✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧Flores En El Abismo✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧
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Los días siguientes se sentían como si una tormenta silenciosa se cerniera sobre todos. Kalina había comenzado a evitar a Maxwell después de que Alaric le contara sobre el enfrentamiento en la biblioteca. Sin embargo, la presencia de las flores azules continuaba. Cada mañana encontraba un nuevo ramo en su taquilla o en la puerta de su casa. Nadie sabía cómo llegaban allí, y con cada flor, la tensión crecía.
Kalina se había mantenido ocupada entre las clases y ensayos. Su pasión por la música, que siempre había sido su escape, se estaba transformando en una fuente de ansiedad. La presentación con Alaric se acercaba rápidamente, y aunque compartían momentos de conexión intensa durante los ensayos, había algo en el aire, algo que les impedía hablar abiertamente de lo que ambos sabían qué estaba ocurriendo.
Una mañana, mientras Kalina se dirigía hacia su taquilla, vio a Evander, Nefeli y Cathe esperando por ella. Intentaron hacerla sonreír, pero la sombra de las flores azules colgaba sobre todo.
- ¿Las flores siguen apareciendo? – Preguntó Evan con cautela, mirando de reojo la taquilla de Kalina.
Kalina asintió, abriendo la puerta de su taquilla. Como lo esperaba, un nuevo ramo estaba allí, más hermoso que el anterior, envuelto en un delicado lazo plateado.
- Esto ya no es romántico, es perturbador – Murmuró Nefeli, cruzando los brazos -. Debemos hacer algo, rusa. No puedes seguir recibiendo estas flores sin saber quién las envía.
Cathe asintió.
- Esto está afectando a Alaric también. No hemos hablado mucho, pero puedo ver que está preocupado. Esto es más grande de lo que parece, ¿verdad?
Kalina miró las flores, sintiendo una mezcla de inquietud y confusión.
- No sé quién está detrás, y eso es lo que me aterra – Dijo, finalmente -. Alaric ya tiene suficientes problemas con Maxwell. No quiero que esto complique más las cosas.
Antes de que pudieran seguir conversando, el sonido de pasos apresurados resonó por el pasillo. Era Maxwell, con una sonrisa irónica en el rostro. Todos se tensaron al verlo acercarse. Él ni siquiera miró a las flores, pero claramente sabía que estaban allí.
- Vaya, Friki, ¿alguien especial te ha estado mimando con esas flores? – Su tono burlesco hizo que Cathe se pusiera frente a él
- Vete al infierno, Don perfecto – Replicó Catherine, poniéndose entre Kalina y él -. No te metas donde no te llaman.
Maxwell soltó una risita, aún recordaba a su exnovia, pero en ese momento solo le importaba molestar a la mejor amiga de esta.
- Solo vengo a decirles que Alaric debería cuidarse. Las cosas en casa no están nada bien, y cuando la presión familiar se une a los problemas personales, las cosas pueden desmoronarse fácilmente.
Kalina sintió un nudo en el estómago. No sabía qué pretendía Maxwell, pero estaba claro que estaba jugando con fuego.
- ¿Qué quieres decir, Maxwell? – Preguntó finalmente, tratando de mantener la compostura.
Él la miró con una sonrisa calculada.
- Digamos que si Alaric no empieza a tomar decisiones inteligentes pronto, no solo su relación contigo, sino también su futuro, podría verse comprometido. Las rivalidades familiares no son tan simples como parecen, Kalina. Tarde o temprano, el conflicto entre nuestras familias les afectará, quieras o no. Y esas flores... bueno, solo son una pequeña parte del juego.
La rusa estaba a punto de responder cuando sintió una mano en su hombro. Era Alaric. Lo había visto venir por el pasillo, su rostro sombrío y serio.
- Ya basta, Maxwell – Dijo Alaric con una voz baja y firme, colocando a Kalina detrás de él -. No sé qué te propones con todo esto, pero te advierto que no sigas metiéndote en nuestras vidas.
Maxwell levantó las manos en señal de rendición, pero su sonrisa no desapareció.
- Tranquilo, amigo mío. Solo estoy intentando ayudar. Después de todo, las rivalidades entre nuestros padres no deberían afectar lo que hacemos aquí, ¿verdad?
Alaric le iba a responder, pero Cathe se le adelantó poniendo una mano en el pecho del rubio.
- Mantén tus juegos lejos de Kali – La de gafas solamente miraba a su exnovio con rabia -. Si no lo haces, lo lamentarás.
Maxwell solamente se rio tomando la mano de la chica y apartándose de ella para así dirigirse donde su amigo.
- No te preocupes, solo recuerda, las decisiones que tomas no son solo tuyas. Son para tu familia también. Y si no juegas bien tus cartas… bueno, ya veremos cómo termina todo esto.
Con esas palabras, Maxwell se dio la vuelta y se alejó, dejando a Kalina, Alaric y los demás en un tenso silencio. Alaric se giró hacia Kalina, sus ojos suavizando un poco, pero la preocupación aún visible en su rostro.
- No le hagas caso – Le murmuro a Kalina, con un suspiro -. Él está tratando de manipularnos. Quiere que comencemos a desconfiar el uno del otro, pero no lo voy a permitir.
Kalina asintió, aunque su mente aún seguía revoloteando entre las palabras de Maxwell y las flores misteriosas. Sabía que algo más estaba ocurriendo, algo más profundo, y por más que quisiera ignorarlo, no podía dejar de sentir que todo se estaba volviendo más complicado de lo que ambos podían manejar.
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Esa noche, Kalina no podía dormir. Las palabras de Maxwell seguían repitiéndose en su mente. Las flores, la rivalidad entre las familias, el chantaje. Todo se entrelazaba en una red de incertidumbre. Decidió salir al jardín de su casa para despejarse, pero cuando abrió la puerta, se encontró con un nuevo ramo de flores azules, más grande y más brillante que cualquier otro que hubiera recibido antes.