Fue maravilloso crecer con alguien como tú, alguien en quien apoyarse, alguien con quien contar.
Autor desconocido
En el momento en el que estoy lo suficientemente lejos de los chicos, es cuando puedo respirar tranquila. Agradezco que Levi no me haya mirado a los ojos, o sino su primo y todos los que hubieran estado a mi alrededor, habrían podido escuchar el inusual sonido de mi corazón queriendo salirse de mi pecho. Aunque es probable que la tensión me haga exagerar.
Sé que Levi notó que mi supuesta ocupación es una excusa para alejarme de su presencia, y le agradezco que lo haya entendido. Al parecer, está aprendiendo a conocerme y aceptarme tal como soy. En realidad, hoy no tengo que revisar ningún apunte, de hecho, ni siquiera asistiré a clases más tarde. La maestra está ocupada con un proyecto de canto de la escuela. Ella es quien dirige al grupo y le es imposible librarse de la actividad.
No estoy contenta por perder esa clase, no obstante, el tiempo libre me servirá para reforzar una temática numérica que lleva semanas atormentándome el cerebro. Con eso en mente, me dirijo al lugar donde suelo estudiar. Sin embargo, me detengo a mitad de camino, desistiendo de hacerlo. Creo que un ambiente más natural y tranquilo podría refrescar mi mente. Entonces me decido por la zona tipo parque de la escuela. Es un lugar bastante hermoso: lleno de árboles, arbustos y flores por todas partes; es casi como estar en una selva. La diferencia es que tiene mesas y sillas instaladas. En pocas palabras, está destinado a ser un área de descanso. Lo mejor de todo es que estaré casi sola, ya que la mayoría de los estudiantes se encuentran en sus aulas.
Estoy eligiendo dónde sentarme cuando percibo, con falta de nitidez, a un chico acomodado en una de las mesas. Lo único que logro distinguir es su cabello pelirrojo. Si no supiera que es casi imposible...
Me acerco dando grandes zancadas, desde la distancia se me hace complicado reconocerlo. Tengo problemas de vista, pero detesto los lentes, así que solo los uso cuando estoy estudiando. A medida que me voy acercando, descubro con alegría a quién pertenece ese cuerpo. De inmediato, una sonrisa se dibuja en mis labios. Me cuesta creer que en serio está aquí. Hace meses que no nos vemos y lo he extrañado como a nadie.
En el momento en que nota que me estoy aproximando, se levanta, también sonriendo, y corre hacia mí con los brazos abiertos. Es todo un dramático. Cuando me estrecha con vigor entre sus brazos, no puedo hacer otra cosa que corresponderle. Aspiro su olor y me reconforta que siga siendo el mismo: aroma a bebé. Nunca me han gustado los abrazos, pero con él me resulta tan fácil. Con él es tan fácil tantas cosas, porque no solo es el hermano que la vida me dio, también es el amigo al que siempre preferiría.
Después de unos minutos, intento zafarme de su cercanía, pero entre más lo intento, más me aprieta contra sí. Me intranquiliza lo insistente que es.
—Lucas, suéltame —exijo.
—No, déjame así por un rato más, quién sabe cuándo vuelva a tener tan cerca a mi hermanita.
Intento liberarme de nuevo, pero no funciona; sigue aferrándose a mí como un niño a su dulce favorito.
—¡Lucas! —le hago cosquillas; es su talón de Aquiles. De esa forma se afloja un poco—. Todavía eres débil.
—Qué puedo decir, mi cuerpo es cosquilloso —me agarra por los hombros con fuerza—. Déjame y te miro —me escanea de pies a cabeza—; igual de fea que siempre—le pongo mala cara. Él solo se burla de mí.
—No más que tú. Te recuerdo que somos casi iguales —contraataco.
—Casi lo olvidaba —ambos nos reímos. Cómo extrañaba a este tonto.
Entrecierro los ojos. —¿Cómo te has portado Lucas? Espero que bastante bien. Aunque no tengo muchas esperanzas.
Rueda los ojos. —Nada fuera de lo normal —me hace un gesto para que nos sentemos en la mesa en la que estaba. Yo lo sigo, acomodándonos allí —. Aunque tengo que confesar que he hecho una que otra maldad.
Niego, estando en desacuerdo con su actuar, pero ¿qué puedo hacer? Él es así, como un niño sin control.
Lo que más me gusta de nosotros es que, a pesar del paso del tiempo y de nuestros cambios físicos y mentales, nuestra relación sigue siendo la misma y dudo que algún día sea diferente. No creo que el cariño y la buena relación que tengo con mis hermanos cambie jamás.
Además de Lucas, tengo otro hermano mayor llamado Damian. Aunque es un buen hermano, mi favorito siempre ha sido Lucas. Es inevitable que no sea así. Primero, somos mellizos. Creo que eso ha permitido que nuestra conexión sea más fuerte. Segundo, hemos crecido juntos, acompañándonos y apoyándonos en todo. Aunque quisiera, no podría encontrar a nadie más como él. Es cierto que reñimos mucho y es normal, nuestras personalidades son como el sol y la luna, pero al igual que ellas, nos complementamos.
—¿Cómo va todo? ¿Te trata bien esta escuela de ricachones?
—Mira Pato, no seas desagradable.
—Basta con eso —pronuncia entre dientes.
—Eres un pequeño y fastidioso Pato. Siempre ha sido así —sonrío—. No sé por qué eres tan despectivo con mi escuela. Es cierto que hay gente pudiente —remarco esta última palabra—, pero en términos generales, he conocido personas bastante amables.