✩₊˚.⋆☾⋆⁺₊✧La Danza Final˚.⋆☾⋆⁺₊✧
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La lluvia caía con fuerza esa noche, creando un acompañamiento casi melódico para el caos que estaba a punto de desatarse. Las luces de la ciudad parpadeaban a través de la bruma, y el aire estaba cargado de una tensión eléctrica que parecía presagiar una tormenta más grande que la que cubría el cielo.
Alaric estaba sentado en el asiento del copiloto de un coche negro que avanzaba lentamente hacia los almacenes abandonados en el puerto. Junto a él, Mickee mantenía el volante con una calma aparente, pero sus dedos tamborileaban nerviosamente contra el cuero desgastado. Atrás, tres figuras silenciosas revisaban sus armas, ajustándose chalecos antibalas y comprobando municiones. No eran simples matones; eran hombres entrenados, expertos en operaciones clandestinas. Hombres de la mafia.
- ¿Estás seguro de esto, Alaric? — Preguntó Mickee sin apartar la vista del camino. —. Una vez que entremos, no hay vuelta atrás.
Alaric miró hacia el horizonte, donde las siluetas de los almacenes se dibujaban como sombras amenazantes contra el cielo iluminado por rayos. Respiró profundamente antes de responder.
- No hay otra opción. Maxwell ha cruzado la línea, y si no actuamos ahora, no solo yo estaré en peligro, sino todos los que me rodean.
Mickee asintió lentamente, pero su expresión reflejaba duda. Sabía que esto no era solo una batalla personal para Alaric; era un enfrentamiento contra un sistema corrupto que había estado operando en las sombras durante años. Y las probabilidades no estaban a su favor. El coche se detuvo frente a un portón de acero oxidado. Uno de los hombres en el asiento trasero se inclinó hacia adelante y le entregó un auricular a Alaric.
- Manténgalo puesto — Dijo el hombre con voz grave. —. Estaremos en contacto durante toda la operación.
Alaric se colocó el auricular, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Las puertas del portón se abrieron lentamente, revelando el interior del almacén principal, donde luces blancas y frías iluminaban un espacio vasto y desolado. En el centro, Maxwell estaba de pie junto a una mesa llena de documentos, rodeado de hombres armados.
- Finalmente, llegaste — Maxwell con una sonrisa burlona al ver a Alaric entrar. —. Estaba empezando a pensar que no tendrías el valor.
Alaric avanzó lentamente, deteniéndose a varios metros de él. Los hombres de Maxwell levantaron sus armas, pero él levantó una mano para detenerlos.
- Esto no tiene por qué acabar en violencia, Maxwell — Dijo Alaric con voz firme. —. Ríndete ahora y podemos resolver esto de otra manera.
Maxwell soltó una carcajada, un sonido lleno de desdén y malicia.
- ¿Rendirme? ¿Después de todo el trabajo que he hecho para llegar aquí? ¿De verdad crees que voy a entregarme porque un niño con complejo de héroe me lo pida?
Se inclinó hacia la mesa, tomando un documento y mostrándoselo a Alaric.
- Esto es mucho más grande de lo que puedes imaginar. Tu familia, mi familia… todos somos piezas de un tablero mucho más grande. Y yo planeo ser el que controle el juego.
Antes de que Alaric pudiera responder, el auricular en su oído emitió un chasquido.
- ¿Esperamos tu señal, jefe? — Preguntó una voz desde el otro extremo. Alaric apretó los dientes. Sabía que cualquier movimiento en falso podría desencadenar un baño de sangre. Pero también sabía que Maxwell no tenía intención de negociar. Alaric alzó una mano discretamente, una señal para que el equipo esperara.
- ¿Y qué pasa con Kalina? — Preguntó Alaric, cambiando de táctica. —. Sabes que no tenía nada que ver en esto.
La sonrisa de Maxwell se desvaneció ligeramente, pero su expresión seguía siendo cruel.
- Ella fue un daño colateral. Nada personal.
Alaric sintió que la rabia lo consumía, pero se obligó a mantener la calma. No podía permitirse perder el control.
- Eso lo cambia todo, Maxwell — Dijo, su voz apenas un susurro. —. Eras mi amigo, pero lo que le hiciste a ella, nada terminara bien para ti
ese momento, las luces del almacén parpadearon y se apagaron. En la oscuridad, se escucharon gritos y disparos cuando el equipo de Mickee entró en acción.
La oscuridad era total, rota solo por los destellos de los disparos. Alaric se arrojó al suelo, cubriéndose detrás de una pila de cajas, mientras el sonido ensordecedor de los disparos llenaba el aire. Podía escuchar a Mickee dando órdenes por el auricular, pero todo se mezclaba en un torbellino de ruido y adrenalina.
Maxwell se había retirado hacia una salida trasera, protegido por varios de sus hombres. Alaric lo vio moverse entre las sombras y lo siguió, dejando atrás el caos principal. Sabía que detener a Maxwell era la clave para poner fin a todo esto.
Maxwell estaba en un pasillo angosto, intentando abrir una puerta de seguridad cuando Alaric lo alcanzó. Sin pensarlo, Alaric lo embistió, derribándolo al suelo. Los dos hombres rodaron por el suelo, intercambiando golpes.
Maxwell era fuerte, pero Alaric estaba impulsado por algo más profundo: el dolor y la venganza. Finalmente, logró inmovilizar a Maxwell, presionando su brazo contra su cuello.
- Esto termina aquí — Dijo Alaric, jadeando. -. Por Kalina. Por todo lo que hiciste.
Maxwell intentó sonreír, pero su expresión era de puro miedo.
- Nunca escaparás de esto, Amigo mío — Susurró. —. Siempre habrá alguien más. Esto no termina conmigo.
Alaric apretó más fuerte, pero antes de que pudiera hacer algo más, Mickee apareció, apuntando un arma a la cabeza de Maxwell.
- Ya basta, Alaric — Dijo Mickee con voz firme. —. No necesitamos mancharnos más las manos. Tenemos pruebas suficientes para acabar con él de manera legal.