Flor nacida en póstuma belleza
Tu cuerpo era huerto de rosas
Las raíces perforaron la tierra
Y te hiciste Diosa.
Mil bestias rodeaban tu féretro
Sonrisas lánguidas ocultaban de sus ojos su pueril protervia
Bestias que no creían en nuestro bello amor de invierno
Sonrisas lánguidas que enfurecían el corazón del poeta.
De tus labios brotaban pétalos de sangre, como letras a una carilla
Tomé tus manos entre las mías, las bese como si fuesen tus labios
Y deje que el río del olvido te arrastrará al mar del suplicio.