Flor de Daphne

CAPÍTULO 50

Gina tocó la puerta del departamento, Daphne se quedó atrás de ella. La chica golpeó varias veces más la puerta, sin embargo, Ethan no abrió.

—¡Ethan! ¡Soy Gina! —gritó la chica tocando con insistencia.

—Tal vez no quiere ver a nadie —dijo Daphne.

—Por muy malhumorado que esté, siempre me abre la puerta —aseguró Gina—. Tal vez no está aquí.

—Tal vez... —habló Daphne. Se apartó de Gina y caminó hasta el fondo del pasillo, en dónde estaban las escaleras que llevaban al techo—. Podría estar allá arriba.

Gina la siguió, subieron al techo, se sintieron decepcionadas al no verlo ahí.

—Tal vez no está en el edificio —dijo Gina mirando hacia la vista de la ciudad—. Cuanto tiempo sin subir aquí —murmuró.

—Entonces ¿dónde estará? —habló Daphne.

—No lo sé —dijo Gina preocupada—. ¿Él estaba muy triste no?

—Sí, imaginaba que sólo vendría a encerrarse en su departamento —dijo Daphne.

—Se siente mal por no poder hacer nada para que el padrastro de Ellie pague por lo que hizo —murmuró Gina. Daphne también se sintió mal al oír eso—. Ya sé dónde está.

—¿Dónde? —cuestionó en la chica siguiendo a Gina que se dirigía hacia abajo.

—Tenía que ver a Ellie —aseguró Gina.

Salieron del edificio y tomaron un taxi hacia el cementerio. Daphne sintió una extraña pesadez al estar en el lugar, la primera vez que había venido, sólo se sentía molesta y dolida, ahora sabiendo que este era el lugar de descanso de la que fue su media hermana, la sensación era muy diferente.

Desde varios metros lejos vislumbraron a Ethan, inclinado frente a Tumba de Ellie, haciendo algo, no sabían qué hacía hasta que lo vieron raspando la lápida con un pedazo de roca. Ambas se extrañaron por eso.

—Ethan —lo llamó Gina—, ¿qué haces?

—Ella no debería tener en su tumba el apellido del hombre que arruinó su vida —masculló el chico furioso sin dejar de tallar.

Ethan no entendía por qué Ellie seguiría usando ese apellido después de huir de casa, pero no le importaba las razones sólo sabía que no quería que en su tumba estuviera grabado. Sentía una furia que hacía su pecho arder; que lo dejaba sin aliento. Y una impotencia que lo había hecho pasar un par de horas tumbado en el sofá ahogado en un doloroso llanto, no soportaba todo esto. La frustración de saber que no podían llevar ante la justicia a Mark Burnett, lo había hecho casi olvidarse de que compartía apellido con Ellie, al caer en ese detalle, sólo se apresuró a salir de su departamento y venir al cementerio para corregir eso.

Ya no sabía cuánto tiempo llevaba tallando el apellido de Ellie en la lápida, sus uñas y nudillos ardían por rozar el mármol; su mano dolía y estaba cubierta del polvo que se desprendía mientras tallaba. El apellido Burnett ya no se distinguía ni mínimamente, pero para Ethan aún no era suficiente.

—Ethan —habló Daphne.

Al oírla y percatarse de que ella estaba ahí Ethan finalmente se detuvo. Gina se acercó a él y le quitó la piedra de las manos, él chico se dejó caer sentado sobre la hierba del lugar. Miró durante largos segundos la maltratada lápida leyendo el nombre de Ellie, queriendo levantarse, pero no teniendo el valor de darse la vuelta y volver a ver a Daphne. Finalmente, no pudo contenerse más y rompió en llanto. Gina sólo lo observó piadosamente, volteó acomplejada hacia Daphne sólo para percatarse de que ella también lloraba en silencio.

—No puedo hacer nada por ella —sollozó el chico—. Ella no merece que esto se quede así.

Desde que Ethan les había contado lo que le ocurrió a Ellie y sabiendo que ella nunca había contado quién era su padrastro, todos estuvieron conscientes de que no sería posible que Ellie recibiera justicia. Ethan lo sabía y sabían que era duro, sin embargo, nunca había mostrado explícitamente su pesadez por ella. La nula justicia para Ellie era algo dado por hecho, tal vez su dolor e impotencia ante esto sólo había sido desatada por la falsa esperanza de que podría hacerlo. Gina pensó en el plan que tenía con Daphne sobre hablar con la sicóloga. Sabía que no había buenas probabilidades de lograr algo con eso, ni siquiera tenía certeza de que Ellie en verdad le hubiera contado algo a la sicóloga. Tal vez no era buena idea arriesgarse; tal vez no deberían darle más esperanzas a Ethan.

—Aún no deberías darte por vencido —habló Daphne. Gina volteó hacia ella negando, pero antes de que pudiera silenciar a Daphne, ella habló—. Aún hay una pequeña oportunidad.

Finalmente, Ethan la miró. Vio los llorosos ojos de Daphne, le dolió esa vista, no quería ver esos hermosos ojos así. La chica se limpió las lágrimas y trató de mantener la compostura.

—Daphne... —murmuró Gina un tanto molesta, no quería que Ethan siguiera con eso.

—¿A qué te refieres? ¿Qué más podríamos hacer? —cuestionó incrédulo el chico.

—Gina... —habló Daphne mirando a la chica, Ethan volteó hacia ella. Gina se sintió acorralada.

—Yo... sólo... —dudó, pero con resignación habló—: sólo pensé en la posibilidad de que hubiera hablado con la sicóloga del grupo, pero no puedo estar seguro de que haya sido así, sólo lo supuse.

—Si hay una posibilidad... —habló Daphne, pero Ethan la interrumpió:

—Es sólo una muy vaga posibilidad —habló con desanimo el chico—. No lo sé.

Gina se sintió aliviada al oírlo, pero no duró mucho.

—¿Crees que la sicóloga quiera hablar con nosotros? —preguntó Ethan sin apartar la mirada de ella. A la chica no le agradó ver esa esperanza que se dibujaba en sus ojos.

—Gina nos llevará con ella —aseguró Daphne. Gina apartó la mirada de Ethan, miró unos segundos hacía la tumba de Ellie, hacía un año que no venía a este lugar, desde su primer aniversario luctuoso.

—Sí, creo que puedo convencerla de que diga lo que sea que Ellie le haya dicho..., si es que habló de eso con ella —afirmó Gina. No teniendo el valor para negarse, y sintiéndose un poco ablandada al estar frente a la tumba de Ellie.




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