Flor de Daphne

CAPÍTULO 44

FASE 4

DESCENSO

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Daphne se sentía confundida, no lograba asimilar lo que acababa de pasar. Se sentía desubicada, desconcertada, tal vez también aterrada, Ethan evidentemente debió estar consciente del parecido que tenía ella con su ex desde el primer momento en que la vio. Él guardó silencio sobre eso, le permitió acercarse y comenzó una relación con ella, Ethan claramente extrañaba a Ellie, entonces... ¿exactamente qué buscaba de ella? Al verla, la imagen de Ellie estaría ahí.

Llevaba horas pensando en eso, de sólo volver a darle vueltas a esa idea, se sentía perturbada y sentía náuseas. ¿Qué era todo esto? ¿Cómo podía estar pasando?

Rodó en su cama para quedar mirando hacia la pared. Llevaba todo este tiempo con un nudo en el estómago y en la garganta, sus ojos ardían y su respiración se entrecortaba, pero no había llorado, no había pasado de una hiperventilación. Finalmente se levantó y se quedó sentada en el borde de su cama, para recargar sus codos sobre sus rodillas y enterrar su rostro en sus manos.

—¿Qué es todo esto? —murmuró.

Pensó en lo que Ethan había dicho, sobre que ella y Ellie podían ser hermanas, no quería pensar en ello, había tratado de apartar esa idea durante la última hora. Le parecía ridículo, o quería creer que lo era, pero Ethan estaba seguro de que ellas tenían la misma marca de nacimiento, estaba tan seguro de ello, que no pudo evitar decírselo y sacar a la luz algo que evidentemente había querido ocultar todos estos meses.

Existía la posibilidad de que su padre hubiera tenido más hijos, había llegado a pensar en ello durante la adolescencia, pero ella se imaginaba que, de haberlos, serían menores que ella, Ellie sería un par de años mayor. ¿Su hermana mayor? Se sintió molesta y frustrada al darse cuenta de que realmente estaba considerando la posibilidad de estar relacionada con ella.

Se levantó de la cama y fue hacia el baño, se desvistió y antes de ir hacia la ducha, fue hacia el espejo del lavabo, se dio la vuelta y se puso de puntillas, lo suficiente para ver el lunar en su espalda baja. Ellas eran físicamente demasiado parecidas, eso era una cosa, pero si en verdad tenía la misma marca, eso ya no podría ser sólo una coincidencia.

Esa irregular mancha, no podía ser que Ethan pudiera confundirse con ello, el lunar se veía como cuatro manchas muy unidas que parecían formar los cuatro pétalos de una flor de Daphne, o eso decía su madre, para Daphne sólo era una mancha. Se metió a la ducha tratando de desestresarse con el agua caliente.

Al salir seguía muy intranquila, fue a sentarse en su cama y sólo se quedó ahí, ofuscada y confundida. No podía quedarse así, necesitaba saber qué estaba pasando, si es que realmente su padre había tenido hijos fuera del matrimonio y si uno de estos era Ellie. La única persona que se imaginaba que podría darle las respuestas que necesitaba era su madre, ella había vivido su matrimonio en una profunda negación a los defectos de su esposo, pero no era una ignorante; no era tonta, si su padre había hecho algo indebido, debía saberlo. Sin embargo, la idea de ir a Crowellport y hablar de frente con ella, no le agradaba demasiado, dudaba poder tener una conversación civilizada con ella.

Tomó su teléfono y buscó el número de su madre, trató de mentalizarse para llamarla, los minutos pasaron, finalmente dejó a un lado su celular, no podía. Se sentía incapaz de tener una llamada cordial con ella, ¿cómo podría intentar hablar sobre este tema?

—Tengo que ir —dijo para sí misma. Necesitaba saber la verdad, y para esto tendría que enfrentarla.

Empacó sus cosas para ir a Crowellport, se sentía llena de dudas mientras lo hacía, pero aun así terminó de hacerlo, bajó con sus cosas hasta la sala, sabía que en este momento ni su tía ni su abuela se encontraban en casa, pensó que tal vez debía esperar a que llegaran y explicarles por qué tuvo que irse, mas no tuvo la paciencia para esperar, así que sólo escribió una nota en para su tía que dejó sobre la encimera de la cocina. No explicaba por qué había ido a la ciudad en la que residía su madre, sólo había escrito que debía ir a Crowellport y que regresaría en menos de dos días.

No dejaba de darle vueltas al asunto mientras estaba en la terminal de autobuses esperando que el suyo saliera, tuvo que quedarse casi una hora en la sala de espera, hora que prácticamente no sintió mientras estaba perdida en su mente.

Cuando abordó el autobús no fue muy diferente, estuvo ahí casi cinco horas, pasaban de las cinco de la tarde cuando llegó a la estación de Crowellport. En cuanto comenzó a caminar por las calles sintió pesadez, esperaba tener más un sentimiento de nostalgia al volver a la ciudad en la que había pasado prácticamente toda su vida, pero, en realidad, no le agradaba mucho estar aquí, en el lugar en el que había tomado sus peores decisiones.

Tomó el autobús hasta su casa, se sintió más intranquila al estar frente a esta, al ingresar en el jardín, se detuvo en medio de éste, y observó a su alrededor, estaba tan cuidado como siempre, vio en una gran maceta a su izquierda aquella planta que le había dado su nombre, estaba muy floreada.

De pronto le pareció distinguir una melodía, finalmente fue hacia la puerta, escuchando claramente la música que provenía del interior. No necesitó tocar la puerta, conservaba su llave, entró y se dirigió a la sala escuchando el piano casa vez más fuerte. Ahí estaba ella, ni siquiera se había dado cuenta de la intromisión de su hija en casa, estaba totalmente concentrada en su instrumento.

Daphne dejó su mochila en el suelo y recargó su espalda contra la pared, se quedó de pie ahí, a espaldas de su madre, escuchando la melodía que producía, al parecer, seguía tocando por las tardes. Lo hacía desde que ella era una niña, amaba escucharla en aquel tiempo, no sólo en aquel tiempo en realidad, siempre lo hizo, pero cuando era una niña se sentaba a su lado en el banco mirando sus dedos moviéndose sobre las teclas del piano. Cuando debido a su aparente interés por el instrumento su madre la metió a clases de piano, y ella comenzó a fracasar en éstas, dejó de sentarse a su lado, sólo la escuchaba del otro lado de la pared de la sala. Nunca deseó aprender piano, sólo quería escucharla tocar.




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