Si no te tardas mucho, te espero toda la vida.
Óscar Wilde.
Sussanah
No sé cuántas veces he bostezado durante el transcurso del concierto. Tengo que admitirlo, esto de la música clásica no es lo mío. Me aburre sobremanera. Debí presentirlo cuando, por curiosidad, observé algunos videos sobre esto y no pasaron ni cinco minutos antes de que los quitara. Por suerte, ya casi se terminan las dos horas. Las dos largas horas. Al menos tuvimos un intermedio en el que pude estirar un poco las piernas y charlar con Sebastian. Tuve que hacerlo obligatoriamente. Aunque no quería hablar, él buscaba la forma de sacarme las palabras.
No puedo negar que me agrada; incluso podría considerar la posibilidad de ser buenos amigos. Solo falta que él se olvide de esa locura de querer ser algo más. Eso no sucederá, ni siquiera si fuera el chico más inteligente del mundo. Sebastian no es mi tipo. Me agradan los chicos más tranquilos y centrados. Además, no puedo. A veces lo olvido un poco, pero los hombres están prohibidos en este momento de mi vida. Cero hombres hasta que sea profesional. Sí, seguro.
Lo único que ha evitado que cierre los ojos ha sido Levi, me ha hipnotizado. Luce fantástico. No solo se ve genial con el traje negro que lleva puesto, la forma en la que interpreta el violín es magnífica. No tengo ni idea de qué está tocando la orquesta, pero suena maravilloso. Sobre todo, Levi. No puedo dejar de verlo; la manera en que mueve el arco sobre las cuerdas es alucinante. Cada movimiento revela la pasión que siente por el instrumento. La rapidez con la que mueve sus manos demuestra años de estudio; si no es así, no sé qué más podría ser. Yo apenas puedo sacar una nota al violín de mi abuelo, y ni siquiera él, que lleva años tocándolo, lo hace como Levi.
Decir que estoy impresionada es insuficiente. Me encanta su nivel de concentración; parece que el violín y él son uno solo. Levi en este momento irradia profesionalismo y vocación, una pasión genuina por lo que hace. Y lo admiro por ello. Lo subestimé; solía pensar que la música era solo un pasatiempo, pero ahora comprendo que es mucho más que eso. Supongo que anhela alcanzar más y no me sorprendería si algún día se convierte en el mejor. No lo pienso solo porque sea mi amigo; estoy siendo objetiva, a pesar de mi falta de conocimiento en este campo.
También lo envidio. ¿Cómo es posible que algo te apasione tanto? Yo nunca he sentido nada parecido. Ni siquiera con los números. Me agradan, pero en realidad, todo este tiempo he estado interesada en ellos por solicitud de mi padre, no fue mi propia iniciativa. Nunca me había detenido a pensar que debo tener algo que me haga ilusión, algo que acelere mi corazón y despierte mis sentidos. Las matemáticas han sido mi todo durante casi toda mi vida, así que supongo que he asumido que esa es mi pasión. Ahora no puedo evitar preguntarme: ¿Hay algo más allá de eso? ¿Qué sea realmente mío? No tengo ni idea y tampoco tiene mucho sentido pensarlo. Mi vida ya ha sido planificada y he decidido aceptarlo. En el remoto caso de que pueda encontrarlo, no serviría de mucho; mis únicas oportunidades están frente a mí y no puedo apartarme de mi camino.
Salgo de mis pensamientos al escuchar al público aplaudir. Los imito como si fuera un autómata. Me perdí el final. Los músicos y el director de la orquesta, de pie, saludan al público, y este último hace una reverencia y se despide. Poco a poco, los músicos comienzan a abandonar el lugar, al igual que las personas en el auditorio. No estoy segura de si debería levantarme o quedarme sentada, hasta que veo a los padres de Sebastian ponerse de pie. Intento alzar mi cuerpo, pero Sebastián me agarra del brazo, deteniéndome. Lo miro confundida.
—Espera —murmura. Como no estoy segura del protocolo de salida, decido quedarme en mi sitio.
—Ya nos vamos, Sebastian —le comunica su madre—. Como Levi no quiere vernos creo que lo mejor es que nos marchemos. ¿Te quedas?
¿No quieres verlos? ¿Por qué? Es obvio que su familia es un enredo, solo que, ¿qué razones hay para estar tan molesto? Mi cara debe reflejar la confusión, pero si alguien lo notó, no comentaron nada.
—Me quedaré con Anna —me señala—. La llevaré a su casa.
—Sebastian no es necesario…
—Que no te dé vergüenza, Anna —me interrumpe—. Ya lo he decidido.
Aish, qué se cree. Si no fuera porqué sus padres están enfrente de mí, ya estaría con Lucas donde sea que él esté.
—De acuerdo —contesta la señora. Me sonríe amigablemente—. Fue un placer verte de nuevo, Anna. Cuídate.
—Igualmente, señora.
El señor solo se despide con un asentimiento de cabeza y se va junto a la madre de Sebastian, agarrados del brazo.
—Mis padres son geniales, ¿cierto? —me agarra del brazo—. ¿Quieres ir al camerino de los músicos? Puedes saludar a Levi.
—No, no quiero —pronuncio seria—. Iré a casa
—Está bien, te acompaño.
Suspiro—. No te preocupes, mi hermano me está esperando.
—Entiendo —me suelta de improvisto—. ¡Mira! Viene Levi, salúdalo —carraspea—. Al menos a ti te va a hablar.
Pensaba que estaba bromeando, pero no, es real. Levi camina hacia nosotros, aunque me parece que no nos ha visto.
—No, será en otra ocasión —intento huir. Sin embargo, no sale del todo bien. Sebastian comienza a zarandear sus brazos en el aire, haciendo que nos vea. Aish, me están dando ganas de tirar a la basura lo de ser su amiga.