Flor de loto

Capítulo 4

Lo que está hecho, hecho está. No podemos retroceder el tiempo, solo aprender de él.

Emily Dickinson

Estoy lavando mi uniforme escolar con frustración. Aún no entiendo cómo se me ocurrió la grandiosa idea de pintar la puerta con él puesto. Si mi abuelo hubiera estado aquí, como prometió, nada de esto habría sucedido. No podría decir dónde puede andar ese señor, pero él es así, se pierde con facilidad.

Todo es culpa de Lucas. Siendo como es, manchó gran parte de mi camiseta y un poco de mi falda. Estoy segura de que no lo hizo a propósito, pero si fuera más responsable, tal vez no habría pasado. Ha pedido disculpas mil veces y apenas le he prestado atención. Estoy encerrada en el baño, de mal humor y lo peor de todo, sin saber cómo quitar esas odiosas manchas. Por suerte, mañana tengo clases de deporte. Aun así, debo encontrar una manera de eliminarlas. Ya descubrí que el agua y el jabón no son suficientes.

—En internet dice que con un cepillo de lavado —grita Lucas detrás de la puerta.

—¡No hay de esos aquí! —le contesto del mismo modo.

—Bien, buscaré otra forma.

Mientras continúo frotando las prendas, deseo que mi abuelo esté aquí. No importa por qué no vino a acompañarme a pintar la puerta, simplemente quiero que me ayude a resolver esta cuestión doméstica. Él siempre sabe qué hacer, su mente tiene respuestas para todo.

—Suss, con un trapo —arrugo el entrecejo—. Mejor no, acabo de leer que lo empeora —suelto una risita. Lucas más que ayudar, dice cosas innecesarias. De todas formas, no puede restarle que está interesado en colaborar, y por supuesto, corregir su error.

No tiene sentido. Por más que frote la prenda, la pintura no desaparece. La sumerjo en un balde con agua y jabón para dejarla en remojo por un rato, a ver si mejora algo. En el peor de los casos, tendré que comprar otro uniforme. Lo complicado es que lo tendría que hacer con mi propio dinero. Este mes, mi padre ha invertido mucho en varios libros de texto. Y el abuelo ni siquiera está en mis planes, ya él hace mucho permitiéndo que me quede en su casa. Ni siquiera lo considero, el abuelo no.

No quiero gastar lo que he guardado. Llevo meses ahorrando para comprar una bicicleta; quiero reducir los gastos en transporte público. Si tomo una parte de lo que tengo, me quedaré casi sin nada. El uniforme que la escuela exige es muy costoso. Respiro fuertemente. Debo tranquilizarme. Solo será necesario si finalmente no hay otra solución. Seré positiva. Todo saldrá bien, y no habrá necesidad de que termine con menos dinero de lo que tengo. Actitud positiva.

—¿Suss, estás bien? —Lucas intenta forzar el picaporte—. Déjame entrar.

—Ya salgo —abro la puerta y Lucas de inmediato me escanea.

—Estoy bien —recalco. No es que me fuera deprimir por una simple mancha. Es cierto que estoy algo triste, pero seguiré adelante.

—¿En serio estás bien? —cuestiona preocupado—. Siento lo del uniforme, sé que es caro. Ya lo pensé, si no sale la mancha, te ayudaré a pagarlo.

—No te inquietes —amago una sonrisa—. Ya lo arreglaré, alguna solución tiene que haber.

Suspira. —Por qué sonríes si no quieres hacerlo, ¿ah? —me toma la mano y la aprieta con cariño—. No permitiré que gastes el dinero de tu bicicleta, algo se me ocurrirá.

—Mejor no nos preocupemos —sacudo la cabeza—. Sabes que el abuelo siempre tiene una solución, y si él no puede, seguro que nuestra madre sí.

—Correcto —me abraza cariñosamente y yo le correspondo contenta.

El momento se rompe cuando el estómago de Lucas ruge.

—Prepararé algo —emito dirigiéndome a la cocina.

Justo ahora me siento más tranquila con respecto a mi uniforme y también con la presencia de Lucas; ya no tengo ganas de echarlo. Levi me escribió un mensaje de texto hace una hora, diciéndome que no podía asistir a la tutoría. No me gustó del todo saber que no vendría, pero no me queda otra. Seguro tiene algo más importante que hacer.

—Bueno… —me sigue—, pero antes, eh… —mete las manos en su bolsillo y pone su mejor cara de niño bueno—. Será que podrías hacer mi…

—No haré tu tarea —lo interrumpo de inmediato.

Ya lo conozco. Solo simula ser amable cuando necesita un favor, casi siempre se trata de su tarea escolar.

—Lucas, cuál es el sentido de que yo te haga la tarea —regaño.

—Que me salga bien, Suss —afirma como si fuera lo más obvio—. Además, solo es la de matemáticas. ¿De qué me sirve tener una hermana buena con los números, si no puedo aprovecharla?

—No, Lucas —rebusco en la nevera y sacos algunos ingredientes—. Lo importante es que tú aprendas. Nos graduamos en unos meses y es necesario que entres a una buena universidad. ¿Cómo pretendes ser médico si no estudias duro?

Se encoje de hombros. —Ese es el problema del Lucas del futuro. Ahora solo quiero pasar matemáticas sin una mancha. Ya podrás imaginarte a nuestro padre si repruebo… —simula escalofríos—. No quiero que eso pase nunca.

—Padre no se quejaría si fueras más disciplinado —tomo el cuchillo y empiezo a cortar el tomate y la cebolla—. De todos modos para él nada es suficiente —murmuro.



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En el texto hay: amor prohibido, amistad, identidad

Editado: 17.11.2024

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