✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧Cadenas Invisibles✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧
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Kalina caminaba por los pasillos del instituto, con la cabeza llena de pensamientos, pero nada relacionado con las clases. Su padre, la estaba apoyando, le había dicho la noche anterior que estaba orgulloso de todo lo que estaba logrando con la banda. Pero, en vez de sentirse aliviada, ese apoyo solo había aumentado la presión sobre ella.
- Quiero que seas feliz, haciendo lo que amas, sin descuidar de lo que hemos hablado – Le había dicho su padre, sonriendo -. Si la música es tu sueño, estoy contigo.
Y eso era lo que hacía todo más complicado. Su familia creía en ella, sus amigos la admiraban, y, sin embargo, había algo que la inquietaba, una sombra que la seguía a todas partes: el miedo a fallar. ¿Qué pasaría si no estaba a la altura de sus propias expectativas?
Mientras abría su casillero, sus pensamientos fueron interrumpidos por Catherine, que apareció con su típica energía.
- Hey, ¿todo bien? – Preguntó, notando el rostro pensativo de Kalina.
Kalina levantó la vista, sorprendida.
- Sí, todo bien – Dijo, aunque su tono no convenció a Catherine.
- Vamos, Kalina, te conozco – Catherine cruzó los brazos, apoyándose en el casillero de al lado -. ¿Qué pasa? ¿Algo con los ensayos?
Kalina se quedó en silencio un momento, mientras guardaba sus libros.
- No sé si sean los ensayos – Respondió finalmente -. Es más... todo. El tema del festival está cada vez más cerca, todos están contando conmigo y mi padre... bueno, ya sabes cómo ha estado apoyándome desde que le dije. Pero siento como si hubiera más presión por eso. Como si no pudiera permitirme fallar.
Catherine la observó, con una mezcla de comprensión y sorpresa.
- ¿Y eso te preocupa? – Preguntó, alzando una ceja -. Kali, estás siendo increíble con todo esto. ¿De verdad crees que no estás a la altura?
- No es eso – Suspiró la rusa, cerrando el casillero -. Es solo que, cuanto más apoyo recibo, más siento que no puedo fallar. Si todo sale mal, no es solo mi sueño el que está en juego. Es el de todos los que me apoyan.
Catherine se acercó un poco más, con una expresión seria, pero cálida.
- Mira, es normal sentir presión, sobre todo cuando sabes que tienes el apoyo de quienes te importan. Pero eso no significa que debas dejar que esa presión te asfixie. Nadie espera que seas perfecta. Solo que sigas haciendo lo que amas. No te estás subiendo a ese escenario sola, Kali. Estamos todos contigo y más Alaric
Kalina sonrió levemente, aunque la incertidumbre aún estaba ahí.
- Supongo que tienes razón – Admitió -. Es solo que no puedo evitar sentir que si no lo doy todo, decepcionaré a los demás.
La chica de gafas puso una mano en su hombro, con firmeza.
- Lo que importa es que te mantengas fiel a ti misma. La música siempre ha sido tu refugio, ¿no? No la conviertas en una fuente de estrés. Además, en este festival no es solo sobre expectativas. Es tu oportunidad de disfrutarlo.
Kalina asintió, agradecida por las palabras de su amiga. A pesar de todo el nerviosismo, sabía que Catherine tenía razón. Había perdido de vista lo más importante: su amor por la música.
- Gracias, Podruga. Creo que necesitaba escuchar eso.
- Para eso estamos las amigas, rusa – Respondió Catherine, guiñándole un ojo -. Y hablando de amigas, ¿has hablado con Nefeli? La he notado más distante últimamente. No sé qué le pasa.
Kalina frunció el ceño, recordando que Nefeli había estado más callada durante los ensayos.
- Sí, me he dado cuenta. Parece que algo la está afectando, pero no sé si quiere hablarlo aún.
- Tal vez deberíamos intentar acercarnos – Dijo Catherine, pensativa -. Todos estamos bajo presión, pero creo que ella está lidiando con algo más pesado.
- Sí, eso parece – Admitió Kalina -. Quizás este fin de semana podríamos invitarla a una pijamada
- Buena idea – Asintió Catherine, mientras comenzaban a caminar hacia la clase -. Nos vendría bien a todas relajarnos un poco antes del gran día.
Kalina sonrió, sintiendo que, aunque las dudas seguían presentes, hablar con Catherine había aligerado un poco el peso que llevaba. Sabía que el camino hacia el festival sería difícil, pero no estaba sola. Y eso era lo que realmente importaba.
Habían pasado varios días desde esa conversación y fue entonces cuando el fin de semana antes del festival el grupo de amigos decidieron ir a la casa de Cathe para allí hacer la pijamada.
La casa de Catherine estaba llena de risas y la típica algarabía que precede a una pijamada entre amigos. El grupo, compuesto por Kalina, Nefeli, Evander, Alaric y, por supuesto, la propia Catherine, había llegado cargado de sacos de dormir, almohadas y snacks. La emoción del inminente festival de música vibraba en el aire, pero esa noche estaba destinada a ser un escape. Un pequeño respiro antes del gran día.
- ¡Bienvenidos a mi humilde morada! – Anunció Catherine, abriendo la puerta de par en par mientras sus amigos iban entrando.
La sala de estar ya estaba lista: colchones distribuidos por el suelo, luces tenues, y una mesa llena de comida chatarra. Alaric llegó con una caja de pizzas, y Evander con varios refrescos bajo el brazo. Las chicas, entre risas, llevaban bolsas de dulces y otras chucherías.
- Esta es la mejor idea que has tenido en semanas, Cathe – Dijo Kali, dejándose caer sobre uno de los sofás -. Lo necesitaba.
- ¿Alguien dijo "relax total"? – Bromeó Evander, levantando una lata de refresco en un falso brindis -. Porque después de los ensayos, esto es lo único que quiero.