Los hechos no dejan de existir por ser ignorados.
Aldous Huxley
Levi
Hay momentos en nuestra vida en los que habríamos preferido nunca haber descubierto ciertas cosas, ya que es mejor vivir en la ignorancia que no saber cómo enfrentar esa situación.
He estado procesando durante horas lo que escuché, pero sigue sin tener sentido. Lo único que deseo es retroceder en el tiempo, no haberme quedado dormido en esa hamaca y no haber escuchado el secreto que Suss guarda en su corazón. Me cuesta aceptarlo, es casi una locura. Me pregunto constantemente qué es aquello que Suss vio de especial en mí y, lo que es aún peor, qué voy a hacer ahora. ¿Debo fingir que no sé nada? No creo poder hacerlo, no soy bueno para mentir. Lo que menos quiero es lastimarla, porque sé que si le cuento que conozco la verdad, de alguna forma tendré que rechazarla.
Quizá si nos hubiéramos encontrado en otro momento de nuestra vida y si ella fuera una persona diferente, no tan emocionalmente conectada con personas cercanas a mí, lo habría considerado. Sin embargo, en este momento no puedo ni siquiera contemplar la posibilidad de que algo ocurra entre nosotros, ni aunque quisiera.
Tengo que admitir que durante todo el día he estado evadiendo las cosas como un gran cobarde. Estoy asustado, temiendo que lo que escuché se convierta en realidad. Hasta ahora, han sido solo un montón de palabras que vagaron en el aire y llegaron por error a mis oídos. Por lo tanto, me aterra encontrarme con sus ojos y que, sin remedio, terminen revelándolo todo.
Después de mucho reflexionar, he decidido seguir adelante como si nada hubiera ocurrido. He llegado a esa conclusión porque no deseo que nuestra amistad se rompa; soy consciente de que eso es lo que sucedería si ella llegara a enterarse. No quiero alejarla y, sin importar lo que sienta por mí, deseo y necesito tenerla a mi lado. He encontrado en Suss un apoyo que no quisiera perder por algo tan efímero como el amor. Solo debo reunir valor y enfrentar la situación; después de eso, pienso que todo será más sencillo. Ella es una chica inteligente y, con el tiempo, superará este enamoramiento, al igual que yo lo estoy haciendo con Clarissa. Entonces, en el futuro, simplemente nos reiremos de esto. Eso espero.
Con la mente despejada, suelto un gran suspiro y me acerco a la mesa donde se encuentra ella con sus amigas y Lucas. Algunos están comiendo mientras otros charlan, supongo que están esperando la llegada del autobús que nos llevará a la otra área de limpieza.
—Hola —saludo.
—¿Qué tal, Levi? —me responde Marina—. Siéntate —le hago caso y me siento en el único asiento disponible: enfrente de Lucas. Este me hace un gesto, con el rostro serio. Espero que no esté fastidiado por lo de ayer.
—¡Oye, Levi! —emite Daisy—. Tiempo sin verte tan de cerca, aunque no es que te extrañe.
—Daisy —murmura Noelia en forma de queja—, ignórala Levi —me sonríe con amabilidad—; ya sabes cómo es.
—Está bien, soy tolerante a su personalidad.
Noelia le da un manotazo a Daisy. Esta la ignora y se concentra en su teléfono. Noelia observa desde detrás lo que está haciendo. Me fijo en Suss y noto que está hablando de forma amena con Marina. Trago saliva. No puedo evitar recordar lo que escuché en la mañana. Sacudola cabeza intentando alejar esos pensamientos. Debo concentrarme en lo que es importante: nuestra amistad.
De pronto Marina se pone en pie. —Debe irme —le hace un gesto a alguien desde la distancia. Volteo la cabeza; parece ser su madre—, tengo que ultimar unos detalles con mi mamá—agacha y le susurra algo en el oído a Suss. Esta última niega con mala cara y Marina se despide al fin con una enorme sonrisa.
—Noelia, cuéntame de tu último cuadro, me parece magnífico —comenta Lucas concentrándose en la nombrada.
A Noelia se le iluminan los ojos, se aproxima más cerca de Lucas y le empieza a contar sobre no sé qué técnicas pinturas Al ver a todos inmersos en sus propias actividades, me movilizo de mi asiento, al que está al lado, es decir, el que dejó Marina junto a Suss. Esta última está cabizbaja, observando sus manos entrelazadas.
—Suss —pronuncio tocando su hombro. Esta se sobresalta en su lugar y me mira con ojos saltones—. Tranquila, no te haré nada.
Me ofrece una sonrisa tímida. —Lo siento, estaba ensimismada y me asustaste.
—Lo noté.
Después de unos segundos de silencio, me paso la mano por el cabello con nerviosismo y le digo:
—¿Damos un paseo? Tengo algo que decirte.
—Claro.
Antes de irnos Lucas emite: —Suss, recuerda lo que hablamos —hace un movimiento con sus manos—. Cuidado con las manos largas.
—¡Lucas! —exclama sonrojada. Con prisa me toma del brazo y me aleja de la mesa. Cuando estamos lo suficientemente lejos, aminoramos la velocidad de nuestros pasos.
—¿A qué se refiere con manos largas? —interrogo curioso.
Baja la vista. —A nada, solo son tonterías de Lucas.
—De acuerdo —entrelazo mis brazos tras mi espalda y carraspeo—. ¿Ya estás mejor? ¿No tienes resaca?
—¿Resaca? En lo absoluto.
—¿Segura? —cuestiono con una ceja alzada—. Ayer estabas bastante... achispada.
—¿Sí?, no lo recuerdo. De hecho, no me dan resacas, lo descubrí la primera vez que me emborraché.
—¡Qué suerte!
—Levi...
—¿Sí?
—Marina me dijo que me quedé un rato contigo ayer, que estaba algo molestosa... —titubea—. No habré hecho algo malo, ¿cierto?
Podría enumerarle todas las cosas que hizo, pero no quiero atormentarla. No es necesario que se entere; sé que se sentiría avergonzada.
—No, estuviste muy tranquila.
Suspira. —Qué bueno, me habría sentido mal de no haber sido así. Gracias por cuidarme —me sonríe.
—De nada, sería un placer hacerlo de nuevo —me aclaro la garganta—. ¿Observaste el atardecer hoy?
—Sí —sonríe—, incluso estuvo tan lindo como ayer.