Cuando Ethan abrió los ojos se encontró aún recostado sobre el regazo de Daphne, se cuestionó cuánto tiempo había dormido, sin embargo, en seguida se dio cuenta de la claridad que se filtraba en la habitación, ya había amanecido, se levantó del regazo de la chica y la miró, ésta, que estaba recargada contra el sofá y apoyaba su barbilla contra su mano, abrió los ojos inmediatamente y le dirigió una sonrisa. No se veía adormilada.
—Al fin despiertas —dijo la chica.
—¿Estabas despierta? —cuestionó el chico.
—Sí, hace unos veinte minutos —admitió la chica—. Sólo tenía los ojos cerrados.
El chico estiró sus brazos tratando de desperezarse, sentía como si hubiera dormido demasiado, definitivamente había tenido un sueño profundo.
—¿Cómo está tu temperatura? —preguntó Daphne llevando su mano a la frente de Ethan. Antes de haber caído dormida había estado revisando su temperatura mientras él ya estaba dormido—. Te siento cálido, pero nada fuera de lo normal.
—Creo que se ha ido —afirmó el chico. Miró hacia la ventana de la sala—. No tenías que quedarte aquí, tu tía debe estar preocupada.
—Descuida —le restó importancia Daphne—. Le envié mensajes anoche avisándole que no regresaría sino hasta la mañana.
—¿No se molestó por eso? —cuestionó Ethan.
Daphne se sintió nerviosa al recordar que su tía le había respondido preguntando muy directamente si lo del resfriado era sólo una excusa para pasar la noche en casa de su novio, y que prefería que incluso en esos asuntos fuera clara, y que no tenía por qué ocultarle estas cosas. Aunque ella lo había negado, estaba segura de que su tía se había quedado con la idea errónea.
—No, descuida —contestó la chica con una despreocupada sonrisa—. No le tomó mucha importancia.
—¿Te irás ya a casa?
—Pensaba que podríamos desayunar juntos —sugirió Daphne—. Si te parece bien.
Ethan sonrió.
—Me encantaría, pero creo que no tengo nada aquí para el desayuno. ¿O pensabas que fuéramos a algún lado? —consultó el chico.
—Pesaba preparar hot cakes.
—Creo que no tengo lo que se necesita para eso —admitió Ethan.
—No te preocupes —Daphne se puso de pie—, iré a comprar lo que haga falta.
—Tampoco estoy seguro de tener los instrumentos necesarios.
—Si tienes una licuadora y un sartén será suficiente —insistió la chica—. Regresaré en unos minutos. Tú deberías darte una ducha sugirió la chica antes de dirigirse a la salida del departamento.
Ante ese comentario el chico se cuestionó si es que acaso olía mal, le inquietó tanto que inmediatamente se olfateó, sin embargo, no sintió un olor tan molesto, aun así, no se había duchado desde ayer y sabía que había sudado mucho cuando había dormido con fiebre, así que obedeció el consejo de Daphne y fue a ducharse.
Para cuándo salió de su habitación después de ducharse y vestirse, Daphne ya había regresado, aunque Ethan quiso ayudarla a preparar los hot cakes, ella se negó y le pidió que esperara. Cuando comenzó a llegar a él el olor del desayuno se sintió ansioso por probarlos, olían muy bien.
—Tal vez habrían quedado más esponjosos con una batidora —se lamentó Daphne, mientras se acercaba al chico con dos platos con los hot cakes—, pero creo que igual quedaron bastante bien.
Ethan miró los hot cakes cubiertos con miel un momento, antes de darle un primer bocado.
—Saben increíble —expresó el chico. Daphne sonrió—. Hacía años que no los comía.
—¿En serio? —cuestionó la chica a lo que Ethan asintió.
—Como desde los doce años —al escuchar eso y recordar todo por lo que Ethan había pasado en aquel tiempo sintió apena, y no quiso seguir con el tema.
Al terminar de desayunar, Ethan tomó ambos platos y se dispuso a lavarlos junto a todo lo que Daphne había utilizado para preparar los hot cakes, la chica se acercó a él colocándose junto al lavabo.
—No sueles limpiar muy seguido este lugar —comentó en la chica. Ethan la miró.
—¿Qué? —expresó el chico por el repentino comentario. Daphne miró a su alrededor.
—Hay polvo sobre todos lados, hay basura en el suelo —señaló hacia una de las esquinas de la sala, no había mucha basura, pero sí había una que otra bolsa y empaque por aquí y por allá—. Casi todos tus trastos limpios están fuera del gabinete, y vuelven a ensuciarse por el polvo, tuve que lavarlos para usarlos.
Ethan no dijo nada, pero le dirigió una mirada molesta por los comentarios, aunque estos fueran ciertos, sin embargo, la chica no se percató de la expresión del chico, puesto que seguía mirando a su alrededor. Daphne se apartó del lavabo y se dirigió a la estufa, Ethan la siguió con la mirada, la chica tomó un paño y comenzó a limpiar la mesa sobre la que se hallaba esta.
—Oye —la llamó Ethan, incómodo al verla limpiar—, no tienes que hacer eso, yo lo haré después —le aseguró.
—Mejor termina de lavar los trastos, y tal vez deberías al menos enjuagar los que se suponía que ya estaban limpios —le sugirió la chica sin dejar de limpiar.
Aún incómodo por la situación, a Ethan no le quedó más que volver a su labor, obedeciendo a las órdenes de Daphne.
Comenzó sólo con limpiar la estufa y la mesa de ésta, más en cuanto terminó con eso fue a limpiar la mesita de centro y aún ante la negativa de Ethan ella siguió con la limpieza, más por sentirse incómodo por verla limpiar, que por el deseo de organizar el lugar en el que vivía, el chico se sintió obligado a participar en la limpieza. Limpiaron la mesita, organizaron los trastos limpios en el lugar en que deberían estar, sacudieron el sofá, la televisión, la mesa de ésta; limpiaron el interior de las ventanas y levantaron la basura del suelo.
Se sintió agotado y algo fastidiado cuando finalmente depositó en el bote de basura la última envoltura que había en el suelo. Fue a sentarse al sofá.
—Se ve mejor ahora ¿no? —dijo Daphne mirando orgullosa a su alrededor, se sentó junto a él.
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Editado: 02.11.2023