Flor de Daphne

CAPÍTULO 49

En cuanto llegaron a la dirección que Lena Flint les había dado, Ethan bajó del taxi y se dirigió a la casa que tenía el número treinta y cuatro, Daphne en seguida fue detrás de él, se sintió inquieta y preocupada al ver la prisa que el chico tenía por llegar al lugar. No tenía idea de qué pensaba, si es que como la madre de Ellie había sugerido, tenía pensado agredir a ese hombre.

La chica se apresuró, corrió hacia él hasta alcanzarlo, estando a unas dos casas de la que debía ser la casa en la que se supone vivía Mark Burnett. Daphne se colocó frente a él para detener su paso, el chico pareció querer hacerse a un lado, pero Daphne se lo impidió, empujando su pecho con ambas manos. El chico seguía mirando hacia la casa, con una expresión molesta.

—Aguarda, Ethan —dijo Daphne, el chico no quitó su vista del lugar—. No estarás pensando en hacer lo que Lena dijo, ni siquiera sabemos si ese hombre está ahí.

—Necesito ver a ese maldito —masculló Ethan.

—No podemos encararlo —dijo la chica, quitando sus manos del pecho del chico.

—¿Entonces para qué me seguiste? —se quejó el chico, fijando sus ojos en ella y dando un paso atrás. Daphne fue quien apartó la mirada.

—Tal vez no debí hacerlo, pero me provoca algo pensar que ese hombre está viviendo junto a otra niña —admitió Daphne—. Si esa niña estuviera pasando por...

—Alguien sale —habló Ethan regresando la mirada hacia atrás de Daphne.

La chica se dio la vuelta para mirar a la casa. En efecto, un hombre salió de ahí, de mediana edad, estatura media, relativamente delgado, vio asomar por la puerta a una mujer que intercambió palabras con él, se veía más joven que éste. Vio a Ethan pasar a su lado, y dirigirse al lugar, Daphne se apresuró a él.

—No, Ethan —lo retuvo del brazo. Había una gran furia en el rostro del chico, detuvo su paso, pero no apartó la mirada del hombre.

Ethan nunca había sentido tanta rabia dentro de sí, saber que ese era el hombre que había arruinado la vida de Ellie, aquel que le había causado tanto daño. Sintió deseos de ir hacia él y molerlo a golpes, sin embargo, sus pies no se movieron más desde el momento en que Daphne sujetó su brazo. La ira dentro de sí lo hizo querer gritar, pero sólo pudo sentir un fuerte nudo y ardor en su pecho, así como su respiración se agitó un poco.

—Es él —logró murmurar el chico.

—Podría ser —dijo Daphne intercambiando miradas entre Ethan y la casa.

Vieron cómo la mujer después de hablar se acercaba a él para darle un beso, la escena llamó totalmente la atención de Daphne cuando vio salir a dos pequeños de la casa, un niño y una niña, ninguno debía pasar de diez años, la niña debía tener unos siete, era muy pequeña. La mujer acercó a los niños al hombre y ambos se despidieron de éste con un beso en la mejilla.

Mientras que Ethan estaba absorto en la ira que se acumulaba dentro de sí, Daphne no podía apartar sus ojos de esa niña esa pequeña que podría estar pasando por algo como que le Ellie pasó. Comenzó a tener un cúmulo de emociones en su ser, extendiéndose desde su pecho hasta su estómago. Había prometido a su madre no involucrarse más de lo necesario, y en verdad que no quería hacerlo, pero le dolía ver a esa niña y pensar en esa posibilidad, aunque también se sentía profundamente culpable ante el razonamiento de que, si ocurría lo que pensaba, esto podría abrir un caso contra Mark Burnett, se sentía mal por ese atisbo de alivio y esperanza que comenzaba a formarse en ella.

Ninguno pudo moverse de su lugar, mientras veían al hombre subir a un auto estacionado al frente la casa, subió hacia él asiento del conductor, al parecer este hombre era un taxista. Los tres que habían salido a despedirlo volvieron a entrar a la casa, mientras que él se fue.

—Mark Burnett —murmuró Ethan, unos segundos después de que se fuera—. Es él.

—Hay una niña ahí —murmuró Daphne.

Se sintieron un poco descolocados ambos, sin embargo, de pronto, la chica se apresuró a la casa, Ethan la siguió.

—Dejamos que se fuera —habló Ethan.

—No es como que podamos atraparlo y llevarlo con la policía así sin más —respondió Daphne, subiendo las escalinatas de la casa.

—¿Qué piensas hacer? —cuestionó Ethan, antes de que tocara el timbre.

—No estoy segura —admitió la chica, esperando a que alguien abriera la puerta.

Abrió la misma mujer que había salido a despedir al hombre.

—¿Qué se les ofrece? —cuestionó la mujer al ver a ambos chicos. Daphne no supo qué decir durante un par de segundos.

—Ehh... ¿Conoce usted a Mark Burnett? —preguntó finalmente la chica.

La mujer se vio extrañada.

—¿Por qué lo preguntan? —inquirió con cautela.

—¿Es usted su nueva esposa no? —dijo Ethan. La mujer se vio más extrañada.

—¿Quiénes son ustedes? —los miró inquisitivamente— ¿Acaso son familiares de Lena?

—¿Sabe que su esposo abusó de la hija de Lena? —dijo Ethan evidentemente molesto. La mujer se vio desconcertada.

—¿Qué? ¿Eso es ridículo?

—Ese hombre fue acusado por violación —intervino Daphne—. Usted tiene una hija, no puede ignorar lo que le decimos.

—Mark Burnett es un pedófilo —masculló Ethan.

—¡No les permitiré que hablen así de mi prometido! Todo eso no debe ser más que inventos de esa mujer para obtener algún beneficio extra de su complicado divorcio, o sólo alguna artimaña para meter a Mark en problemas.

—¡No fue Lena Flint la que hizo acusaciones contra Mark Burnett! —habló Daphne exasperada—. Fue la propia Ellie, su hija. Ella no tenía motivos para mentir

—Por favor, Mark me ha contado lo problemáticas que eran esa mujer y su hija —insistió la mujer—. Incluso sé que esa niña huyó de casa.

—¡Huyó por los abusos de Mark! —gritó esta vez Ethan, perdiendo la paciencia.

Los gritos al parecer llamaron la atención dentro de la casa, ya que pronto vieron a dos pequeñas figuran asomándose detrás de una pared unos metros atrás de la mujer. Daphne centró la mirada en esos niños, sobre todo en esa pequeña de cabello claro con enormes ojos grises. Esa pequeña... Podría estar en peligro, o tal vez que incluso ya...




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