Flor de invierno

XXVII

    Flor nacida en póstuma belleza

Tu cuerpo era huerto de rosas

Las raíces perforaron la tierra

Y te hiciste Diosa.

Mil bestias rodeaban tu féretro

Sonrisas lánguidas ocultaban de sus ojos su pueril protervia

Bestias que no creían en nuestro bello amor de invierno

Sonrisas lánguidas que enfurecían el corazón del poeta.

De tus labios brotaban pétalos de sangre, como letras a una carilla

Tomé tus manos entre las mías, las bese como si fuesen tus labios

Y deje que el río del olvido te arrastrará al mar del suplicio.

 




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