Las casualidades no existen, solo son momentos en los que las piezas encajan sin que lo esperemos.
John Green
Alzo mi rostro, sorprendida; no esperaba verlo. —Damian, ¿qué haces aquí? —aunque mi voz suena confundida, en realidad estoy feliz por su presencia; no lo veo desde principio de año.
Jala la silla sobrante y se sienta a mi lado. —Sorpresa —mira en dirección de Levi—. ¿Y este quién es?
—Es un compañero de clases —contesto de rapidez antes de que imagine algo más.
Damian no es el tipo de hermano celoso, pero sí es bastante protector, sobre todo conmigo. Mi padre le inculcó a él y a Lucas que debían cuidarme; Demian lo ha cumplido al pie de la letra. Lucas, por su parte, lo hace a su manera porque si tiene que elegir entre hacerme compañía o jugar una partida de su videojuego, sin duda, salgo perdiendo.
—Es cierto —corrobora Levi—. Un gusto, soy Levi Aristizabal.
Damian lo mira con ojo crítico, pero al final le ofrece una sonrisa y de improvisto toma su mano y la sacude con fuerza. Cuando la suelta, noto cómo Levi, sin disimular, esconde su mano bajo la mesa. Sonrío para mis adentros. De los tres, Damian es el más parecido a mi madre. La diferencia es que él es un poco más reservado; mi madre, en cambio, dice todo lo que pasa por su mente.
—Supongo que ya lo dedujiste: soy el hermano de Suss —recuesta sus dos brazos sobre la mesa—. No sé cuáles son tus intenciones, pero si buscas seducir a mi hermana… —pasa el índice por su cuello—. …estás acabado.
Noto cómo Levi traga saliva. No puedo creer que se deje intimidar por el bobalicón de Damian. Además, ¿por qué se asusta? Ni siquiera tiene otras intenciones conmigo. Debería estar tranquilo.
Le doy un manotazo a Damian—. Deja de hablar estupideces, ya te dije que somos compañeros de clases.
—Entonces, ¿por qué están en una cita? —nos mira intercaladamente.
Ruedo los ojos. —Esto… —nos señalo a ambos—...no es una cita. Llego por casualidad al lugar y mi madre lo invito a sentarse.
Damian mira a Levi esperando su confirmación. —Como dijo ella.
—Ok —se recuesta con confianza en la silla, como si se hubiera liberado de una gran preocupación—. Entonces quedas invitado para la salida de mañana.
—¿Cuál salida? —intervengo con brusquedad.
—¿No te lo dijo mi madre? —hace una mueca—. Perdón, mamá. Por cierto ¿dónde están? Ella y Lucas.
—Mi madre está en la zona de juegos. Lucas ni idea —le respondo rápidamente; necesito saber a qué se refería antes—. Ella no mencionó nada de ninguna salida.
—Bueno, solo es una tontería. Tengo pensado invitarlos mañana a comer a ti y a Lucas, pero puedes llevar a tus amigos —me señala con su pulgar a Levi—. También a este.
¿Otra salida? No puedo permitírmelo. Con estar aquí es suficiente, más que eso. Mi padre podría enterarse y lo que menos quiero es escucharlo quejarse de mí; no soportaría oír más de sus críticas porque para él nada es suficiente.
—No iré —declaro de inmediato.
Damian se recuesta en la silla con un gesto de fastidio—. ¿Cuál es tu razonable excusa?
Junto mis manos entre sí sobre la mesa. —Ninguna, ya sabes lo que podría pasar si…
Mi hermano, de imprevisto, se levanta de la silla, interrumpiendo mi oración. —Mañana. A las 12. En el lugar de siempre.
Apenas termina de decir eso, me señala con su índice y da media vuelta. Lo veo desaparecer en el pasillo por donde mi madre se fue hace un rato. Miro a Levi, tiene una expresión incómoda, pero cuando nota mi mirada sobre él, solo carraspea y me ofrece un intento de sonrisa.
—Aish —quiero gritar de frustración.
—Tienes una familia agradable —comenta.
—A veces lo dudo, pero no voy a agregar nada al respecto.
Emite una risita. —Ni yo, me parece que ya tuviste suficiente.
Arrugo el rostro. —Nunca es suficiente.
Entonces ambos comenzamos a reírnos con energía, ignorando que algunas personas nos miran. No puedo controlarlo. Simplemente sale de mí y no tengo ganas de detenerlo. En realidad, no es nada gracioso lo que conversamos, pero estoy disfrutando este momento. Es como si el tiempo se hubiera congelado y quedáramos encerrados en nuestra propia burbuja, una que parece impenetrable y que está claro que solo yo imagino.
No puedo explicarlo, pero siento que en este pequeño instante hubo una chispa entre nosotros. Justo en ese momento, en medio de las carcajadas, nuestros ojos se cruzaron y mantuvieron un leve contacto que se perdió con el inevitable parpadeo. Casi estoy segura de que fue real, pero puede que solo lo esté imaginando. No hay nada especial entre nosotros; apenas si llegamos a ser amigos. Levi quiere a Clarissa, y eso, junto con otras cosas, hace que mis estúpidas e indeseables ilusiones nunca lleguen a hacerse realidad.
Sin embargo, no puedo recordar la última vez que me reí así: el estómago me arde e incluso hay un par de lágrimas paseando por mi rostro. Si mi padre me hubiera visto, me habría dirigido uno de sus gestos más severos, en señal de desaprobación. Sin embargo, eso ahora no importa; por razones que no logro entender, no es lo que predomina en mis pensamientos. Fue solo una idea fugaz que desapareció sin ningún remordimiento.