✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧Consejo De Madre˚.⋆☾⋆⁺₊✧
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El sol de la tarde entraba tímidamente por las cortinas de la habitación de Kalina, llenando el espacio con una luz dorada. Se sentó en su cama, jugando con un mechón de su cabello mientras intentaba ordenar sus pensamientos. Todo lo que había pasado recientemente con Alaric, Maxwell y la misteriosa carta la tenía más inquieta de lo que quería admitir.
Cuando escuchó el leve sonido de la puerta abriéndose, levantó la vista. Su madre, elegantemente vestida como siempre, entró con una sonrisa cálida.
- Hola, cariño – Dijo su madre, caminando hacia la cama -. Te he notado un poco distraída estos días. ¿Todo bien?
Kalina suspiró, señalando el espacio junto a ella.
- ¿Puedes sentarte? Creo que necesito hablar contigo.
Su madre se sentó, colocando una mano sobre la de su hija.
- Por supuesto, Kali. ¿Qué ocurre?
Kalina tomó un momento antes de responder.
- Es… complicado. Hay tantas cosas pasando al mismo tiempo. Alaric, mis amigas, incluso Maxwell. Y para colmo, esa carta misteriosa. Siento como si estuviera atrapada en el centro de algo que no entiendo.
Anastasia miraba a su hija con una dulce sonrisa
- A veces, la vida puede sentirse así, como si todo se desmoronara al mismo tiempo. Pero, cariño, eso no significa que tengas que enfrentarlo sola.
Kalina dejó escapar una risa amarga.
- Lo sé, pero... no quiero preocupar a nadie. Ya tengo suficiente con Alaric cargando todo lo que está pasando en su familia. No quiero ser otra persona que él tenga que cuidar.
Su madre entrecerró los ojos, claramente preocupada.
- Kalina, querer proteger a los demás está bien, pero no puedes olvidarte de ti misma en el proceso. Alaric es fuerte, pero también necesita saber que puede apoyarse en ti, así como tú puedes apoyarte en él. Eso es lo que significa una relación.
Kalina asintió lentamente, reflexionando sobre las palabras de su madre.
- ¿Y qué pasa con la carta? No tengo idea de quién la dejó ni qué significa, pero siento que algo malo está por venir.
La madre de Kalina la miró con seriedad.
- Es normal sentirse inquieta cuando algo desconocido aparece. Pero te conozco, Kali. Eres más fuerte de lo que piensas. Si esa carta es importante, encontrarás las respuestas en el momento adecuado. No te apresures ni te dejes consumir por la incertidumbre.
Kalina suspiró, sintiendo un poco de alivio al escuchar el tono tranquilizador de su madre.
- A veces, desearía ser como tú, mamá. Siempre tan segura de todo.
La mujer soltó una leve risa, apretando suavemente la mano de su hija.
- Oh, cariño, no siempre estoy segura. Pero he aprendido que la confianza no significa no tener miedo. Significa seguir adelante a pesar del miedo.
Las palabras resonaron profundamente en Kalina, como si hubieran sido exactamente lo que necesitaba escuchar.
- Gracias, mamá – Dijo finalmente, abrazándola.
- Siempre estaré aquí para ti, Kali – Respondió su madre, besando su frente.
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Cuando su madre se fue, Kalina se quedó en su habitación, mirando por la ventana. Las palabras de su madre le habían dado claridad. Tal vez no tenía todas las respuestas, pero sabía que no tenía que enfrentarlo todo sola.
Alaric, sus amigas, su familia… todos estaban ahí para apoyarla. Y ahora, más que nunca, estaba decidida a encontrar las piezas del rompecabezas y enfrentarse a lo que fuera que viniera.
Tomó su cuaderno y comenzó a escribir, dejando que sus pensamientos fluyeran libremente. En ese momento, bajo la luz dorada de la tarde, Kalina sintió una chispa de esperanza que la llenó de determinación.
Esa noche, después de cenar, Kalina decidió que ya era hora de compartir sus inquietudes con alguien más. Sus amigas siempre habían sido su refugio, y aunque había intentado ser fuerte sola, comprendió que no podía seguir guardándose todo.
Tomó su teléfono y envió un mensaje al grupo:
"¿Reunión de emergencia mañana después de clases? Hay algo que quiero contarles."
Casi de inmediato, llegaron las respuestas de Catherine y Nefeli:
"Claro, Rusa. Donde digas, ahí estaremos."
"Cuenta conmigo. Llevemos comida, porque esto suena serio."
La calidez de sus respuestas le arrancó una sonrisa. Tener a esas dos en su vida era un recordatorio constante de que no estaba sola.
El siguiente día en el instituto transcurrió como de costumbre, pero Kalina no podía evitar sentirse más ligera. En clase de química, mientras miraba el asiento donde había encontrado la carta, decidió que era hora de enfrentarse al misterio.
Después de clases, las tres amigas se reunieron en el rincón habitual del patio, bajo el árbol de ramas retorcidas que les daba una sensación de privacidad. Kalina llegó con la carta en la mano.
- Bien, chicas – Comenzó, sentándose frente a ellas -. Creo que es hora de que hablemos de esto.
Les mostró la carta y les relató lo que había pasado. Catherine y Nefeli la escucharon atentamente, sus rostros reflejando la seriedad de la situación.
- ¿Estás segura de que no tienes idea de quién pudo haberla dejado? – Preguntó Catherine, examinando la carta como si pudiera descifrarla solo con mirarla.
- Ni idea – Admitió Kalina, encogiéndose de hombros -. Pero lo que más me inquieta es que siento que tiene que ver con lo que está pasando con Alaric.
Nefeli levantó una ceja, claramente intrigada.
- ¿Crees que Maxwell tenga algo que ver? Ya sabes, después de lo que pasó entre ellos.