—¿Por qué nunca denunciaste lo que pasaba? —preguntó Sophie, su expresión era muy seria.
—¿Por qué no lo hiciste tú? —contraatacó Ethan—. Pudiste haberlo hecho en estos cuatro años.
—Fueron cuatro años... —expresó Sophie, no pudiendo creerse el tiempo transcurrido, mirando a algún lugar a un costado de la mesa del comedor—. No dije nada en cuatro años... No, no dije nada nunca, no se enteraron por mí, ni por ti —regresó la mirada a Ethan.
Ambos se miraron unos segundos en silencio, sin decir nada. Daphne los observó de igual manera en silencio, se dirigieron miradas dolorosas, sobre todo Sophie. La iluminada mirada que tenía cuando los había invitado a su casa y cuando les contaba sobre su vida desapareció.
—¿Por qué nunca dijiste nada? —preguntó Sophie en un tono duro que sonó a reproche.
—¿Estás reclamándome? —expresó Ethan molesto—. Tú pudiste perfectamente hacerlo.
—Tú eras el valiente, debiste prever que yo no lo haría —Ethan la miró como no pudiendo creer lo que oía, ¿tan simplemente ella quería desligarse de cualquier culpa?
—¿Yo era el valiente? —increpó con molestia—. Tú eres la que se quedó aquí, yo fui el que huyó lo más lejos que pudo.
Daphne miró a Ethan y después a Sophie, no quería entrometerse en el asunto, ella no lo había vivido; no había estado ahí. Pero esto estaba convirtiéndose en una discusión de acusarse el uno al otro, ninguno podía cambiar las decisiones que habían tomado en aquellos tiempos, no tenía sentido recriminarse eso ahora.
—Tu dijiste que todos ellos eran unos cobardes por no intentar hacer algo para salir de ahí —habló Sophie con una voz que comenzaba a quebrarse—. Debí saber que no harías nada por ellos.
Cuando las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, volteó hacia Daphne, ella estaba totalmente al margen de la conversación, pero por supuesto escuchaba todo esto, entendía que ella estaba al tanto de todo lo ocurrido con ellos, pero no había hablado abiertamente de esto con nadie más que su esposo, y al ver a esta chica a la que apenas conocía se sintió juzgada, ¿que estaría pensando de ella? Debía estar juzgándola, por su cobarde decisión de dejar todo en el olvido y sólo continuar con su vida aun sabiendo que todos esos niños seguían sufriendo.
No pudiendo tolerar la mirada de la chica sobre ella, se puso de pie y se dirigió a la encimera, colocó ambas manos en ella mientras respiraba tratando de calmarse.
—Pasaron cuatro años —dijo en un tono de reproche que esta vez iba dirigido hacía sí misma—. ¿Por qué? ¿Por qué no lo hice?
—Porque fuiste cobarde —habló Ethan.
—¡Ethan! —lo reprendió Daphne, eso era muy insensible. Ethan la miró con una seria expresión.
—Sólo es la verdad —dijo simplemente, para después regresar la mirada a Sophie—. Fuiste una cobarde Sophie, yo fui un cobarde, aquellos chicos que lograron salir al tener mayoría de edad también fueron egoístas y cobardes, todos aquellos vecinos que notaban que algo en el orfanato estaba mal, tampoco hicieron nada. Todos fuimos unos malditos cobardes.
Sophie se dio la vuelta y lo miró, es verdad que el no haber delatado la situación no era culpa exclusivamente de ellos, pero eso no quitaba el peso de saber que pudieron haber hecho algo para terminar con la situación, pero ninguno lo hizo.
—¿Sabes quiénes son los que salieron? —preguntó Sophie mientras limpiaba las lágrimas de su rostro.
—No —negó Ethan—, traté de evitar leer cualquier nombre. No quiero saber quiénes murieron, quiénes salieron y quiénes fueron salvados.
En realidad, haciendo cuentas de los niños que debían haber cumplido dieciocho en esos años, algunos nombres venían a su mente al menos unos cinco, sólo cuatro chicos habían salido, eso podría significar que uno de ellos habría muerto, pero al pensar en esa posibilidad, prefería creer que debía estar confundiendo las edades. Simplemente trataba de no detenerse a pensar demasiado en esos detalles, no quería saber a ciencia cierta qué había pasado con cada uno de esos niños.
Cuando la puerta principal sonó los tres dirigieron la mirada a la puerta de la cocina. Por ésta pronto entró un joven alto de cabello oscuro. Al entrar al lugar enseguida centró la mirada en los dos chicos sentados en la mesa.
—No sabía que tendríamos visitas —al dirigir la mirada a su esposa, la miró preocupado y cruzó la cocina rápidamente para aproximarse a ella—. ¿Te encuentras bien?
Sujetó con ambas manos el rostro de Sophie, está sólo sonrió y asintió para tranquilizarlo.
—No te preocupes no es nada —la joven tomó sus manos apartándolas de su rostro—. ¿Recuerdas... a Ethan? —dijo mirando al chico al otro lado de la mesa.
Thomas inmediatamente miró a Ethan, habían pasado cuatro años desde que él se había ido y se habían conocido por poco menos de dos semanas, así que no supo reconocerlo de inmediato.
—Ethan —le habló—, no creí que algún día volverías aquí.
—Thomas —respondió Ethan—, ha pasado un tiempo.
—¿Viniste por...
—Sí —lo interrumpió Ethan, sabiendo lo que era obvio.
Sophie se acercó a la mesa tomando asiento en el lugar de antes. Tomas de sentó a su lado.
—Lo siento no me he presentado —habló Thomas mirando a Daphne—. Soy Thomas Oak, esposo de Sophie.
—Daphne Ashfield —contestó la chica—. Soy amiga de Ethan.
—Pensé que eras su novia —habló Sophie.
El comentario hizo sentir incómodo a Ethan, pero Daphne sonrió por el comentario.
—No, nosotros sólo...
—Disculpa —la interrumpió Sophie.
—Descuida —le restó importancia Daphne.
—Irán a Dryfield ¿no? —preguntó Sophie. Ambos asintieron—. ¿Qué buscan allá? Creo que ya no tiene sentido involucrarse en el asunto —habló bajando la mirada hacia un indefinido punto sobre la mesa.
—Sólo... —habló Daphne, pero se quedó callada y volteó hacia Ethan, no sabía si podía decir que pensaban buscar información sobre su madre.
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Editado: 02.11.2023