Flor de Daphne

CAPÍTULO 27

Cuando Daphne despertó por la mañana, se enderezó frotando perezosamente sus ojos, miró el sofá a su lado esperando ver a Ethan, pero se encontró con que el chico no estaba ahí, escuchó ruido en el comedor así que se levantó que fue hacia allá, sin embargo, sólo vio ahí a la Señora Farrell.

—Veo que ya despertaste —le habló la mujer.

—¿En dónde está Ethan? —preguntó inmediatamente la chica.

—Se levantó muy temprano, cerca de las seis, cuando salí de mi habitación él ya estaba afuera. Desayunó conmigo y me dijo que quería ir a la tumba de Emily para sembrar más flores —eso sorprendió a Daphne, ¿realmente fue a sembrar flores en la tumba de su madre?— Cuando Judith llegó le dije que lo llevara a buscar algunas a los invernaderos. Se fueron hace unos quince minutos.

—¿Qué hora es? —inquirió la chica.

—Acaban de dar las siete y media.

—Debieron despertarme —se quejó la chica, tomando asiento frente a la mujer en la mesa.

—Le pregunté si no te avisaría, para que lo acompañaras, pero dijo que no era necesario, y que te avisara a dónde había ido cuando despertarás —explicó la mujer—. Supongo que era algo muy íntimo que quería hacer él sólo.

—Pero Judith lo acompañó.

—No tenía opción —insistió la mujer.

—No te preocupes, regresaran en unas horas. Mientras tanto, hay té, pan y mermelada, deberías desayunar —la invitó sirviéndole en una taza un poco del té que tomaba.

[...]


Judith le dijo a Ethan que ella podía sembrar las flores que había elegido en la tumba de su madre, pero el chico se había negado, sólo le pidió que le dijese cómo hacerlo.

Se sentía algo cansado, prácticamente no había dormido a noche, había perdido la noción del tiempo mientras miraba la fotografía de su madre, aun cuando se habían apagado las luces y sólo podía distinguir pocas formas de la foto con la luz de luna que se filtraba en la sala. Podía asegurar que eran cerca de las tres de la mañana cuando finalmente cayó dormido con la foto recargada contra su pecho.

Antes de las seis ya estaba despierto de nuevo, observó un rato más la foto, mientras recordaba el estado en el que estaba la tumba de su madre. Pensó en que le gustaría arreglarla un poco, pensaba en sólo limpiar la lápida y llevarle flores, pero al recordar que todos en lugar de poner flores las sembraban, decidió mejor sembrarlas.

Judith lo llevó a un invernadero, ahí escogió entre las flores del lugar, había mucho de donde elegir, se entretuvo mucho en eso ya que Judith le hablaba sobre los nombres de las flores, sus significados y algunas propiedades de éstas, aun sin que él preguntara nada. Finalmente eligió una planta de flores rosas, el color era muy encendido y tenían un olor muy fuerte y dulce, adelfas, según Judith, ese tipo de flor podía sobrevivir un largo tiempo sin tener ningún cuidado especial. Así que, seguramente, estarían sobre la tumba de Emily durante varios años.

Lo primero que hizo al llegar a la tumba fue limpiar la lápida, para dejar al descubierto el nombre completo de su madre, ahora podía leerse claramente “Emily Rain”. Después de limpiarla Ethan se dispuso a quitar las plantas de rosas secas y preparar la tierra para sembrar las nuevas flores con la instrucción de Judith.

—Hay adelfas blancas, tal vez debiste escoger esas —dijo Judith mientras que Ethan escarbaba en la tierra para plantar la segunda planta—, es lo clásico poner flores blancas en las tumbas, o bueno, la mayoría de las personas suelen sembrar aquí flores blancas.

—Me gustaron estas —dijo Ethan, sin dejar de escarbar.

—Es muy curiosa la adelfa, tiene flores hermosas y llamativas, además de un olor muy dulce —habló la chica—, pero es muy tóxica. Aunque bueno, sólo si la consumieras. El gato de mi prima mordisqueaba las plantas de su madre, pero un día sembraron unas adelfas y...

—En verdad hablas mucho, Judith —expresó Ethan de manera calmada, pero cansinamente, y volteando a verla un momento.

La chica se vio ofendida y cruzó los brazos. Ethan simplemente continuó con lo suyo. Judith se quedó ahí viéndolo terminar de escarbar.

—El orfanato en el que te dejaron —habló de pronto la chica—, es ese de Dryfield ¿no? —Ethan volteó a verla algo sorprendido, ni ella, ni la Señora Farrell habían mencionado nada acerca de ese lugar a pesar de que estaban muy cerca de esa noticia tan sonada.

—Me extrañaba un poco que no mencionaran nada sobre ello. Claramente la Señora Farrell sabía que ese era el orfanato en el que Emily me dejó —dijo Ethan dejando un momento lo que hacía para centrar la mirada en la chica.

—La Señora Farrell definitivamente no tiene mi idea de ese caso, no lee diarios ni mucho menos ve televisión —aseguró la chica—. Difícilmente se enteraría de cualquier cosa que ocurra fuera de este pueblo. Pero yo si he visto noticias sobre el caso del orfanato Garret, en cuanto la Señora Farrell mencionó que tu madre te dejó ahí até los cabos —la mirada de la chica denotaba una cierta lastima, sin embargo, de pronto cambió a una más curiosa.

»¿Estabas ahí cuando ocurrieron todas esas cosas? ¿Es verdad que los niños comían comida para perros? Vi eso en algunos diarios, pero en ningún reportaje mencionaban algo así, parecían más bien unas notas amarillistas. Pero tú dime, ¿es verdad? ¿Y eso de que los encargados del orfanato estaban formando una secta a la que obligarían a los niños a unirse? —de manera muy insensible la chica observó a Ethan esperando que éste respondiera a sus dudas sobre el caso.

Ethan la miró con molestia y fastidiado, después regresó su atención a lo que hacía, desesperando a Judith.

—Entonces, ¿es verdad o no? —insistió la chica.

—Salí del orfanato hace muchos años. Mucho antes de que las cosas se pusieran tan mal. No sé qué diablos es real y qué es falso —dijo duramente, mientras colocaba en el hoyo la segunda adelfa.




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