Extraño las suaves caricias del viento en mi cara.
Extraño la gracia de las hojas al caer sobre el pavimento.
Extraño la dulce melodía de la brisa.
Extraño las largas y apacibles horas en las que me adormecías en tus gratos brazos.
Amada mía, extraño poder jugar contigo en el parque y mirar las estrellas, para descubrir que me observabas, más allá de las estrellas.
¡Oh! Amada mía. Extraño el júbilo que causas en mí.