Flor de loto

Capítulo 8

Hay un instante en que las palabras se quedan en silencio y el corazón empieza a hablar.

Autor desconocido

Disimulo mi estado y dejo el violín donde lo encontré. —Te equivocas —carraspeo—. Eh…, nunca había visto uno de cerca —amago una sonrisa rascándome el brazo—. Atrajo mi atención.

“¿Por qué mentí?” Es cierto que nunca he intentado tocar uno, pero he visto el del abuelo cientos de veces. No había nada de malo en decirle que sí me gusta. “Sussanah, a veces lo que tienes de lista, lo tienes de tonta”.

—Ya.

Se hace un silencio incómodo, el cual es interrumpido por la joven de hace un rato. Ella entra con una bandeja en sus manos y, al ver a Levi despierto, se dirige de inmediato hacia él.

—Gracias, Esther —emite Levi y después le da un sorbo al agua aromática—. Menta —le sonríe—; mi favorita.

La joven solo asiente con la cabeza y al cabo de unos segundos desaparece por la puerta. Levi bebe el líquido con lentitud y yo lo observo sin saber qué hacer. Ni siquiera estoy segura de si debo moverme, sigo agachada aquí y siento que mis piernas se están acalambrando. El silencio está empezando a hacerse incómodo. Me parece que no hay mucho más que decir o hacer en este momento. ¿Será que debería irme?

—¿No crees que deberías bañarte? —es lo único que digo.

El me mira asombrado. ¿Lo ofendí? —¿Cómo sabes que aún no me he bañado?

—Eh… no lo sabía —baja el rostro apenado—. Solo pensaba que debías hacerlo, tienes mal aspecto y tu labio y varias zonas de tu cara están heridas, necesitas aplicarte medicamento o algo.

—Te tomaré la palabra entonces —deja la taza, creo que vacía, en la mesita de noche a su lado.

Me pongo de pie. —¿Quieres que te ayude? —sugiero.

Entrecierra los ojos. —¿A bañarme?

—¡No, Levi! ¡Cómo se te ocurre! —me exalto—. Me refería a tus heridas —digo más calmada.

—Lo siento, solo bromeaba —se ríe—. Aunque tienes que admitir que eso puede malinterpretarse.

Ruedo los ojos. —No tienes razones para malinterpretar.

—¿Por qué no? —coloca ambos brazos tras su cabeza en una postura relajada—. Tú eres una chica, yo un chico, no hay nada de malo en…

—Cállate —me cruzo de brazos—. No pasaría por el simple hecho de que no eres mi tipo.

—Lo sé.

¿Qué sabe? No sabe nada.

—Es bueno que lo sepas.

Sonríe—. Y es recíproco, tú tampoco eres mi tipo.

Aprieto los labios con fuerza. Si pensaba que con eso iba a herirme, pues sí, lo logró, pero nunca lo sabrá.

—Gracias otra vez, Suss —menciona—. Sin ti todavía estaría en ese árbol —se ríe—. Tengo que confesar que antes del helado estaba algo desorientado.

—Diría que bastante —aseguro.

—Cierto, bastante —frunce el ceño—. Suss, acercate, ¿por qué estás tan lejos?

Simple, estoy lejos porque necesito una barrera; entre más lejos esté, más segura me siento.

—Estoy bien aquí.

—Ven —me exige.

Sin tener motivos sólidos para negarme, avanzo hasta su cama y con un gesto me indica que me siente. Lo hago, en el borde y lo más distanciada posible.

—Gracias de nuevo —me sonríe.

Mi corazón con ese gesto comienza a latir con fuerza; por eso no quería estar cerca de él.

—Deja de agradecer —me quejo—. Somos casi amigos, así que… —rasco mi cabeza—. Sé que no tengo que preocuparme por ti…

—Está bien si te preocupas —hace una mueca—. No sé si lo has notado, pero no tengo muchos amigos.

—A mí parecer no tienes ninguno —suelto sin filtro.

Sacude su cabello. —Aciertas, no tengo amigos —suspira—. Los que tenía ahora están distanciados de mí.

—Oh —juego con mis manos entre sí—, ¿y Luis?

—No somos amigos, es mi primo.

—Ah, cierto, por eso lo acompañabas el otro día en la escuela —recuerdo.

—Sí, pretendía mostrarle la escuela al finalizar las clases, pero ya ves, Marina se me adelantó.

—Durante el almuerzo habló de eso —comento—. Dijo que le parecía un chico lindo, aunque no su tipo.

Levi suelta una risita —Ella se lo pierde, los hombres Aristizábal no se encuentran en cualquier parte.

—Siempre con tus chistes malos —alego negando con la cabeza.

—¿Quién dijo que es un chiste? —no contesto a su contrataque y Levi solo sonríe de nuevo.

Tenemos un buen ambiente ahora y no quisiera arruinarlo, pero hay cosas que quiero hablar con él, cosas que involucran a Clarissa y que sin duda lo afectarán emocionalmente.

Me acomodo mejor donde estoy y estiro la espalda. —Levi, yo…

—Voy a bañarme. ¿Podrías esperarme? —me interrumpe.

—¿Ah? ¿Bañarte?

Bueno, es oficial que mi mente quedó en blanco por unos segundos. Nunca he sido una persona con pensamientos maliciosos, pero cuando mencionó la palabra "bañarme", tuve unos pensamientos muy inapropiados. Mi mente, que durante años ha estado centrada solo en números, ideó una imagen de Levi enjabonándose mientras silbaba una canción pegajosa. Quiero golpearme la cabeza con fuerza. ¿Qué me está pasando? Si mi padre se enterara, me regañaría durante horas.



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En el texto hay: amor prohibido, amistad, identidad

Editado: 17.11.2024

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