando la puerta se abrió de golpe y Maxwell apareció, seguido de su grupo de amigos.
- ¡Miren quiénes son los tortolitos! – Exclamó Maxwell, con un tono burlón que hizo que el ambiente se enfriara.
Kalina se tensó, reconociendo el tono de voz de Maxwell. -. ¿Qué quieres, Russell?
- Solo venía a ver cómo van las cosas – Respondió él, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos -. Pero parece que todo lo que hacen es jugar a ser músicos.
Alaric, sintiendo la tensión, se levantó. -. No tienes por qué estar aquí, Maxwell. Este es nuestro espacio.
- Oh, vamos Alaric – Dijo Maxwell, haciendo un gesto con la mano -. No quiero interrumpir su pequeño juego. Pero tengo algo que mostrarles.
Sin más, Maxwell lanzó un papel al suelo, y Kalina se acercó para recogerlo. Sus ojos se abrieron de par en par al ver el contenido: fotos de ella y Alaric en el jardín, tomadas desde la distancia. Había imágenes de ellos riendo, tocando música, incluso una de ellos compartiendo un momento íntimo.
- ¿Qué mierda es esto? – Preguntó Kalina, sintiendo que la ira y la vergüenza se acumulaban en su pecho.
- Solo una pequeña muestra de lo que pueden hacer los amigos que son "fotosensibles" – Respondió el rubio, con una sonrisa arrogante.
Alaric dio un paso adelante, protegiendo a Kalina. -. Esto es inaceptable, Maxwell. No puedes hacer esto.
- Oh, pero lo hago – Replicó él, su voz llena de desdén -. La gente tiene derecho a saber quiénes son realmente sus "ídolos".
Kalina sentía cómo su corazón se aceleraba. Las risas y los susurros de los demás estudiantes comenzaban a llenar el aula, y la incomodidad se palpaba en el aire.
- ¿Qué planeas hacer con esas fotos? – Preguntó la rusa, intentando mantener la compostura.
- Nada en particular. Solo pensé que sería divertido ver cómo reaccionan cuando se enteren de lo que realmente hacen a sus espaldas. No querrán que sus padres se enteren, ¿verdad?
Alaric apretó los puños. -. No puedes manipular a la gente así. Esto no te hará bien.
Maxwell simplemente se encogió de hombros. -. El mundo es un lugar cruel, amigo. Quizás deberías prepararte para ello.
Sin más, Maxwell salió del aula, riendo junto a sus amigos, dejando a Kalina y Alaric en un mar de confusión y miedo.
Kalina se dejó caer en una silla, sintiéndose abrumada. -. No puedo creer que haya hecho esto.
- Lo sé Kali —respondió Alaric, sintiendo su rabia. -. No le hagas caso. No tiene poder sobre ti.
Kalina lo miró, sus ojos llenos de angustia. -. Pero ¿y si comparte esas fotos? Mis padres, mis sueños... todo lo que he trabajado podría destruirse.
Alaric se acercó y tomó su mano. -. Tú tienes el control sobre tu vida, Kalina. No permitas que alguien como Russell te haga sentir menos. Necesitas hablar con tus padres antes de que se corra el rumor.
Con una profunda respiración, Kalina asintió. Sabía que tenía que ser valiente. -. Tienes razón. No puedo dejar que esto me detenga. Hablaré con mi madre.
Al final del día, Kalina se dirigió a casa, sintiendo el peso de lo que había sucedido. Mientras caminaba, se dio cuenta de que no podía dejar que Maxwell le robara su pasión por la música. Era hora de enfrentar la tormenta.
Cuando llegó a casa, se encontró con su madre en la cocina. Con el corazón latiendo con fuerza, decidió contarle lo que había pasado.
- Madre, necesito hablar contigo sobre algo serio – Dijo Kalina, sintiendo la urgencia en su voz.
Su madre la miró, preocupada. -. ¿Qué sucede, Kali?
Kalina tomó aire y le explicó todo: las fotos, Maxwell y cómo su manipulación podría afectar sus sueños. La expresión de su madre cambió de preocupación a enojo.
- No puedo creer que haya hecho eso – Dijo su madre, su voz firme -. No tienes que permitir que él te controle.
Kalina sintió un alivio al ver que su madre la apoyaba. —Gracias, mamá. Solo necesito que entiendas lo importante que es la música para mí y que no quiero que nadie me detenga.