Flor en tempestad

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Era fin de semana, y el único plan que tenía era el de pasar el rato tumbada en mi cama, leyendo o, si tenía el ánimo, viendo alguna serie en Netflix. Dean me había invitado a salir a dar un paseo, y de paso visitar una galería en la que estaban exponiendo una serie de obras enfocadas a composiciones con flores, mi segundo tema favorito después del color, pero mi respuesta había sido un rechazo porque en realidad no quería salir de casa. Me sentí mal casi al instante, así que le escribí para decirle que me pondría a pintar, y eso de inmediato lo hizo emocionarse… Así, mi plan había cambiado.

No quería sentirme culpable después cuando Dean descubriera que no había hecho lo que dije, y por ese motivo tomé los materiales que guardaba discreta en el cajón de mi cómoda. Al fin y al cabo, tenía buen tiempo que no los sacaba de ahí.

Pese a que no tenía nada concreto en mente acerqué mis materiales al caballete que conservaba desde que, precisamente, Dean me lo había regalado al cumplir los 15 años de edad; separé una hoja del cuaderno de papel de algodón que también me había obsequiado él, y que tenía guardado en el cajón del fondo de la cómoda, y me dediqué a tensarlo sobre un tabla, con masking tape porque no tenía la cinta engomada que se solía usar para eso. Una vez que el papel estuvo listo, reposé la tabla en el caballete y contemplé el espacio en blanco por un momento.

Me tomé más minutos de los que planeaba observando el papel. No sabía exactamente qué era lo que quería pintar, pero, aun así, después de esos minutos de contemplación dejé un poco de pigmento magenta en el godete, vertí suficiente agua para diluirlo hasta aclararlo, y luego de tomar con la punta del pincel un poco del pigmento, lo dirigí al papel y dejé que mi mano se desplazara con libertad. De todas formas, no tenía algo en mente, así que le permití a mi mano seguir el camino que deseara, usando después otros colores y pinceles de diferentes grosores hasta que, al cabo de un par de horas, la obra improvisada estaba concluida.

Permanecí unos minutos contemplando con asombro lo que había hecho: se trataba de un close up a un arreglo floral, compuesto por lirios blancos, crisantemos de un rosa muy pálido, galantos y gerberas azules. Me quedé asombrada por lo que había hecho, aparentemente de forma inconsciente, porque todas las flores que había incluido en el arreglo tenían connotaciones tristes, pese a su belleza.

Contemplar la acuarela me dejó con un sentimiento un poco incómodo que no fui capaz de definir.

Traté de alejar mis pensamientos, pues el resultado visual, al final, no me había disgustado del todo, así que le tomé una fotografía para subirla a mi perfil de Instagram, donde solía compartir fotos de flores, del cielo, y de mis casi nulas obras —es decir, no más de cinco—, tomándome un tiempo para pensar en la descripción. Escribía alguna frase, y luego la borraba, volvía a escribir algo que terminaba por borrar. Así pasó varias veces, hasta que quedé medianamente convencida:

A veces, dejar que tu mano fluya puede traer buenos resultados.

#arte #acuarela #flores

Presioné el botón de «subir» y unos segundos después, mi acuarela de flores formaba parte de mis posts. El like de Dean no se hizo esperar, y eso me generó la duda de si pasaba todo el tiempo pendiente de su cuenta y las actualizaciones de quienes seguía. Segundos después, una notificación me indicó que había dejado un comentario:

¡¡Está genial!! Ya deberías dedicar más tiempo a esto ;)

Sonreí al leer su comentario, pero fui consciente de que mi sonrisa no había llegado a mis ojos. Porque no podía dedicarle más tiempo al arte. Porque ni siquiera tenía el nivel para considerar arte a mis obras. Porque, en sí, estudiaba administración y ese era el camino que había elegido…

El extraño sentimiento, que en ese momento pude traducir como tristeza, se hizo más presente, así que intenté ignorarlo al estirarme y disponerme a acomodar los materiales que había utilizado de vuelta en la cómoda. Quité, también, la acuarela que había hecho y la coloqué detrás de la cómoda, pues si la veía mi padre se armaría una discusión, y luego solo me puse mis audífonos para dejarme caer sobre la cama y no hacer nada más.




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