Liam
Estaba en una tienda de ropa junto a Ian. No me agradaba ir de compras, pero, ya que iba a ir a la fiesta de gala (si, al final Ian me convenció de ir, <<miserable>>) con Adhara tenía que comprar un traje
Lo admito, no soy un de esas personas románticas o de esas personas que solo fingen ser algo que no eran, pero con Adhara, con ella las cosas eran diferentes, desde la primera vez que la vi, cuatro años atrás supe que esa mujer movería todo, absolutamente todo dentro de mí. Y vaya que tenía razón, ahora estaba aquí en un centro comercial buscando un traje que destacara, pero para ella, <<que idiota>> jamás me había interesado la aprobación de nadie ¿Para qué? La gente no te aporta nada, solo te pone obstáculos para que no sobresalgas y para que te quedes donde estas, pero, aun así, quería que Adhara dejara de estar segada por el idiota de Ael.
No entendía que carajos le veía a alguien que solo la lastimaba y que solo la limitaba, en todos los ámbitos posibles la limitaba, era un imbécil que no sabía valorar lo que tenía, pero en cuanto lo supiera seria tarde, o quizás ya lo sabía, pero simplemente le importaba una mierda, probablemente era la segunda. Que idiota.
-No pensé que te gustara tanto – Ian soltó una risa burlona
-Y yo no pensé que te gustara tanto cierta persona de cabello negro corto – enarqué una ceja
-Cállate – Me señalo y tomo otro traje - ¿Qué tal este? ¿Crees que me quede mejor?
-No veo la diferencia entre este y el anterior – mire con aburrimiento sus opciones
-Que aguafiestas – soltó un suspiro de exasperación - ¿Tú ya sabes cuál te vas a llevar?
-Si
Pagamos y salimos de la tienda
Al salir fuimos a un restaurante a comer, tomamos una de las mesas ubicadas a los costados y pegadas a los ventanales. Por los cristales vi a Adhara pasar junto a Odette. Lo que me llamo la atención fue que Adhara llevaba un collar de flor de loto (su flor favorita) y una pulsera a juego. Iba con un vestido azul.
Recordé que antes de que se mudara a la Ciudad habíamos acordado que le daría asesoría después de la fiesta de Dayana.
-Carajo – exclamo Ian – Sí que te gusta
Lo crucifique con la mirada ¿Cómo era posible que fuera tan molesto?
Volví a mirar por la ventana.
-Es más que eso – lo volví a mirar – Pero no sigas por ahí – advertí
-No me puedes hacer nada – aseguro – soy el hermano mayor
-Claro que puedo – respondí con la misma certeza
-Eso ya lo veremos
Comimos y seguimos diciéndonos estupideces. En ocasiones era un molesto idiota pero al final ese idiota que llagaba a estresarme era mi hermano, y era el que me había ayudado y criado durante el orfanato y había sido de mis únicas compañías, las cuales habían sido Ian y Dayana, o al menos hasta que ella salió del orfanato y se fue a Madrid.
Y ahora regresaba, o bueno había regresado y la veríamos dentro de dos días.
- ¿Estas emocionado de ver otra vez a Dayana? – pregunto Ian de la nada
-No lo sé – admití – tiene ocho años que no la vemos
-Tienes razón – asintió Ian- ¿Liam? – pregunto con cautela
- ¿Qué?
-Sobre nuestros padres…-empezó, pero lo interrumpí
-No, ellos se olvidaron de nosotros – espete dedicándole una mirada gélida – Nos abandonaron a las puertas de un orfanato haciéndonos creer que volverían. Y si volvieron, pero ¿te recuerdo para que volvieron al orfanato? Ellos se olvidaron de nosotros, Ian
-Quizás todo tiene una explicación – murmuro
-Y ¿Qué explicación le encuentras a eso? – lo mire con los ojos entre cerrados
-No lo sé, pero debe haber alguna, éramos niños
-Y a ellos les importo una mierda
Después de eso no volvimos a hablar, no hacía falta, no quería hablar de las personas que nos habían roto. Mis padres eran las peores personas que había conocido, es más casi ni las había conocido. Eran las personas más miserables que había en el mundo (seguidas de los padres de Dayana y de Ael)
Cuando terminamos de comer seguíamos sumidos en ese silencio inquebrantable, ¿Era incomodo? Sí, pero a la vez era muy cómodo, como si sirviera de meditación y aclaración de pensamientos.
Al llegar a nuestra casa estuve a punto de ir a mi oficina (para trabajar desde casa) pero Ian me detuvo
-Sabes que algún día tendremos que hablar de ellos ¿no? – me miro con seriedad
-Lo sé – Era inevitable – Pero ten por seguro que no será hoy ni pronto
Entre en mi oficina y empecé a trabajar cada que Ian tocaba algún tema como esos, o cada que me sentía indispuesto para ir a alguna de mis empresas trabajaba desde casa.
Abrí la computadora y empecé a hacer planos, revise los reportes, di algunas ordenes, y cuando por fin termine salí a despejarme un rato. Y fui a ver a los hermanos de Dayana, al regresar vi a Ian con una chica en la sala. Pasé de ellos y mejor empecé una partida de ajedrez con la inteligencia artificial, siempre he pensado que la IA no sirve de nada, no es nada comparado con jugar con alguien real.
-No sabía que ibas a venir – Amara abrió la puerta al día siguiente
-Le avisé a Ethan por la noche – dije por toda respuesta
-Qué raro, no me dijo nada – Amara se cruzó de brazos, pero se hizo a un lado – Pasa
Entre y vi como Ethan bajaba las escaleras
-Liam – saludo
-Los dejo solos – Amara tomo un bolso y salió
-¿Ajedrez? – propuso Ethan en cuanto su hermana salió y yo asentí
Pues claro, como íbamos a negarnos a semejante propuesta. Lo que se me haría raro seria que te negaras. Aparte fue la principal razón por la que viniste.
Fuimos a su biblioteca y mientras el buscaba su ajedrez (siempre lo hacía porque no se acordaba de donde lo había dejado) yo me dedique a hacer algo que no había hecho en tres años, que era observar los libros que tenían.
- ¿Te puedo preguntar algo? – fruncí el ceño al ver varias portadas y títulos de los libros.