Flor de infierno

Tal vez haga falta un respiro

Flor roja

Correr es una muy buena terapia para distraer la mente y más cuando tu mente es un caos, desde que me levante le he estado dando vueltas a la oferta, le veo cosas muy positivas es como mi pequeña luz al final del túnel, nunca he trabajado, bueno, solo trabajaba en un pequeño restaurante en vacaciones de verano. Con el trabajo de mi padre, tampoco es que éramos millonarios, pero no nos podíamos quejar. Después de la muerte de mi padre, todo cambió tan drásticamente, a mi madre le dan la pensión de mi padre, pero nos es mucho comparado con lo que se recibe antes, solo alcanza para las compras y servicios. Saber que tengo una gran oportunidad para sacar a mi madre y hermana me genera mucha ilusión, la cosa aquí, es que yo no me quiero separar de ellas, no las quiero dejar solas.

Mi mente batalla entre aceptar y no aceptar. Si me quedo aquí, tendré que seguir mandando hojas de vida a diferentes lugares como lo he hecho todo este tiempo sin embargo, estaré cerca de mi familia, por el contrario, si aceptó la oferta tendré un sueldo estable y podré ayuda a mi madre con los gastos, pero estaré lejos de ellas.

Tomo mi móvil decidida con mi respuesta.

-Acepto el trabajo - anuncio cuando al otro lado de la línea me responde la francesesa -¿ Qué es lo siguiente?

-Déjeme decirle que ha tomado la mejor decisión - ojala no me arrepienta - En las próximas horas se van a estar contactando con usted para informarle.

Antes de llegar a casa pase por una cafetería, compre unos rollos de canela que son los favoritos de Emilia. Mi madre sale de la cocina con un plato de huevos y tocino, apenas me ve cambia aquella mirada nostálgica con la que suele estar por una un poco más alegre, pero que no oculta del todo la tristeza que guarda en su corazón.

Mi madre me pide el favor de que le ayude a mi hermana a terminar de organizarse para la escuela. subo directo a la habitación de la pequeña ranita, está frente al espejo tratando de hacerse una coleta alta.

-Déjame te ayudo - río bajo al verla tan ofuscada por el peinado.

-Creí que podría, es que se ve tan fácil cuando mamá o tu lo hacen - Emilia me recuerda tanto a mi de pequeña, yo solía ver todo lo que hacían los adultos pensando que era fácil y una vez lo intentaba veía que era todo lo contrario .

-A veces hasta los más grandes necesitamos ayuda, no es malo pedirla.

-Lo se hermana, pero nunca puedo hacer nada sola y mucho menos soy buena para algo como lo eres tú- terminó de atar su coleta y le pongo dos chanchitos color morado.

-Tu eres buena para muchas cosas - nos miramos a través del espejo - Por ejemplo, cuando alguien se lastima tus manos son muy sanadoras, créeme yo lo puedo confirmar.

Una pequeña sonrisa aparece, dejando que se vean esos cachetes tan gordos que tiene. Cuando le dices algo positivo a alguien, por más pequeño que sea, va a tener una gran importancia dentro de su mente.

-Bueno, vamos a bajar que el desayuno se enfriará.

***

La semana se pasa en un abrir y cerrar de ojos, me encuentro en mi habitación terminando lo que me voy a llevar para el que será mi nuevo hogar, una nube de nostalgia me invade, dejar aquella casa en la cual pasé momentos buenos y malos, donde di mis primeros pasos, pero todo es por un bien, y a veces hay que hacer sacrificios por las personas que mas amas.

Bajo con mis maletas, mi madre limpia sus ojos llenos de lágrimas, sostiene en sus manos una lonchera donde empaco las masitas de maíz que tanto amo.

-Hay mi niñas, nos vas hacer tanta falta - lloriquea

-Ustedes también - la abrazo - Dile a ranita que la amo demasiado y que todos los días estaremos hablando.

Lo más fuerte de esto fue el día que les comente sobre la noticia, a ranita le dio tan duro que me separara de ella, que ese día se fue enojada para la escuela y en todo el día no me hablo, hasta el son de hoy que sigue encerrada en su habitación. por más que intente hablar con ella simplemente me ignora.

me llega la notificación al móvil de que ya llegaron por mi.

-Te voy a estar llamando constantemente - me separo de ella recibiendo la lonchera - Te amo.

Me despido de mi madre.

Al salir una chica de cabello rubio me espera recostada sobre una camioneta ford, sus ojos los cubre unos lentes de sol.

-Buenos días - recibe mis maletas - Soy...

Me interrumpe.

-Se quien eres - parece como si me odiara de toda la vida. Me limito a subir al auto a lo que ella termina de organizar las maletas.

Una vez termina, arranca con dirección a hamitch, un pueblo muy pequeño de Washington, donde el frío predomina. Fui una vez cuando tenía doce años a visitar a mi tía, la hermana de mi madre, fue una vista muy corta, lo poco que vi de ese lugar me causó cierta inseguridad que dije que no volvería y aquí estoy yendo de nuevo. Pasamos por la pequeña floristería donde suelo comprar flores para la tumba de mi padre.

-Puedes parar aquí por favor - atiende como si yo fuera su jefe - Gracias.

Llegó al portón gigante que da entrada al cementerio, esta es la primera vez que no traigo flores para mi padre.

Camino por el mismo sendero que ya me aprendí de memoria, me detengo en aquella lápida que tanto me duele ver.

Tanto lo extraño.

-Hola, esta es la primera vez que no te traigo flores. Pero no pensaba pasar por aquí, quiero decir... No sabia que iría a tomar esta ruta - tomó aire antes de continuar - Me voy a vivir a hamitch, es que trabajaré en el hospital que administra mi tía ¿ Lo recuerdas ? Solo te quería informar y que me desearon mucha suerte. Me tengo que ir porque me están esperando. Adiós.

Todavía no me acostumbro a la ausencia de él, creo que nunca lo voy hacer.



#641 en Thriller
#294 en Misterio
#423 en Detective
#74 en Novela policíaca

En el texto hay: misterio, psicologico, mentiras

Editado: 02.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.